Juan Gabriel es uno de los artistas que más añadieron mitos del amor romántico a su bagaje musical. Imagen: El Universal/ Leticia Sánchez Núñez
¿La música representa nuestras formas de amar o son las canciones las que nos enseñan a hacerlo?
Según los sociólogos Peter Berger y Thomas Luckmann, a través de nuestras interacciones definimos significados compartidos, concordamos en prácticas colectivas y formamos instituciones, construyendo así una realidad social. En el campo de los afectos, por ejemplo, hemos situado al amor romántico como un estándar normalizador de nuestras interacciones erótico-amorosas.
Aunque el amor romántico se suele asociar con valores como la ternura, lealtad, atención y entrega, la investigadora social Alicia Pascual señala que este tipo de relación trae consigo una serie de mitos nada convenientes, como el de asociar la consecución del amor con la felicidad, ubicándolo como una meta vital que se puede conseguir sólo con una persona posible. Además, advierte que en este contexto suele haber tolerancia o incapacidad de reconocer el maltrato, por ideas como que es normal sufrir por amor, que todo vale en el nombre de este sentimiento o que no se le pueden poner límites. Por eso, también es necesario ver que detrás de este concepto aparentemente positivo, se presentan desbalances de poder, discriminaciones y violencias que suelen ser representadas y legitimadas a través de la música.
En este sentido, la investigadora noruega Turid Hagene destaca que las mujeres son las más perjudicadas en el amor romántico, ya que suelen ser socializadas para representar la castidad y emocionalidad, mientras que los hombres son incitados a una representación de independencia, dominio y conquista. Estos valores suelen ser internalizados, y hasta naturalizados, a través de diversos medios.
La música es un dispositivo de legitimación social que, como otros tantos, normaliza valores, conceptos y prácticas sociales en torno al amor. Por ejemplo, María del Carmen de la Peza, investigadora social que ha centrado su trabajo en estudios de los afectos, señala en El sacrificio del amor es el olvido que el bolero representa la construcción social de los sentimientos; expresa las formas en que las personas han aprendido a administrar sus deseos, necesidades, sufrimientos y otros elementos propios de la relación amorosa.
Dicho esto, las canciones pueden ser, también, una ventana a través de la cual nos podemos asomar a los significados, prácticas y valores de una sociedad; son una cara de la cultura y, a su vez, un instrumento de memoria colectiva.
ESTROFAS ROMÁNTICAS EN TODAS LAS ÉPOCAS
A continuación, identificaremos algunos mitos del amor romántico en estrofas de canciones mexicanas seleccionadas del artículo Las 30 mejores canciones de amor en español, publicado en Billboard.
Empezamos con “Alma enamorada” de Chalino Sánchez, quien canta: “Di, di si tu corazón tiene otro amor o tiene otro cariño. Di, di si no hay otro amor porque mi corazón morirá por ti”. En esta estrofa se reproduce el mito romántico de la imposibilidad de vivir sin la persona amada, al más puro estilo shakespeareano de Romeo y Julieta.
Por otra parte, la inmensa mayoría de las canciones relatan la historia de una pareja heterosexual o, en su defecto, una declaración heterosexual. Es común escuchar que cuando un hombre interpreta un tema compuesto por una mujer o para ser cantado por una voz femenina, le cambie el género a la letra para seguir la heteronorma. Por ejemplo, cuando “Así fue”, del compositor mexicano Alberto Aguilera Valadez —mejor conocido como Juan Gabriel—, es interpretada por él, dice: “Soy honesto con ella y contigo, a ella la quiero y a ti te he olvidado”; sin embargo, cuando la canta María León, cambia a: “Soy honesta con él y contigo, a él lo quiero y a ti te he olvidado”.
El Divo de Juárez también canta: “Con tu amor se fueron mis penas y llegó la felicidad. Gracias a ti no siento tristezas ni dolor. Hoy soy feliz”, ubicando al amor como ese encuentro que sólo puede ocurrir con una persona y asociándolo con la consecución de la felicidad.
Aunque pareciera que los mitos románticos en la música son cosa del pasado, en la actualidad se siguen reproduciendo. A principios de este siglo, Café Tacvba, en la canción “Eres”, expone uno de los estereotipos de género más chocantes: la obligación del hombre por mantener a la mujer, un argumento heteronormado y machista. “El que quererte quiere como nadie soy. El que te llevaría el sustento día a día, día a día”, dice la letra.
Ya más adentrados en nuestros días, hace apenas dos años Río Roma y Carín León, en la canción “Tú me gustas”, reprodujeron otros mitos más. Por ejemplo, que existe en el mundo una persona hecha para cada uno y el objetivo es encontrarla: “Me gustas porque tú estás hecha justo a mi medida”; que las personas pueden tratarse como propiedad: “Cualquiera quiere ser tu dueño, yo quiero ser tu esclavo” y, finalmente, que el matrimonio es la institución espiritual del amor: “Tú me gustas para que el padre me diga: puede besar a la novia”.
NUEVAS REPRESENTACIONES DEL AMOR
Aunque estos discursos parecieran ser inofensivos, seguir normalizando la imposibilidad de vivir sin el ser amado; entender al amor como la búsqueda de la persona indicada y no como una construcción consciente basada en el diálogo abierto y equitativo; así como asociar este sentimiento con la felicidad; o que sólo se representen relaciones heterosexuales en los espacios artísticos y mediáticos, son factores que limitan las posibilidades de muchas personas para relacionarse afectivamente. Por ello, resulta necesario que en estos espacios se abran las representaciones del amor.
En este sentido, pareciera que las mujeres compositoras tienen más facilidad para huir de los estándares y las normas del amor romántico, quizá porque, tal como lo señala Turid Hagene, son quienes lo padecen. Por ejemplo, en la canción “Eres tú” de Carla Morrison, podemos escuchar una representación del amor más equitativa y sana. La cantautora plantea una forma de afecto donde hay ternura, atención, cuidado y entrega, pero sin asimetrías de poder, ideas o prácticas que subordinen a alguien.
Finalmente, la música puede ser un campo a través del cual se señalen esas concepciones y prácticas que dañan a las personas en nombre del amor. A través de este arte se pueden redefinir y reconfigurar las prácticas afectivas para promover relaciones más sanas y libres.