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Entrevista

Silencio Epi, experimentación colectiva

Silencio Epi es un sello discográfico mexicano, fundado en 2017 por un grupo de amigos que necesitaban un espacio donde pudieran realizar experimentación sonora, sin prejuicios y sin alguna tendencia preestablecida.

A L. Imagen: Cortesía Silencio Epi

A L. Imagen: Cortesía Silencio Epi

ANA SOFÍA MENDOZA DÍAZ

Silencio Epi es un sello discográfico mexicano, fundado en 2017 por un grupo de amigos que necesitaban un espacio donde pudieran realizar experimentación sonora, sin prejuicios y sin alguna tendencia preestablecida. No había una idea clara de lo que querían llegar a ser, simplemente deseaban crear con libertad. A la fecha, se enfocan más en esa libertad que ofrece el presente que en las incertidumbres encadenantes del futuro.

El primer contacto de Alfonso Lievanos —uno de los fundadores de Silencio Epi— con la experimentación sonora fue accidental. Un día entró a la cabina de radio de la universidad donde estudiaba porque tenía que hacer una grabación para una clase. El técnico a cargo del lugar le advirtió que no usara dos de los canales de la mezcladora, pues estaban dañados y producían ruido. Al hizo caso omiso de la indicación. Efectivamente hacían ruido, uno bastante interesante, así que el estudiante pasó la siguiente hora moviendo las perillas de la mezcladora para moldear la señal que emanaba de los canales averiados. No concretó la grabación que le habían encargado de tarea, pero al final obtuvo la reproducción de un “viaje sonoro” que se convertiría en un nuevo medio de expresión creativa para comunicar su mundo interior. 

Entre ese momento y el nacimiento de Silencio Epi transcurrieron diez años, en los cuales Alfonso se adentró en la música experimental, particualmente en el noise, género que se caracteriza por su ausencia de estructura. En ese tiempo conoció el Manifiesto futurista —aquel en el que el poeta Filippo Tommaso Marinetti exaltaba la agitación, los avances tecnológicos y la agresividad del siglo XX— y El arte de los ruidos escrito por Luigi Russolo, el padre del arte sonoro. Sobre todo, descubrió que había más proyectos en el país cuyo propósito también era explorar las pulsiones del sonido. 

Para recibir a esos talentos que se habían cruzado en su camino, inauguró Acto Espacio, una plataforma cultural independiente con sede en una casa abandonada que Alfonso había adaptado, primero, como taller personal, para luego abrirla a la creación colectiva. Ahí convergían música, performances y arte. Luego, con un enfoque más musical, surgió Silencio Epi. 

Al sello discográfico, que funciona de forma colectiva, se unieron más viajeros sonoros que habían iniciado su trayecto de diversas maneras, pero que cargaban con la misma pasión por explorar las vibraciones que el oído humano puede percibir e interpretar. Uno de ellos es el brasileño Bruno Bresani. “Desde que nací soy un migrante”, sentencia. Llegó a México huyendo de la dictadura militar. El cambio de país, de idioma, de olores, de todo lo que le era familiar, lo enmudeció.

“Permanecí en silencio un año, dejé de hablar. Me dediqué a escuchar el entorno que me llenaba el cuerpo de vibraciones, convirtiéndose en un vehículo de exploración, de significados, de silencios que me llevaban y me llevan a un viaje introspectivo de recuerdos, donde las interpretaciones y los significados se despliegan.” 

Para AV$4, el viaje se trata de la búsqueda de una narración auditiva, de generar paisajes sonoros donde tengan cabida esas emociones para las que, siendo sinceros, no siempre existen palabras. 

Mónica Martz y Bruno Bresani. Imagen: Cortesía Silencio Epi
Mónica Martz y Bruno Bresani. Imagen: Cortesía Silencio Epi

También para Dominic Loretti hay una búsqueda. Él la lleva a cabo justo en el espacio turbulento donde se confrontan la música y el ruido. 

Los otros viajeros que en este momento permanecen a bordo son Mónica Martz, Jared Mimm, ŚŪNYATĀ, Duncan Pinhas, Joe Moro, Genemi, Exxon Valdez, El Mismo Eufemismo, Neoconcret, Eseesese, Balísticos Rutilantes y Thruoutin, entre otros proyectos que comparten el carácter experimental del sello. 

Silencio Epi se ha encargado de difundir alrededor del mundo a las obras que lo conforman, haciendo giras en varios países de América, Europa y Asia, donde, a pesar de las distintas lenguas y culturas, existe ese entendimiento visceral —aparentemente primitivo— del ruido, que parece ser inherente al ser humano. 

¿Qué representa para ti el ruido como concepto? 

