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Por estos días, la comunidad científica dedica un interés especial a un grupo de compuestos llamados senolíticos. Se ha detectado que pueden contribuir de forma significativa a eliminar células envejecidas, que ya no cumplen adecuadamente con sus funciones dentro del organismo, pero que no desaparecen. Se acumulan y, conforme pasa el tiempo, causan daño a los tejidos.
Es un proceso normal. Las células pierden su capacidad para dividirse e ingresan en una etapa denominada senescencia. Una vez allí, dejan de realizar sus tareas. Con la edad, la capacidad de nuestro cuerpo para eliminar las células senescentes se reduce.
Aquí entran en escena los senolíticos, con su potencial para mantener la salud de los tejidos y retardar los efectos del envejecimiento. Hablamos, básicamente, de sustancias o fármacos que colaboran en la limpieza de las células ya desocupadas.
TIPOS
Los compuestos que inauguraron el nombre de senolíticos fueron la quercetina y el dasatinib. La primera es un flavonoide presente en muchas frutas, verduras y cereales. El segundo es un medicamento empleado a la hora de tratar algunos tipos de cáncer. En equipo, han demostrado ser eficaces para eliminar células senescentes. Fisetina, curcumina, navitoclax y algunos glucósidos cardíacos son otros elementos de la novedosa familia.
El estrés oxidante, la contaminación ambiental, la exposición a radiación ultravioleta y la hiperoxia (niveles de oxígeno más altos de lo normal en los tejidos corporales o los pulmones) pueden inducir la senescencia celular.
El uso de senolíticos contra este proceso —es decir, como terapia antienvejecimiento— se ha constituido como una promisoria línea de investigación, toda vez que permitiría llegar al invierno de la vida en mejores condiciones y contribuiría a disminuir los males asociados con la edad avanzada.
Hoy día, decenas de estudios clínicos se llevan a cabo con el fin de evaluar sus efectos terapéuticos frente a males como la fibrosis pulmonar idiopática, la osteoartritis, el glaucoma, el Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.
Su uso, cabe mencionar, todavía pertenece al plano experimental. Al día de hoy, no existe evidencia concluyente, ni a favor ni en contra, de su empleo con fines clínicos.
¿CÓMO FUNCIONAN?
La línea general del asunto es que las células senescentes secretan sustancias químicas que contribuyen al envejecimiento y a diversos males relacionados con este.
Los senolíticos mejoran la apoptosis, es decir, la muerte programada de las células disfuncionales; interfieren con los procesos que las mantienen vivas y así desencadenan su eliminación controlada. Esto facilita la regeneración de tejidos y la recuperación de órganos afectados por el envejecimiento.
El mayor logro, a la fecha, en la investigación de estas sustancias, es la detección de un efecto antienvejecimiento en ratones, logrado a través de la combinación de dos compuestos senolíticos.
¿ETERNA JUVENTUD?
No, los senolíticos no dan la eterna juventud. Ayudan a retrasar la vejez y los problemas relacionados con ella. Por ejemplo, la quercetina, un medicamento antihistamínico y antiinflamatorio, ha demostrado capacidad para eliminar células endoteliales (presentes en los pulmones y en los vasos sanguíneos) que ya arribaron a la senescencia.
Otro ejemplo: hoy se sabe que el cardo mariano evita la aparición de células senescentes en el hígado y la piel. La fisetina reduce los marcadores que hacen envejecer a los tejidos. El navitoclax, un recurso experimental contra el cáncer, es otro compuesto que favorece la apoptosis.
La investigación de estas sustancias ha planteado a la comunidad científica cuestiones importantes. Por eso, es importante recalcar que los senolíticos, de momento, no son otra cosa que aliados potenciales de la salud y la longevidad, y que no se trata de una fuente de la eterna juventud. La idea de eliminar a la vejez del panorama pertenece, al menos por ahora, al ámbito de la ciencia ficción.
PRODUCTIVOS Y AUTÓNOMOS
La genética y los factores personales de cada individuo desempeñan un papel determinante en el proceso de envejecimiento. Aun así, los ansiolíticos poseen, al menos en potencia, la capacidad para hacer realidad algo como llegar a los 80 años con órganos y sistemas funcionales. Dicho de otro modo, ayudarían a alcanzar el octavo piso de la vida siendo aún productivos y autónomos.
Las células senescentes juegan un rol fundamental en el deterioro funcional multiorgánico. Inician, o bien mantienen, una corriente proinflamatoria que deriva en lesiones que afectan a diversos órganos y sistemas. En términos más simples, operan a favor del envejecimiento.
La promesa que entrañan los fármacos senolíticos es retardar el arribo de la vejez y la limitación funcional que la acompaña. Al ayudar a preservar el organismo, estas sustancias estarían contribuyendo a mantenernos bien conservados.
Si los senolíticos tienen éxito, disminuirían drásticamente los costos que generan la tercera edad y sus enfermedades. No es ningún secreto que el adulto mayor que ha perdido su autonomía exige cuidado médico, familiar y social de consideración. No pocas veces produce una presión económica difícil de llevar, y qué decir de cuando se le maltrata o desampara.
La presión disminuiría mucho si se lograra un envejecimiento funcional. Tal es, de momento, el horizonte que se vislumbra con los senolíticos.
Aún queda mucho camino por recorrer en esa dirección. No hay que olvidar, por ejemplo, que, al final, estas sustancias eliminan células del cuerpo. Por tanto, la comunidad científica debe conocer bien los efectos que tendrá para la vida erradicar células que no serán sustituidas.
En cualquier caso, la sola idea de que haya fármacos que ayuden a extender la autonomía de las personas ya es estimulante.