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El proceso creativo es uno de los más complejos en lo que a funciones mentales se refiere. Involucra áreas de recepción y procesamiento de información, memoria, atención y concentración. Dichas funciones cognitivas estuvieron presentes en la mayoría de las cosas creadas por la humanidad, y es por ello que la creatividad y la inteligencia son dos conceptos íntimamente ligados.
Pero, ¿qué es la creatividad? Se refiere a la capacidad de generar ideas originales e innovadoras. Requiere de habilidades de pensamiento diferentes y una visión del mundo desde diversas perspectivas para encontrar soluciones.
Esta habilidad ha sido catalogada en fechas recientes como un equivalente a la inteligencia; dicho en palabras simples, “la inteligencia es eso que haces cuando no sabes qué hacer”.
Se suele relacionar la idea de ser creativo con las manualidades y las artes plásticas. Sin embargo, la creatividad está también ligada al ingenio, al desarrollo de dispositivos, los métodos de trabajo, juegos o soluciones verbales. Es por ello que solemos encontrarnos con más rasgos creativos en los niños, pues muestran menos resistencia a dejarse llevar por lo que idean, sin temor a ser juzgados o criticados, o a cometer equivocaciones.
FASES DE LA CREATIVIDAD
Según el psicólogo Graham Wallas, existen cuatro etapas en el proceso creativo:
Búsqueda. La necesidad creativa suele surgir de un problema planteado, una situación crítica o una inquietud artística. En esta fase es crucial la búsqueda de información en todos los posibles lugares. Se considerarán el contenido, el formato y el uso de la solución a la que queremos llegar. Es posible alcanzarla de manera gradual, o bien, teniendo un rumbo definido.
Incubación. Es necesario tomar un breve receso de la idea que se está germinando; se recomienda que la “abandonemos” por un tiempo para dejarla reposar. Esto puede dar lugar a que otros pensamientos la complementen. La mejor manera de dar ese espacio es realizando tareas que no tengan nada que ver con la solución que estamos buscando.
Iluminación. La gran solución llega. Es necesario echar mano de todas las pequeñas y grandes ideas que se recopilaron, para luego seleccionarlas y modelar una técnica a partir de ellas. Aquí también evaluamos si esas ideas son operantes para el tema que estamos tratando de abordar. Muchas veces, el hablar con alguien puede ser de suma utilidad, máxime si la solución que estamos tratando de llevar a cabo es algo muy específico. En esta fase se hará uso de toda la paciencia, la constancia y la tolerancia a la frustración que poseemos, pues existe la posibilidad de que la idea que tuvimos no resuelva al cien por ciento nuestra necesidad.
Verificación. Hemos de realizar una crítica a la solución desarrollada. Es posible que no nos guste del todo o que no cumpla con los objetivos establecidos inicialmente. En estos casos es muy bueno rodearse de personas que puedan aportar positiva y significativamente al caso. Es muy importante no quedarnos sólo con una idea, sino ser flexibles para dar la bienvenida a más recursos útiles. Es muy probable que necesitemos regresar un poco sobre los pasos anteriores.
¿CÓMO SE ES CREATIVO?
La creatividad es una habilidad que se estimula desde la infancia, una de las más importantes a desarrollar, sobre todo en esta etapa. Existen diferentes formas en que los padres pueden ayudar a estimular la capacidad de sus hijos para resolver nuevas situaciones y, por ende, que sus habilidades cognitivas vayan en aumento. Cabe mencionar que estas estrategias no solamente aplican a los menores, sino que también son de utilidad para los jóvenes y los adultos, y no tienen restricciones. Enumeremos algunas:
Permitir el aburrimiento. El aburrimiento es un motivo de frustración muy común. Es verdad que a las personas no nos gusta esta sensación, sin embargo, ocurre que cuando estamos aburridos es cuando tenemos un mayor potencial creativo. Haremos casi cualquier cosa por salir de ese estado, y es aquí donde surgen las mejores ideas.
Fomentar la curiosidad. Esto lo podemos llevar a cabo realizando tareas diferentes a las habituales, desde un simple juego de mesa o la elección de una ruta alternativa para llegar a casa. Un estímulo muy prometedor para los adultos son las áreas de esparcimiento en los centros laborales, de manera que haya oportunidad de socializar y de obtener más información de los compañeros de trabajo acerca de cómo resuelven los desafíos de su día a día.
Creación de espacios creativos. En los niños puede ser un salón de juegos, en los adultos puede ser la práctica de un deporte o un nuevo lugar de esparcimiento. Quienes trabajan en oficina pueden permitirse también la utilización de juguetes estimulantes, como una pelota antiestrés o algunos juegos en línea que sirvan para despejar la mente sin reducir la productividad.
Reconocer el esfuerzo. Tanto para los infantes como para los mayores, es importante percibir el apoyo y el reconocimiento, así como la valoración de sus esfuerzos. El ser integrados en procesos, que nuestras ideas sean escuchadas y recompensadas, es un excelente aliciente para que el proceso creativo continúe siendo fructífero.
ENEMIGOS DE LA CREATIVIDAD
Sobre todo en el aula de clases, es común que haya diferentes maneras en las que un niño es limitado en su proceso creativo. El adherirse rígidamente a los planes, el no reforzar la iniciativa de hacer las cosas diferentes, dar más importancia a los desaciertos que a los aciertos, y esperar que todos hagan exactamente lo mismo, son formas en que los alumnos empiezan a evitar el inicio de un proceso creativo.
Si somos especialmente observadores, podremos ver que esta desmotivación también ocurre con cierta frecuencia en los ámbitos laborales, pues si bien somos adultos, necesitamos ser igualmente estimulados y reconocidos.