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Muchas parejas postergan el embarazo por varios años con el propósito de disfrutarse mutuamente. A otras les sorprende un embarazo no planeado y unas más, a pesar de intentarlo, no pueden concebir. Como quiera que sea, la vida sexual se ve modificada cuando la paternidad toca a la puerta.
Aunque pocos lo reconocen, algunos varones se sienten intimidados al tener relaciones sexuales mientras su mujer está embarazada, y algunos definitivamente lo evitan. Los prejuicios infundados en la infancia o adolescencia les hacen considerar dañinos los encuentros pasionales en esta etapa y por eso los cancelan.
Sólo por indicación médica se deberá interrumpir la vida coital en la pareja que vive el proceso del embarazo. Un ginecólogo es el autorizado para imponer restricciones o proponer una tregua coital, más no en la actividad sexual, pues esta puede tenerse sin penetración vaginal.
VIDA ÍNTIMA INTERRUMPIDA
Para las parejas cuyo médico les da luz verde a mantener relaciones íntimas sin temores, existe una innumerable cantidad de posiciones sexuales cómodas, complacientes y eróticas que mantendrán la pasión y la unidad.
Pasado el periodo indicado por el ginecólogo para reanudar la intimidad tras el parto, algunas parejas reinician su actividad sexual sabiendo que esto no causará ningún daño. Otras, sin embargo, experimentan cierta dificultad para excitarse. Pueden sentirse fuera de forma, no encontrar su lugar ni el punto de arranque.
La llegada de un nuevo bebé trae aparejados cambios de hábitos en cuanto a horarios, ya que el ciclo de alimentación del recién nacido altera el ciclo de sueño de la madre, quien muchas veces se siente rebasada por las exigencias que trae su nueva condición y puede tardar varios meses en tener disposición de intimar con la pareja. Si es primeriza, todo se vuelve aún más complejo y generalmente requiere apoyo para asumir su nuevo rol, aunque no todas las mujeres manifiestan necesitarlo.
El esposo, ahora convertido en padre, también puede verse superado por las expectativas que trae su papel de proveedor, cuidador y amante. No es algo sencillo para los dos. Necesitan tiempo para reorganizarse, pero ahora tienen menos horas disponibles para sí mismos.
Si la pasión en el varón le exige los encuentros sexuales y la mujer no se encuentra en la misma sintonía, surgirán las discrepancias entre lo que uno reclama y lo que la otra parte retrasa o rechaza, argumentando cansancio, fastidio o franco bajo libido.
La falta de empatía del hombre y el desconocimiento acerca de todo el andamiaje hormonal que ocurre dentro del cuerpo de la mujer lo predispone a exigir, sin tomar en cuenta que la nueva madre está reconfigurando su vida desde dentro.
Si no se busca un arreglo satisfactorio para ambos, se puede caer en el error de responsabilizar al bebé de las desaveniencias entre los padres y experimentar enojo hacia la maternidad, viéndola como una desventajosa competencia.
Pero si este bache emocional es superado, entonces los besos y caricias serán preludio a cambios de humor femenino que propiciarán el encuentro íntimo en la pareja y los harán pasar a una dimensión distinta en su vida sexual.
REFORMULANDO LA MANERA DE AMARSE
Ser madre o padre no es motivo para hacer a un lado el rol de amante. La cuestión es encontrar la manera de cumplir con el papel de padres sin descuidar la intimidad.
Muchos varones experimentan un incremento en el deseo sexual a lo largo de todo el embarazo y posterior al parto, manteniendo una tórrida actividad íntima. No se distancian de su pareja, incluso le insisten para que se haga un espacio dedicado al erotismo.
La actitud frente a las nuevas circunstancias de crianza marcará la diferencia. Si se cuenta con la buena voluntad, entonces, aunque exista cansancio, fatiga mental u otra condición, esto no será obstáculo para tener encuentros divertidos, relajantes y apasionados.
Quienes viven a la expectativa de que algo malo suceda, como que el bebé se enferme o que pase alguna calamidad, generará hormonas de estrés y disminuirá su deseo sexual, su capacidad de excitación durante el acto y, por consecuencia, habrá dificultad para lograr el orgasmo.
COLECHO
Dormir con el bebé en el mismo colchón o colocarlo en una cuna adosada a la cama se conoce como colecho y es una práctica benéfica para la madre, porque de esa manera no tiene que levantarse a cada rato para alimentarlo. Además, se sentirá tranquila y segura al estar cerca de su hijo.
La edad para dejar el colecho la determinan los padres en función de la capacidad de independencia que el pequeño vaya logrando. Una gran mayoría lo hace a los seis meses, pero se puede prolongar hasta los tres años. Lo recomendable es una media entre doce y dieciocho meses de edad. De lo contrario, el desapego resultará difícil para el menor, generando dependencia hacia sus padres, particularmente a la madre.
A pesar de las ventajas del colecho, este puede llegar a convertirse en un enemigo de la intimidad. Este tema es causa de muchas desavenencias y puede quebrantar los buenos términos en la pareja. En caso de conflicto es mejor solicitar asesoría profesional, porque la presencia de los hijos en la recámara bloquea la espontaneidad que muchos necesitan para iniciar sus encuentros sexuales.
CÓMO LOGRAR NUEVOS LAZOS SEXUALES
Partiendo del acuerdo de reanudar la vida sexual, es menester preparar los encuentros y no dejarlos al azar, ya que los niños parecen tener un radar y no dormir por más esfuerzos que hagan sus cuidadores. A veces los padres caen rendidos antes de que los hijos se cansen.
La vida sexual planificada no es del agrado de muchos, pero es la alternativa más efectiva para conseguir tener relaciones porque, aunque se insista en la espontaneidad, los niños tienen batería nueva y no se agotan como los padres. Motive a su pareja, ponga de su parte y ayúdela en todo lo que pueda, no sólo el día en que vayan a tener intimidad, sino todos los días de su vida.
Los varones tienden a desestimar el trabajo del hogar considerándolo obligación de la mujer, sin embargo, esto suma al elevado consumo de energía que trae aparejado el criar un nuevo hijo.
Repartir las tareas de casa construirá la igualdad necesaria para formar un equipo. Muchas parejas naufragan por no entender este concepto. Cada cabeza es un mundo e integrar dos de ellos es realmente una tarea titánica. Hombres y mujeres no piensan ni sienten igual, aunque pueden tener la mejor de las intenciones de aceptarse mutuamente.
La vida en pareja requiere de saberse comprendido, amado, deseado. Si cada uno experimenta esta sensación, se relaja y está dispuesto a gozar su sexualidad, se dará la comunicación necesaria para disfrutar de manera constante de relaciones sexuales complacientes, placenteras y gozosas.