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En América Latina, las raíces del fascismo son profundas y se leen en leyendas insólitas como la que dice que Argentina y Brasil se convirtieron en la residencia de nazis que escaparon después de la Segunda Guerra Mundial, o se encuentran en realidades oscuras, como que el precursor de la educación pública en México, José Vasconcelos, era un gran admirador de Hitler. En todo el continente están resurgiendo ideologías fascistas y de extrema derecha, que a menudo empiezan como discursos políticos populistas o como pronunciamientos religiosos y conservadores.
RADIOGRAFÍA EN MÉXICO
En el caso de México, un país profundamente religioso y con niveles alarmantes de racismo, el odio fundado en estas ideas está alcanzando seguidores de la manera en la que suele funcionar en este país: a través de la cultura popular. Eso incluye conciertos clandestinos de punk-rock y black metal neonazis que se celebran cada vez más en sótanos y bodegas de todos los estados. En esos espectáculos predomina la xenofobia.
Otro ejemplo son los escritos del pensador fascista mexicano Salvador Borrego, que se imprimen como editoriales y se venden junto a copias de Mein Kampf (1925), de Adolf Hitler, así como el notorio libro de conspiración antisemita Los protocolos de los sabios de Sión (1903).
La historia del fascismo en México ofrece paralelos con la historia de la extrema derecha en todo el hemisferio.
En nuestro país, los primeros movimientos fascistas surgieron cuando la nación todavía estaba en proceso de establecerse tras finalizar la violenta revolución que comenzó en 1910. La mayoría de los expertos que han tocado el tema, como Alan S. Knight, autor de Nacionalism, Xenophobia and Revolution: The Place of Foreigners and Foreign Interests in Mexico, están de acuerdo en que el posterior desarrollo de México estuvo influenciado por muchas ideologías globales como el comunismo, el socialismo, el liberalismo y, por supuesto, el fascismo. Impulsados por las posiciones anticatólicas del gobierno revolucionario, muchos grupos de extrema derecha surgieron en todo el territorio, en conjunto con movimientos nacionalistas antiimperialistas.
Entre estos grupos se encontraba el grupo paramilitar antisemita Camisas Doradas, formado en la década de 1930 con el apoyo del general Nicolás Rodríguez, quien buscaba derrocar al gobierno de Lázaro Cárdenas y regularmente participaba en violencia callejera contra los izquierdistas. El golpe finalmente fracasó y Rodríguez fue enviado al exilio, donde continuó al mando de su grupo paramilitar fascista desde Estados Unidos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras el gobierno mexicano de Manuel Ávila Camacho estaba alineado con los Aliados, había cierta afinidad entre ciertos sectores con el fascismo de Mussolini en Italia, de Adolf Hitler en Alemania y de Francisco Franco en España. Estos seguidores sentaron las bases para la literatura que difundiría estas ideas de extrema derecha en los próximos años, especialmente durante la turbulenta década de los sesenta, cuando muchos jóvenes involucrados en movimientos procatólicos y anticomunistas encontraron una plataforma sólida y global en el fascismo europeo.
Desde los años treinta y cuarenta, el atractivo del nazismo existe y se actualiza constantemente, con mayor velocidad desde que los medios se han vuelto más inmediatos y accesibles para todos. Ha sobrevivido y no sólo en círculos intelectuales escondidos en las sombras, sino que también ha permeado la cultura juvenil en conciertos, grupos juveniles de iglesias y en uno de los mundillos más peligrosos: el del humor en Internet.
IDEA LLEVADA A ELECCIONES
También han existido movimientos fascistas en, básicamente, todos los países de América Latina: Guatemala, Colombia, Perú, Chile y Argentina entre los más destacados. Estos movimientos a menudo emplean el mismo léxico que abrazaba los silbatos antisemitas y buscaba el poder político a través de la apología de la violencia.
Hoy en día, el fascismo latinoamericano se presenta en el poder de forma más sofisticada y mejor envuelta para los votantes a medida, por ejemplo, que los regímenes autoritarios de Centroamérica concentran cada vez más su poder. Esto incluye el ascenso y las medidas polémicas del presidente Nayib Bukele en El Salvador, a quien en el país se trata como una figura casi mesiánica entre la extrema derecha. También se incluye al expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, a quien regularmente llamaban “El Trump de los trópicos” y gobernó con un populismo de extrema derecha al que el profesor de historia de la Nueva Escuela de Investigación Social, Federico Finchelstein, se refiere como “aspirante a fascismo”.
Las elecciones en todo el hemisferio han visto el apoyo de muchos candidatos de extrema derecha. En las últimas elecciones en Chile, Colombia y Brasil, los candidatos de esta facción obtuvieron cantidades masivas de votos.
SI DIOS TUVIERA QUE VER CON ESTO
Los regímenes autoritarios actuales a menudo han adoptado una inclinación nacionalista cristiana. Por ejemplo, en Guatemala han tratado de aprobar legislación en contra de una agenda percibida como “globalista”. Esta tendencia se hace eco de las narrativas históricas del antisemitismo, pero bajo la apariencia de una derecha evangélica basada en las predicciones del fin de los tiempos del Libro del Apocalipsis de La Biblia.
Estos movimientos fascistas evangélicos han difundido mensajes de oposición a los derechos de la comunidad LGBTQ+, argumentando “la defensa de la niñez”, lo que también se ha visto en Perú con el movimiento Con Mis Hijos No Te Metas, por mencionar uno de los más robustos y que ha luchado abiertamente contra los derechos LGBTQ+ (una rama de este movimiento también existe en Guatemala). Estos posicionamientos se basan en los movimientos anticomunistas de la Guerra Fría, lo que sugiere que la promoción de la igualdad es parte de una conspiración internacional para socavar la familia y el orden social.
Otros países también han adoptado posiciones protofascistas, como en Nicaragua, donde la dictadura de Daniel Ortega y su esposa y “copresidenta”, Rosario Murillo, han tratado de concentrar el poder en torno a ellos mismos, presentándose como los salvadores del país.
Desde el río Bravo hasta la Tierra del Fuego, los seguidores del fascismo resurgen en un momento en el que la izquierda latinoamericana se ha visto desprestigiada por la corrupción y los conflictos de intereses, a su vez, en una era en la que cada tendencia se extiende y se acepta con la misma vertiginosidad que sucede con la moda, la música y los discursos virales que han tenido suerte en Tik Tok.