Un paréntesis
El brutal nocaut me dejó en la lona. Aunque las señales eran claras. Aunque estaba anunciado y proclamado. Aunque la entonces candidata con el aplomo que le dio el apoyo incondicional de su patrón, se permitió el “chascarrillo” de que “las elecciones del 2 de junio son un mero trámite”. Aunque la elección de Estado, bien apuntalada con campañas ilegales y dádivas a la población vulnerable, o sea, el pueblo —que es la manera de no nombrar—. Los pobres, que como había apostado el macuspano, “ellos sí son agradecidos”, por supuesto, agradecieron con su voto. No obstante las señales eran claras, no pude digerir con indiferencia el agandalle.
A Nosotros, los millones de ciudadanos hartos del aprovechamiento de cámaras y micrófonos pagados con dinero público para insultar y exhibir a quienes no compartimos la ideología populista, nos costó asumir el desconcierto postelectoral. Y ahí estaba yo, en la lona bajo los efectos de una severa postración, cuando la vida, que quita pero también da, me ofreció un amable paréntesis.
Una invitación de mis amigas laguneras y sus palabras aladas. Mo, con el corazón de par en par; Cristi, tan sabia; Espe, toda dulzura; Rosy, nuestra poeta; Lore y su creatividad. Lu —nuestra Verstappen—, al volante de su poderosa nave, nos transportó a Parras de la Fuente, donde corazones en ronda, cantamos un himno a la alegría.
En cuanto a la magnífica Quinta Chabela, que por su austera elegancia imaginé propiedad de la sofisticada marquesa de Guermantes, me sorprendió la gentileza y finura de Elisa Murra, dueña y señora, quien nos obsequió unos días de lujo bajo la mirada vigilante de los centenarios nogales de su casona.
Una sorpresa más fue la aparición de nuestro amigo Polo para llevarnos a descubrir la magia de su bosque a media noche. Y cómo no mencionar el esmero con que nos acompaña y apoya nuestro querido Luis. Si eso no es terapia, yo no sé lo que es. Y pues sí, me recuperé. Siempre es mejor ganar, pero a veces se pierde.
“Haiga sido como haiga sido”, los morenos consiguieron aposentarse en el poder y ahora lo que toca es darle a la presidenta un voto de confianza, condicionado siempre a su respeto por nuestra Constitución y su aceptación explícita de que la ley no es un cuento y gobernar “sí tiene ciencia”.
Escuchemos con atención la voz y el proyecto de la señora Claudia, que según parece sólo conoceremos cuando su patrón se vaya a La Chingada como lo tiene prometido. Ante la ambición dominadora de Morena, es necesario recuperar el sentido de unidad social que tan empeñosamente fracturó MALO por aquello de “divide y vencerás”. La historia nos enseña que política no son las artimañas de quienes persiguen el poder, sino que comprometidos día con día con el oficio de ciudadanos, consigamos vivir todos juntos y en paz.
Ahora lo que toca es unirnos para formar una oposición fuerte y bien organizada, pilar fundamental de toda democracia. “El ejercicio de poder absoluto, es muy peligroso para el príncipe, muy odioso para los súbditos y contrario a las leyes, tanto divinas como humanas”, advertía Baruch Spinoza en el Siglo XVII.
En política todo es posible pero nada es definitivo. ¡Cuidado eso sí!, con la amenaza de la demagogia. Recordemos que el demagogo no trata a sus opositores como ciudadanos con convicciones diferentes sino como gente peligrosa: corruptazos, hipócritas, racistas, clasistas, aspiracionistas, déspotas, rateros, deshonestos, ladinos… ¿dónde habremos oído eso? ¡Ash! No cabe duda de que cuando el poder pierde los estribos acaba por resultar patético.