AV$4: El ruido representa dos vertientes: una es una forma de habitar el espacio que está a nuestro alrededor —no sólo entenderlo como un sonido desagradable, sino que forma parte de todo lo sónico que existe en la materia y en la capacidad de los oyentes—, la otra es una forma de expresar emociones que a veces no son líricas y que las palabras no alcanzan a expresar. 

A L : Yo no creo en el ruido como concepto. Creo que es una actitud para comunicar, una forma de abrir un camino, invitar a otros a que caminen sobre ese lugar y vayan a un espacio específico. Hay personas que yo he visto que emiten cierto ruido y hacen un performance, como un show, y es muy válido, pero no tienen conexión con el público, y a mí lo que me interesa es conectar con la gente y entregar esta sensación de lo que yo estoy haciendo en ese momento, entregarme y abrir el sonido a ver qué pasa, a ver cómo lo resuelvo. A veces sale bien y a veces no, porque uno no está preparado ni tiene una estructura ya armada, o no hay una banda detrás que esté tocando. 

Si la música se moldea a través de estructuras como melodía, ritmo y armonía, ¿qué es lo que moldea al noise y otros géneros similares? 

A L : Creo que lo maravilloso de esto es que no se sustenta en nada. O sea, no hay una técnica, no hay reglas. Son como formas internas de compartir ciertos sentimientos que uno tiene acerca de la realidad, y utilizar la exploración sonora como un instrumento para ir más allá de la música. Trae otro tipo de sensaciones que hay que ir descubriendo personalmente. Quizá es lo que pasaba con el rock en algún momento, o con el rock and roll, y después ya se volvió tan escuchado que ya es más complicado crear cosas nuevas a partir de esos géneros. 

Bruno Bresani: El ruido y el error en la creación musical actúan moldeando lo sensible, expandiendo los límites de la expresión. El ruido se manifiesta en desajustes, en dislocaciones, en notas fuera de lugar o distorsiones imprevistas; introduce elementos de espontaneidad que enriquecen la experiencia auditiva. Aquí el error se convierte en un recurso creativo que permite explorar texturas y sonoridades. La integración de elementos imperfectos se transforma en un reflejo de la condición humana, en la pérdida, en las complejidades y en las contradicciones, las cuales nos ofrecen una experiencia estética profunda, convirtiéndose en una herramienta esencial en el noise. 

Dominic Loretti. Imagen: Cortesía Silencio Epi
Dominic Loretti. Imagen: Cortesía Silencio Epi

En el mundo de ruido constante en que vivimos, ¿qué valor tiene la capacidad de manipular el sonido como actividad expresiva? ¿Qué añade a esas capas de ruido en las que siempre estamos inmersos? 

A L : No sé. Es algo muy distinto al ruido que escuchamos en esta era de información digital o de producción industrial. Ese es simplemente un zumbido. A veces hay, por ejemplo, sonidos de máquinas que son constantes y crean un cierto ritmo, pero son sólo patrones, y el ruido controlado y creado a partir de cierta inquietud creativa puede llegar a ser más como una forma en la que nos sentimos a partir de lo que estamos experimentando en la realidad. 

Bruno Bresani: Vivimos en un mundo de caos en donde trabajar con el error se convierte en un punto de inflexión, en donde lo no planificado y lo imprevisto encuentran un espacio en la incertidumbre, en donde emerge la belleza de lo no controlado, de la vulnerabilidad de lo sensible. El ruido rompe con la claridad y con la previsibilidad, nos invita a explorar la profundidad y la riqueza de lo imperfecto, abriendo vías para la experimentación. 

Dominic Loretti: Tiene un valor muy profundo, alquímico, mágico, pero muy real. 

¿Qué me pueden decir del silencio, particularmente de la temporalidad en que se entrelaza con el ruido? 

AV$4: A veces es difícil involucrarnos con el silencio. En cualquier parte de la ciudad hay contaminación sonora y esto hace que ya no haya espacios de silencio. El que el sonido se produzca en determinado tiempo significa cambio, porque hay movimiento. En el silencio hay sonido, por lo tanto, en el silencio hay movimiento introspectivo y tiempo, en esa relación de: silencio–tiempo, ruido–movimiento, silencio–movimiento. Lo contrario del ruido es el silencio y de eso también va el concepto del sello: una postura dicotómica del pensamiento moderno donde puede haber una forma de unir extremos para crear algo a partir de ello. 

Mónica Martz: El silencio, en su esencia, no es la ausencia de sonido, sino un espacio de potencialidad y reflexión. En la experimentación sonora, el silencio se convierte en un lienzo en blanco donde el tiempo se dilata y se concentra. Este enfoque en el presente continuo rompe con la percepción lineal del tiempo, sumergiéndonos en un estado de consciencia temporal donde cada momento es único y significativo. Al prestar atención al silencio y al sonido, nuestras experiencias sensoriales se profundizan. Empezamos a notar texturas sonoras, matices y ritmos que antes pasaban desapercibidos, enriqueciendo nuestra percepción del mundo. 

