¿HAY ALGO DESPUÉS DE LA ESPERANZA?
El día que Bou Meng fue arrestado supo que no había chances de sobrevivir. Invariablemente, todos los presos de la prisión S-21 en Camboya, eran exterminados por el régimen de Pol Pot, pero antes, los sometían a cruentas torturas tres veces por día.
Catorce mil prisioneros pasaron por las celdas, sólo siete siguieron con vida, los demás encontraron en brazos de la muerte el alivio al sufrimiento.
Una noche un guardia preguntó si alguno sabía pintar, Bou Meng levantó la mano, no había en ese universo asfixiante más nada que perder. Le entregaron un retrato del dictador y le ordenaron que hiciera una copia. Sabía perfectamente que, si bien había ganado algún tiempo, si el resultado no era satisfactorio, era causal de muerte sin miramientos.
Cuando concluyó, varios oficiales examinaron los dos retratos y ninguno de ellos pudo decir cuál era la copia y cuál el original. Los siguientes meses siguió pintando retratos mientras la prisión se devoraba a miles de almas.
En 1979 tropas vietnamitas liberaron el sitio de tormento y con ello a los pocos sobrevivientes. La ilusión de volver a ver a su esposa y a sus dos hijos pequeños se hizo añicos cuando salió de allí, habían muerto. A partir de ese momento, todos los días Bou Meng regresa a su celda para dar testimonio a los visitantes de su experiencia en el infierno.
Este hombre tenía una habilidad que le salvó la vida, sin embargo, durante su largo cautiverio se aferró a una esperanza que le permitió resistir: soñaba volver a ver a su familia. Cuando finalmente fue liberado, esa llama se oscureció, no obstante, pudo encontrar otro propósito para su vida y decidió transformar el dolor y el odio, en un testimonio trascendente, para que otros lo supieran.
¿Hay algo después de la esperanza? Sí, otra esperanza.
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