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Reflexiones sobre 'La guerra no tiene rostro de mujer'

La periodista Svetlana Aleksiévich rescata las historias de algunas de las más de un millón de combatientes soviéticas de sexo femenino que participaron en la Segunda Guerra Mundial y que fueron menospreciadas por la narrativa oficial de su patria.

Guerrilleras soviéticas operando en Rusia en la Segunda Guerra Mundial.

Guerrilleras soviéticas operando en Rusia en la Segunda Guerra Mundial.

GALILEA OLIVARES

Svetlana Aleksiévich, premio Nobel de Literatura en 2015, nos entrega en La guerra no tiene rostro de mujer (1985) un relato esencial sobre las mujeres soviéticas que participaron en la Segunda Guerra Mundial. Este libro es una exploración de cómo vivieron desde el frente y detrás de las líneas de batalla, enfrentándose no sólo al enemigo, sino también a una sociedad que minimizaba su contribución. Las experiencias que relata nos obligan a repensar los significados de la memoria y la identidad femenina en el contexto bélico.

PROTAGONISTA IGNORADA 

Tradicionalmente, la guerra ha sido narrada como una historia de hombres: generales, soldados y estrategas. Sin embargo, en la Unión Soviética, cerca de un millón de mujeres participaron activamente en la Segunda Guerra Mundial, desempeñando roles esenciales como francotiradoras, pilotos y médicas de combate. El libro de Aleksiévich da voz a estas mujeres que, pese a su heroísmo, fueron invisibilizadas por la narrativa oficial. 

La autora desentraña el modo en que lidiaron con las dobles expectativas que recaían sobre sus hombros: por un lado, eran combatientes que debían demostrar fortaleza física y mental; por otro, la sociedad esperaba de ellas delicadeza y sumisión. Esto generó tensiones internas que las acompañaron incluso mucho después de la guerra. 

EXPERIENCIAS EN EL FRENTE 

Uno de los puntos más reveladores del libro es cómo las mujeres describen la guerra de manera distinta a los hombres. Para ellas, no se reduce a victorias y derrotas, sino que está llena de detalles humanos: el sonido de una bala que pasa cerca, el frío que cala los huesos y el horror de tener que amputar una extremidad con herramientas rudimentarias.

Mientras que los varones tienden a destacar logros bélicos, ellas se centran en los aspectos emocionales y en las conexiones interpersonales que las ayudaron a sobrevivir. Hablan del miedo constante, del hambre que las hacía buscar cáscaras de patata en la nieve y de los momentos de camaradería que les recordaban que seguían siendo humanas en medio de la barbarie. 

Aleksiévich también aborda cómo la guerra marcó física y emocionalmente a las combatientes. Muchas tuvieron que renunciar a su feminidad como la conocían: cortaron su cabello, usaron uniformes diseñados para hombres y, en algunos casos, enfrentaron el acoso y el abuso sexual. 

El libro documenta historias que revelan cómo los cuerpos de las mujeres se convirtieron en otro campo de batalla. Algunas sufrieron represalias por ser percibidas como poco femeninas al regresar del frente, mientras que otras vivieron vergüenza o trauma por las agresiones sufridas durante la guerra. 

EL RETORNO A CASA: HEROÍNAS SILENCIADAS 

Uno de los capítulos más dolorosos de La guerra no tiene rostro de mujer es el retorno a la vida civil. Muchas de las combatientes enfrentaron el rechazo de sus comunidades, que las veían como “demasiado endurecidas” por la guerra. En lugar de celebrarlas como heroínas, la sociedad esperaba que borraran sus experiencias y regresaran al rol tradicional de madres y esposas. 

Aleksiévich muestra cómo estas mujeres, que habían arriesgado sus vidas por su patria, fueron tratadas con indiferencia o desprecio. Sus historias quedaron relegadas, y su participación fue minimizada en los relatos oficiales. 

Más allá de ser un libro sobre el conflicto bélico, La guerra no tiene rostro de mujer es un proyecto monumental de recuperación de la memoria colectiva. La autora grabó cientos de entrevistas con mujeres de distintas regiones y contextos. Este ejercicio rescató sus historias individuales y les dio el valor que merecen dentro de la narrativa histórica. 

Aviadoras del 46 Regimiento de Bombarderos Nocturnos, conocidas como las Brujas Nocturnas, en 1943.
Aviadoras del 46 Regimiento de Bombarderos Nocturnos, conocidas como las Brujas Nocturnas, en 1943.

Aleksiévich deja claro que las mujeres no sólo fueron testigos de la guerra, sino también protagonistas. Desde sus relatos, entendemos que esta es mucho más que una serie de batallas: es una experiencia profundamente humana que afecta la vida cotidiana y redefine las relaciones humanas. 

UN ACTO DE RESISTENCIA LITERARIA 

Este libro nos permite comprender el pasado, pero también tiene implicaciones para el presente. En un mundo que aún enfrenta guerras y conflictos, la obra de la escritora bielorrusa nos recuerda que la experiencia femenina es esencial para entender la complejidad de estos eventos. Es un archivo histórico en el que nos vemos reflejados como individuos, como sociedad y como género humano. En cada página, los testimonios nos interpelan, recordándonos que, en la guerra, el verdadero heroísmo reside en la humanidad compartida.

Las voces de las mujeres que protagonizan esta narración nos enseñan que la guerra va más allá de una cuestión de vencedores y vencidos; es importante cómo afecta a las personas comunes: a quienes perdieron a sus seres queridos, a quienes arriesgaron todo por ideales y a quienes llevaron las cicatrices físicas y emocionales mucho después de que cesaron los disparos. 

Aleksiévich no escribe sólo para narrar, sino para resistir el olvido. Su libro desafía las narrativas oficiales y recupera historias que, aunque fueron silenciadas durante décadas, todavía tienen mucho que enseñarnos. Con La guerra no tiene rostro de mujer, construye un espacio donde las mujeres pueden hablar con honestidad y donde su testimonio es valorado. Es un recordatorio de que la historia de la guerra no está completa sin las voces femeninas, y que esas voces nos muestran también un lado humano y doloroso del conflicto. 

Esta obra es un homenaje a todas las mujeres que han enfrentado la guerra y una invitación a reflexionar sobre cómo contamos las historias del pasado para construir un futuro más inclusivo y empático. Su lectura nos desafía a valorar todas las perspectivas y a entender que la guerra, como la vida, no tiene un solo rostro.

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Escrito en: Galilea Olivares La guerra no tiene rostro de mujer Svetlana Aleksiévich Premio Nobel de Literatura

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