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CEPILLO DE DIENTES

Entre cientos de utensilios simples que empleamos a diario encontramos uno al que por lo general no le damos la importancia que merece: el cepillo de dientes.

En Estados Unidos, se realizó una encuesta efectuada por el Índice de inventos Lemelson-MIT. del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT). El cuestionario preguntaba cuál de cinco inventos era imprescindible para los estadounidenses. En el sondeo, el cepillo de dientes se erigió como campeón indiscutible, venciendo al automóvil, a la computadora personal, al teléfono celular y al horno de microondas, en ese orden. Se consideró el Rey de los Inventos.

Los dientes los tenemos siempre con nosotros, mientras que un automóvil o la computadora se pueden actualizar, renovar, cambiar, no así nuestras dientes que son herramientas para comer y deben de tener mas valía que un diamante, ya que las estructuras dentarias se pueden cambiar pero con alto costo físico.

Los primeros cepillos se llamaban "palos o varas para masticar" y eran construidos con pequeñas ramitas de árbol que se machacaban para ablandarlas. Uno de sus extremos se moldeaba para que quedara en forma de filamentos lo suficientemente suaves como para ser soportados por las encías. Eran herramientas ásperas cuyo efecto era muy similar al de los palillos de dientes. Algunas tribus de nativos de Australia y África aún usan estos rudimentarios cepillos para mantener limpia su dentadura. Las civilizaciones de la antigüedad también tuvieron sus formas particulares de cuidar sus dientes.

Plino el Joven (61-113 d. C.) afirmaba que utilizar el cañón de una pluma de buitre para limpiar los dientes podía producir halitosis, o mal aliento, y sin embargo le gustaba emplear una púa de puercoespín porque, según él, "mantenía los dientes firmes".

Grecia fue, como en todo, más avanzada. Aristóteles, por ejemplo, aconsejaba a Alejandro el Grande que cada mañana diera un masaje a sus dientes con un paño fino de lino que fuera ligeramente áspero. El primer cepillo construido se remonta a 1498, cuando un emperador chino insertó cerdas de pelo de puerco en un hueso, formando una especie de cepillo. Fueron los ingleses quienes legaron a nuestra civilización el primer cepillo de dientes moderno.

El invento se popularizó luego en Europa, pero debido a su elevado costo, las familias más humildes tenían que compartir el mismo cepillo, el mango era de marfil y las cerdas naturales, lo que encarecía de manera significativa su costo. No fue sino hasta 1938, cuando DuPont introdujo las cerdas de nylon en reemplazo del pelo de cerdo.

En la actualidad, hay cepillos anatómicos, electrónicos, en modalidades para niños, adultos, hombres, mujeres o personas mayores, de todos colores y tamaños, ultrasuaves, para limpieza de prótesis totales. Son, pues, una de tantas curiosidades producto de la ciencia.

Lo importante es hacerlo, cepillar, no importa la forma del aditamento, solo que no lastime, ya sea blando medio o duro, depende mucho la forma de como usted ejerza el cepillado. Nuestros antepasados consideraban que una dentadura blanca requería cuidados muy concretos. Los avances se fueron sucediendo y así, el médico latino Escribonius Largus inventó la pasta de dientes hace la friolera de dos mil años.

Vinagre, miel, sal y cristal machacado eran los ingredientes básicos para su composición. Pero antes que él, los griegos utilizaban la orina humana como dentífrico, asegurando que no había mejor remedio contra la caries, creencia que curiosamente era sostenida hasta el siglo pasado.

El cepillo de dientes, por su parte, tuvo sus más directos antecesores en las ramitas de una planta de palma llamada areca usadas por los árabes, que moldeaban los extremos para suavizarlos. Su forma era similar a la de los palillos de hoy en día y algunas tribus africanas y australianas siguen usando útiles similares para limpiar su dentadura.

Las civilizaciones clásicas también fueron desarrollando sus instrumentos de limpieza: púas de puerco espín, masajear los dientes con un paño de lino, etcétera. Hubo dos hechos significativos en el siglo XX: en 1938 apareció el llamado "cepillo milagro", del Dr. West, que estaba elaborado con púas de seda que permitían una perfecta higiene bucal. Y el segundo hito en la historia del cepillo se produjo en 1969, cuando el astronauta Neil Armstrong llevó uno consigo en su misión espacial; así que, además, el cepillo de dientes puede presumir de haber estado en la luna.

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