Nueva legislatura
Este 1 de septiembre empezará a trabajar una nueva legislatura federal, la sexagésima sexta, LXVI. Una nueva Cámara de Diputados y un nuevo Senado empezarán a legislar, a pesar de que el cambio de poder en la Presidencia de la República no se realizará hasta el próximo 1 de octubre. En estos 30 días, el presidente López Obrador buscará dejar una huella legislativa con la que tendrá que vivir su sucesora.
La renovación periódica de las instituciones políticas da vigor a cualquier país. Por eso preocupa que estemos regresando a una nueva era de partido hegemónico; esto nunca ha sido bueno para un país. Morena, acompañado de sus dos satélites, el Partido Verde y el Partido del Trabajo, tiene una posición cada vez más dominante en el sistema político nacional.
México ha vivido un período democrático sin precedentes. Nunca tuvimos alternancia pacífica de partidos en el poder hasta que la permitieron las reformas electorales de los años noventa. Con anterioridad, el partido en el poder controlaba todo aspecto de la vida pública y tenía asegurados todos los triunfos electorales. Las reformas de 1990, 1993, 1994 y 1996 crearon un campo de juego más parejo. La decisión fundamental fue construir un árbitro independiente, el Instituto Federal Electoral, que después se convertiría en el Instituto Nacional Electoral, y que desplazó a la Secretaría de Gobernación en el manejo de las votaciones. A partir de la elección intermedia de 1997 México ha experimentado una era de alternancia y de verdadera democracia.
Ahora, no obstante, estamos viviendo un retroceso. Con el argumento de que la democracia y la alternancia fueron parte de un “período neoliberal”, el gobierno de López Obrador ha buscado reconstruir el sistema de presidencia imperial y partido hegemónico. Para eso utiliza una conferencia de prensa diaria, que ha tenido una influencia profunda en la nación, y programas sociales que han sido distribuidos con el mensaje de que son dádivas personales del presidente y del partido en el poder.
Nadie puede negar el éxito político de López Obrador. Ha logrado una enorme popularidad, que es el fundamento del poder. Morena, un partido creado apenas en 2014, ha pasado a ser la fuerza política dominante. Ahora, al final de su mandato, AMLO tiene un mes para dejar no solo los cambios que ya hizo en su gobierno, sino para fijar una agenda a la presidente electa, Claudia Sheinbaum, para el sexenio 2024 a 2030.
La doctora Sheinbaum ha sido respetuosa al extremo de las políticas y propuestas de López Obrador. Sabe que le debe la candidatura a la Presidencia y también la creación del movimiento político que le permitirá gobernar el país. Muchos analistas, sin embargo, han señalado que las reformas de AMLO para esta próxima legislatura resultarían en un debilitamiento de la división de poderes y de los contrapesos al poder de un régimen democrático. Es imposible creer que una política experimentada, con doctorado en ciencias, no se da cuenta de los errores que le está heredando el mismo hombre que le dio la oportunidad de ser la primera presidenta de México.
Toda legislatura es importante. Los legisladores tienen el poder de crear leyes que destruyan libertades y capacidad económica. El primer mes de esta nueva legislatura, sin embargo, será más relevante que cualquiera, porque en él el presidente podría dejar a su sucesora una serie de reformas que se convertirían en un lastre para nuestro país.
