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PEQUEÑAS ESPECIES

UNA LECCIÓN DE FE

José Ángel contaba con diez y siete años de edad y siempre había añorado un perro, debido a su problema de parálisis cerebral se lo habían negado.

La familia de José vivía en el campo y se encontraban reunidos pensando en el regalo para su cumpleaños, todos sabían lo que siempre había deseado, pero debido a su enfermedad se oponían en complacerlo. La madre de José armada de valor les dijo. ¡Si mi hijo quiere un perro, lo tendrá!, estoy segura que todo saldrá bien, además sé de personas con discapacidad que les ayuda para salir adelante con su enfermedad.

Al encontrarse en la tienda de mascotas, un cachorro se paraba sobre sus dos patas traseras y movía insistentemente la cola, se trataba de una perrita "Border collie" color negro, con sus patas y pecho blanco, de tres meses de edad, ideal para hacerle compañía a su amo.

Su mamá no se equivocó, la relación entre "Linda" y su hijo era perfecta, él aprendió a darle de comer y asearla, solían pasear todos los días por el campo. Un domingo en la mañana José Ángel llamó a su mascota, pero jamás acudió, la pasión de ella era perseguir codornices y conejos, siendo así su genética, el pastoreo, la inteligencia, e infinitamente la lealtad hacia su amo.

Contaba con dos años de edad y tenía toda la energía de la juventud, aquél día corría incansablemente al seguir una liebre, y al atravesar intempestivamente un camino vecinal, fue arrollada por un automóvil, los mismos ocupantes trataron de prestarle auxilio, presentaba abundante hemorragia por las fosas nasales y hocico, además respiraba con bastante dificultad, pasaron unos minutos y al ver que permanecía inmóvil, la sepultaron superficialmente en una pequeña zanja junto al camino dándola por muerta.

Sabían los ocupantes del automóvil que pertenecía la perrita a José Ángel, inmediatamente hablaron con su madre y le contaron lo ocurrido con una enorme pena, ofreciendo reponerla con otra mascota. Al preguntar José por "Linda", su madre le explicaba que no regresaría, que había ido al cielo hacerle compañía al abuelo, él se rehusaba a creerlo, incluso rechazó el ofrecimiento de otra mascota.

José Ángel se sentaba todas las tardes en el viejo sillón donde acostumbraban a diario ver la televisión juntos, esperando el regreso de su perrita, le trataron de explicar nuevamente su ausencia, pero jamás prestó la menor atención, nunca se desesperó ni tampoco se echó a llorar, él seguía con la firme convicción de que volvería su mascota, así continuó con una fe ciega en que tarde o temprano aparecería.

Pasaron dos largos días después de la desaparición de su compañera, cuando a lo lejos observó una figura llena de tierra y hojas secas que caminaba lastimosamente hacia su casa, ¡Linda! mamá, es ¡Linda!, gritaba lleno de alegría, ella había regresado, logrando salir de su tumba, donde aparentemente la habían dado por muerta, "Linda" logró llegar después de caminar dos eternos kilómetros con sus heridas, habiendo estado inconsciente por más de cuarenta y ocho horas, inmediatamente la llevaron con el veterinario, curando sus heridas y atendiéndola hasta que sanó perfectamente.

La enfermedad de su dueño jamás impidió perder la fe por el amor a su mascota. Hermosa lección que debemos contemplar personas con facultades a plenitud, que a los primeros nubarrones nos sentimos derrotados y llegamos a perder toda fe y esperanza, siendo lo primero que se debe conservar, sobre todo en estos tiempos tan especiales.

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