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Mariana Enríquez, voz del horror contemporáneo

Criada durante la dictadura argentina del general Rafael Videla, esta autora ha empleado el humor negro en historias enmarcadas por la depresión o el abuso familiar.

Mariana Enríquez, voz del horror contemporáneo

Mariana Enríquez, voz del horror contemporáneo

JOSÉ LUIS AGUIRRE

Año 1979. Argentina atraviesa por la dictadura. El autoproclamado Proceso de Reorganización Nacional está dispuesto a combatir la corrupción y la demagogia del país, aunque esto signifique pasar encima de los derechos humanos. La nación sudamericana entra en una etapa colmada de desapariciones, torturas y violaciones, bajo el cobijo de la iglesia católica, empresarios y medios de comunicación. Un terror absoluto se respira en las calles. El toque de queda prohíbe salir apenas asoma la noche. Historias de monstruosidades, heridas abiertas y sangre derramada corren de boca en boca. Por siete años, un reino de terror hunde a la nación en una desdicha de la que muchos no pueden recuperarse. Nunca más se supo de niños que una tarde se atrevieron a salir de casa para jugar en la calle. Padres de familia que después del trabajo jamás regresaron. Los librepensadores que revelaban las infamias de la dictadura fueron cosidos de los labios. Libros eran quemados en magnánimas hogueras públicas. La música era usada como instrumento de tortura. Las puertas de los cines y los teatros lucían tapiadas. Miles de ciudadanos fueron exterminados, desaparecidos o encarcelados. El miedo estaba ahí, latente en todas partes, contemplando rostros macilentos y llenos de terror.

Al sur de una Buenos Aires abatida, muy cerca de unos centros de detención clandestinos, la pequeña Mariana Enríquez contempla la soledad desde la ventana, abrazada de su abuela. La niña, de cinco años, no sabe a ciencia cierta qué pasa al otro lado de los muros. Sin embargo, está consciente del miedo acechante. Puede percibirlo: lo ha escuchado en la vieja radio que su padre tiene en la sala; lo ha observado en las muecas de preocupación en el rostro de su madre; lo ha experimentado, sin querer, mientras juega a sus muñecas en las reuniones del consejo vecinal. Afuera hay peligro, muerte y desolación. Es necesario bajar la voz para no ser escuchado. Es preciso no ver a la perversidad directo a los ojos. Mariana sabe que esto puede hacerle daño. Sabe que, al caer la noche, la maldad es capaz de destriparla, violarla o torturarla. Mariana, sin pedirlo, ha empezado a conocer el verdadero significado del horror.

BAJAR ES LO PEOR

Influenciada por las supersticiones y leyendas que la abuela le contó durante el confinamiento, Mariana empieza a frecuentar bibliotecas de la ciudad de La Plata, a donde se mudaría la familia tras la caída de la dictadura. Descubrió, a temprana edad, los extraños mundos oníricos de H.P. Lovecraft y las insondables pesadillas de Stephen King. Los horrores experimentados en carne propia y las lecturas de quienes se convertirían en sus autores favoritos, motivaron a Mariana para comenzar a escribir.

A los 19 años, recién ingresada a la universidad, Mariana Enríquez narra en Bajar es lo peor, su primera novela, las experiencias vividas en la adolescencia. La novela retrata una Argentina posterior a la dictadura, liberada y renaciente, donde surgen nuevas corrientes políticas y manifestaciones culturales. También relata los primeros acercamientos de la autora con el alcohol, las drogas y el punk-rock latinoamericano. La novela, una vez concluida, llegó a través de una amiga a manos de la Editorial Planeta, y logró su publicación casi de forma inmediata. Aunque no fue bien recibida por la crítica, con los años formó un culto que colocaría a Enríquez dentro del renaciente panorama de las letras argentinas.

DESAPARECER POR COMPLETO

Años después, Mariana obtuvo el título de Licenciada en Periodismo y Comunicación Social por la Universidad Nacional de la Plata y comenzó a laborar como periodista para el diario Página/12. Continuó devorando los clásicos y contemporáneos: Bioy Casares, Silvina Ocampo, Onetti, Sábato, las hermanas Brönte, Nietzsche, Baudelaire y Poe.