¿Cuáles son las diferencias más relevantes respecto a lo que ofrece la música y lo que ofrece la no música, ya sea como espectador o como creador? 

Dominic Loretti: La música ofrece reglas, seguridad, teoría. La no música ofrece libertad, incertidumbre y praxis. 

Kia. Imagen: Cortesía Silencio Epi
Kia. Imagen: Cortesía Silencio Epi

AV$4: Existe una idea controversial sobre la línea que existe entre la música y la no música; se debe a la forma en la que la música académica, la música “formal”, se constituye, se crea y se ejecuta. Como sello buscamos una interpelación de las dos formas de crear/destruir música, de una manera integral; hacer música con la no música.

Mónica Martz: La música, en su forma más tradicional, ofrece estructuras reconocibles como melodía, armonía y ritmo. Estas estructuras proporcionan un marco dentro del cual los oyentes podemos encontrar patrones y significados, evocando emociones y recuerdos. La no música, o el sonido no estructurado, ofrece una mayor ambigüedad y libertad interpretativa. Esto permite una exploración más personal y subjetiva, donde cada oyente puede encontrar su propio significado o simplemente experimentar el sonido sin buscar un propósito. 

Como creadora, crear “no música”, o trabajar con sonidos no convencionales, es un acto de exploración, descubrimiento e introspección. Este proceso puede ser más libre y experimental, permitiendo una mayor creatividad y una ruptura con las normas establecidas. En la no música, el azar y la incertidumbre juegan un papel más prominente. Aceptar y trabajar con lo impredecible puede llevar a resultados únicos, fomentando una apertura a nuevas posibilidades y perspectivas. 

Silencio Epi ha hecho giras en distintas ciudades y países, y cada uno tiene su sello sonoro. ¿Cómo influye en sus presentaciones la sonoridad de cada lugar al que van? 

A L: En Brasil, por ejemplo, tienen más esta cultura de ritmo, de bailar, entonces yo utilizaba más canciones con estructura. En otros lugares puedo explorar más e improvisar. Por ejemplo, recuerdo que todas las veces que me presenté en Francia, la gente estaba enfrente escuchando y dispuesta realmente a percibir lo que yo estaba haciendo en ese momento. Aquí en México hay algunos lugares donde es más una fiesta y está de fondo alguien haciendo algo (musicalmente) ahí atrás. Tailandia tiene muchas cosas en común con México, yo supongo que por el clima, que es muy parecido, sólo que conserva mucho más su cultura antigua y eso, de alguna forma, hace que las manifestaciones sean más fuertes y sobre todo más espirituales. 

Yo creo que también es importante quién dirige el lugar (donde tocamos), porque ahí se refleja mucho su personalidad. Los espacios tienen sus propios objetivos, sus intenciones, y eso se refleja mucho. Hay lugares donde sólo les interesa que la gente vaya y se la pase bien sin explorar nada nuevo, que es muy válido; hay otros lugares que sí tienen la intención de estar más cerca del artista y les da más libertad de crear. A mí me gustan los lugares de fiesta y me gustan los lugares donde uno pueda sentirse con la capacidad de crear nuevas cosas; creo que todo influye para bien siempre. 

La voz es el sonido humano sobre el que tenemos mayor control, ¿cómo se incluye la voz como instrumento sonoro en algunos proyectos de Silencio Epi? ¿Cuál es el mensaje que buscan transmitir específicamente con la voz? 

A L : Es una forma de explorar los sentimientos que uno tiene, que muchas veces van cambiando, que son parte de la experiencia que uno va teniendo. A veces puede ser cruda, fría o difícil, pero otras veces puede ser muy confortable, alegre y suave. Poder controlar este instrumento interior con tecnología es muy importante porque le da riqueza a lo que uno puede hacer. Es ese sentimiento que quizá uno vivió durante esos días y de repente sale de una forma muy espontánea. 

El Mismo Eufemismo. Imagen: Cortesía Silencio Epi
El Mismo Eufemismo. Imagen: Cortesía Silencio Epi

Mónica Martz: La voz, como el sonido más íntimo y controlable que poseemos, representa una extensión de nuestra identidad y una manifestación directa de nuestro ser. Al incluir la voz como instrumento sonoro en proyectos personales y colaboraciones con Silencio Epi, se convierte en un vehículo para explorar la intersección entre la individualidad y la colectividad, entre lo personal y lo universal. La utilizo para navegar los rincones más profundos de la psique, expresando matices de la existencia que de otro modo quedarían inarticulados. En las colaboraciones con Silencio Epi, la voz puede tomar un rol más colectivo, simbolizando la unión de múltiples perspectivas y experiencias. A través del canto, el habla, el susurro y el grito, la voz esculpe un paisaje sonoro que refleja la complejidad de la condición humana. 

