Cuando las campanas comienzan a tañer, no todas las personas que las oyen comprenden su significado. Hay algo seguro, esos ecos suelen silenciar las conversaciones y captan toda la atención. En los pequeños pueblos, antes de la televisión, la radio o los diarios, las campanas eran las comunicadoras de los sucesos.
¿QUÉ DECÍAN?
Daban la hora, actuaban como despertador y anunciaban el final del día. También funcionaban como alarma para las tormentas, llamaban a la oración y celebraban las fiestas. A veces había toques de difuntos y otros extraordinarios cuando arribaba un visitante ilustre, obispo, rey o emperador. Pero había situaciones en las que las campanas tenían que callar, cada año desde el jueves santo hasta el sábado. También había silencio cuando las ciudades dejaban sus entierros eclesiales por estar en conflicto. Se llamaba "tiempo de entredicho".
Quizá las personas en esas épocas vivían con otro ritmo, podían descifrar los eventos individuales o colectivos a través de los ecos intensos de las campanas. Tenían más tiempo. Quizá por eso, muchos añoran la manera más lenta y simple de vivir como lo hacían sus ancestros, un tiempo que no volverá, aunque algunas campanas sigan sonando.
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