En 2004, Mariana preparó su segunda novela, a la par que desarrolló sus otras pasiones: descubrir nuevas propuestas musicales del underground y visitar cementerios rioplatenses. En Cómo desaparecer completamente, título de una canción homónima de Radiohead, Mariana relata la historia de Matías, un adolescente de Buenos Aires, pobre y desempleado, fascinado por la música de Nick Cave y los Manic Street Preachers, a quien la desgracia lo confronta con un asesinato dentro del núcleo familiar. Mariana sabe cómo plasmar la marginalidad y desolación, puesto que lo ha vivido en carne propia, en un protagonista que está dispuesto a todo con tal de darle sentido a su aciaga vida.

LOS LIBROS

El amor de Mariana por la literatura fantástica se refleja en Los peligros de fumar en la cama (Anagrama, 2009), su primer libro. El volumen abre con “El desentierro de la angelita”, una historia familiar sobre los huesos de una niña encontrados al fondo de un gallinero. Enríquez traza, con macabra precisión por los doce relatos que componen el libro, escenarios de putrefacción, muerte y recuerdos enterrados en el olvido, con una prosa sencilla, repleta de regionalismos cargados de magia donde la realidad y la fantasía se entrelazan sin distinción. El libro la consolidó como una de las grandes escritoras del terror argentino contemporáneo, y le otorgó proyección internacional.

En Las cosas que perdimos en el fuego (Anagrama, 2016), Mariana nos sumerge en historias enmarcadas en el terror, donde se exploran temáticas como la depresión, violencia de género y abuso familiar. El libro obtuvo el reconocimiento inmediato por parte de la crítica, logrando éxito en ventas alrededor del mundo y traducciones a más de quince idiomas. Otra vez, los recuerdos de la dictadura, la música, los alucinógenos y las adolescencias reprimidas confluyen en esta nueva docena de relatos, donde imperan el humor negro característico de la autora, las descripciones delirantes y las situaciones perturbadoras que hacen verter la sangre.

Así mismo, el ocultismo, la oscuridad y lo macabro se reúnen para dar paso a Nuestra parte de noche (Anagrama, 2019), la novela, cuyo título hace referencia a un poema de Emily Dickinson, es considerada como la más madura y representativa de la autora. Enríquez retoma escenarios de la dictadura argentina. Juan, el protagonista, es un médium y miembro de una sociedad ocultista denominada La Orden. Este culto tiene como objetivo lograr la vida eterna a través de la preservación de la conciencia y, para ello, es necesario invocar a La Oscuridad. Tras la muerte de Rosario, su esposa, Juan, único miembro del culto capaz de invocar La Oscuridad, se ve obligado a escapar de La Orden, ya que sus adeptos pretenden que Gaspar, su hijo, sea heredero de sus poderes psíquicos.

Con tal de preservar la integridad del pequeño, Juan y Gaspar inician un viaje por la Argentina dictatorial. En el trayecto, los protagonistas se ven perseguidos a lo largo de las setecientas páginas que conforman el libro. Los paralelismos que Enríquez traza entre La Oscuridad y la dictadura son claros: las imágenes de un culto que pretende violentar al pequeño hacen analogía franca a una dictadura que secuestraba hijos de disidentes para entregarlos al régimen.

Los actos de horror y sangre perpetuados por La Orden laceran la piel, tal y como un régimen que mutilaba partes humanas a conveniencia. Entre la realidad y la ficción, los horrores de Nuestra parte de noche son indistinguibles. En sus páginas, la pobreza, la violencia y el sexismo de una Latinoamérica marginada acechan de la misma manera que los fantasmas y demonios producidos por el imaginario colectivo. En 2019, la novela recibió el Premio Herralde de Novela. Fue elogiada, en palabras del jurado, como “una novela total que desborda las convenciones de género”.

“NUEVO BOOM”

Mariana Enríquez se sitúa actualmente como una de las más grandes expositoras del terror y la literatura latinoamericana en general, posicionándose al lado de figuras consagradas como Bolaño, Lezama Lima, Vargas Llosa y García Márquez. Artículos recientes en diversos diarios hablan de un Nuevo Boom Latinoamericano conformado por mujeres, cuyas letras transitan desde la realidad hasta lo fantástico y sombrío: Mónica Ojeda, Samantha Schweblin, Agustina Bazterrica, Guadalupe Nettel, Fernanda Melchor, María Fernanda Ampuero, Camila Sosa Villada y la propia protagonista de este artículo.

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