¿Qué diferencia hay entre la forma que se perciben corporalmente los sonidos emanados de una máquina y los surgidos del propio cuerpo? 

A L: Me siento mucho mejor usando la voz porque es algo que viene del interior. Para mí es más sencillo de utilizar que un instrumento acústico o una computadora, y me es muy necesario utilizarlo porque viene de una parte profunda de mí. 

Incluso a veces he utilizado el micrófono en diferentes partes del cuerpo. Por ejemplo, una vez traté de ponérmelo aquí (en el cuello) y sí salió algo interesante con el micrófono, porque se escuchaba más la vibración y no tanto lo que hablaba. A veces las ineficiencias o los errores que hay en los lugares te ayudan a explorar un poquito más las cosas. Después vi a amigos que lo estaban haciendo también. Eso es lo que yo creo que tiene de bonito el sello, que es una cuestión de compartir experiencias; lejos de competir, es ayudarnos a explorar también esas áreas que uno va descubriendo poco a poco. 

Mónica Martz: La diferencia reside en la ontología de su origen y su resonancia. Los sonidos del cuerpo, especialmente la voz, son innatamente humanos, cargados de significado existencial, y crean una experiencia visceral y profundamente conectada con nuestra identidad física y espiritual. 

Algo que llama la atención es que Silencio Epi produce muchos casetes y eso es algo raro en la actualidad. ¿Qué posibilidades ofrece este medio respecto a otros? 

AV$4: Hace varios años que se ha dejado de consumir música de manera física —vinilo, casetes, cedés, etcétera—. Se ha vuelto un producto consumible sólo en plataformas de internet, y esto hace que se monopolice la forma de consumir música. 

Consumir las distintas formas de materiales físicos musicales ayuda a crear una alternativa a las plataformas que monopolizan estas expresiones. Tener el objeto musical cambia definitivamente el vínculo que se tiene con ello. 

Imagen: Cortesía Silencio Epi
Imagen: Cortesía Silencio Epi

A L : El grabar nuestro trabajo en casetes es una forma muy peculiar que nos da la libertad de hacer cuantos queramos y en el momento que lo deseemos, sin esperar la validez de la tendencia del vinil, del CD o esperar las miles de reproducciones digitales. 

Bruno Bresani: La textura del sonido en la cinta magnética se convierte en una huella de la materialidad, de la nostalgia. Estos ruidos, estos zumbidos, crujidos y fluctuaciones tonales, no sólo evidencian el desgaste físico de la cinta, sino que también capturan lo emocional, la imperfección en la reproducción. Esto, lejos de ser visto como un defecto, nos añade, nos crea la nostalgia en el sabor de las texturas y de los ruidos, del roce resultante de la fricción y de la degradación del tiempo, infundiendo al sonido una calidad orgánica y humana. En este sentido, el ruido del error en la cinta magnética no sólo refleja la mortalidad del medio, sino que también se convierte en un componente estético que añade profundidad y carácter al contenido auditivo, invitando a una experiencia de escucha más íntima, más reflexiva. En Silencio Epi buscamos lo sensible en el caos, lo táctil en lo efímero, lo bello en lo imperfecto. 

Luego de años de exploración sonora, ¿cómo se refleja este proceso creativo en la forma en que perciben el mundo? 

Bruno Bresani: Este proceso de exploración no se limita a la experiencia auditiva, sino que se extiende a lo corporal en una búsqueda de comprensión y conexión con lo inconsciente. Así, lo sonoro se convierte en imaginación, en piel sensible, permitiendo que emerja la memoria en el descubrimiento de los límites a través del sonido. 

A L: Ha sido una especie de entendimiento espiritual, por decirlo de alguna forma, y voy entendiendo más esa sensación que uno muchas veces tiene, de querer saber de dónde vienen tanto malestares como cosas con las que uno se siente feliz. Muchas veces nos preguntamos qué estamos haciendo en este mundo, por qué estamos vivos, por qué vemos, por qué respiramos, y estas formas de creación nos ayudan a entender eso. Es entender que no importa mucho el hecho de que estemos aquí; se trata de no tener prejuicios, ninguna intención de causar nada, simplemente vivir el momento. Nos ayuda a entendernos para cohabitar en la existencia de una mejor forma.

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Escrito en: Ana Sofía Mendoza Silencio Epi música experimental música independiente AL KIA Bruno Bresani Mónica Martz El Mismo Eufemismo AV Dominic Loretti

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