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Visiones Sonoras y el homenaje a Javier Álvarez

Fundado en 2005, este festival llegará a sus veinte ediciones en septiembre próximo. Se contempla la presencia de 32 artistas provenientes de siete países, además de recordar a uno de los compositores contemporáneos más importantes de México.

El compositor mexicano Javier Álvarez. Imagen: CMMAS

El compositor mexicano Javier Álvarez. Imagen: CMMAS

SAÚL RODRÍGUEZ

Le marqué a su celular luego de ver la noticia en redes sociales. El compositor mexicano Rodrigo Sigal conducía su auto en Morelia esa mañana del 24 de mayo de 2023 cuando respondió mi llamada. Su maestro y amigo, el también compositor Javier Álvarez, había fallecido una noche antes a los 67 años de edad. Primero le di el pésame, pues sabía los lazos humanos y sonoros que los unían. Luego le pedí unas palabras, pues quería escribir una nota en homenaje al maestro Álvarez, a quien pude entrevistar para las páginas de esta revista en 2019. 

Rodrigo me comentó que México perdía a uno de sus artistas, creadores, compositores, gestores y maestros más importantes. Partía así un hombre que fue capaz de dirigir el Conservatorio de las Rosas, de curar el Festival de Música de Morelia y de fundar la Escuela Superior de Artes de Yucatán (la ESAY, ahora convertida en universidad). Alguien que musicalizó los primeros fotogramas del cineasta Guillermo del Toro en la película La invención de Cronos (1993). Un genio que se entregó a la creación sonora durante más de cuarenta años sin perder vigencia. 

Recuerdo cuando conocí a Javier Álvarez. Fue en el Festival Visiones Sonoras de 2016. Me encontraba junto a mi amigo Yeudiel Infante, en el auditorio de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Unidad Morelia de la UNAM. El concierto colectivo cerraba el día y el maestro Álvarez interpretó una pieza acusmática. Los sonidos que salieron de las bocinas envolvieron mis neuronas. Yeudiel, emocionado, dijo algo así como: “¡Lo sabía! ¡Sabía que lo iba a hacer!”. 

Entrevisté al maestro tres años más tarde. Me habló de su filosofía musical bajo el puente de ese mismo auditorio. Pero antes de abordar sus obras, le pregunté por la vocación que mostraba como maestro. ¿Por qué tenía esa necesidad de compartir sus saberes? ¿Cuál era el objetivo de abrir las partituras de sus conocimientos?

—Como maestro, uno de los ideales es dejar en la mente del alumno todas esas interrogantes. No certezas, sino interrogantes. Todas esas preguntas esenciales que se han hecho las personas y no las respuestas consabidas que tenemos. 

Le pregunté también por su obra Temazcal para maracas y cinta (1984), la cual yo había visto ser interpretada por el percusionista Iván Manzanilla y también por Alessandro Valiante. El maestro la compuso durante una estancia en Inglaterra. La pieza se sustenta en la acústica de las maracas y en un complejo manto electrónico manipulado con registros de arpa, guitarra, pizzicato de contrabajo y tambores de bambú. La construcción sonora está inspirada en El limoncito, un son tradicional que aparece al final de la obra —el mismo que sonó en julio de 1928, cuando José de León Toral asesinó a balazos a Álvaro Obregón—. 

El maestro Javier Álvarez fue entrevistado por Siglo Nuevo en 2019. Imagen: Saúl Rodríguez
El maestro Javier Álvarez fue entrevistado por Siglo Nuevo en 2019. Imagen: Saúl Rodríguez

—Cuando yo compuse Temazcal... esa obra la compuse todavía utilizando cintas magnéticas y cortándolas con navaja de afeitar. La técnica era mucho más artesanal, por lo tanto más lenta, por lo tanto te forzaba a ser mucho más cuidadoso con el tiempo, que como era más lenta tenías que actuar más rápido y de alguna manera compensar. Entonces, hay mucha diferencia. No existía el tipo de bocinas que hoy tenemos, que son totalmente eficientes. No teníamos la facilidad de reproducir cosas tan rápidamente. Los aparatos estéreo en los que escuchábamos música eran bastante pobres, de baja calidad. No había las mismas herramientas. 

Ese día nublado registré su voz con mi grabadora Tascam. No sabía que iba a ser la última vez que hablaríamos, ni que una futura pandemia volvería virtual al festival por un par de años. Me reservé algunas preguntas, de esas que ingenuamente te guardas para otra ocasión que quizá no ocurrirá. Su voz continúa grabada en ese aparato, como si se tratara de un vibrante recuerdo, junto a la de otro gran maestro que también ha partido: su entrañable amigo Mario Lavista. 

Hoy estoy frente a la pantalla de la computadora. Espero a que Rodrigo Sigal —quien realiza una residencia en Albuquerque (Nuevo México)— se conecte a Zoom para iniciar una videollamada. El diálogo abordará las veinte ediciones a las que llegará Visiones Sonoras y el homenaje que se está preparando para recordar a Javier Álvarez, mismo que realizará en Morelia del 24 al 28 de septiembre de 2024, en el Centro Mexicano para la Música y las Artes Sonoras (CMMAS), bajo la curaduría del compositor argentino Francisco Colasanto.

UN FESTIVAL DE TECNOLOGÍA 

En 2005, Rodrigo Sigal inició un proyecto en Ciudad de México para presentar los trabajos que el arte contemporáneo estaba logrando en materia de sonido. La UNAM fue una institución clave para el nacimiento del Festival Internacional de Música y Nuevas Tecnologías Visiones Sonoras, mismo que más tarde se trasladaría a Morelia, donde Sigal ya trabajaba otro proyecto: el CMMAS. 

Este año, el marco de Visiones Sonoras no puede ser más emotivo, pues se efectuará un homenaje a quien fue uno de los grandes amigos del festival, donde además de presentarse, Javier Álvarez fungió como curador en varias ocasiones. 

“Visiones Sonoras tiene por objetivo dos cosas. Primero, el homenaje a Javier desde un sentido musical, tiene que ver con no solo presentar las obras de Javier que se tocan siempre, ahora queremos hacer algo un poco diferente. Entonces, vamos a tocar obras que generalmente no se tocan en vivo. Vamos a tocar algo de coro, vamos a tocar algunas piezas de quinteto o electrónica, la pieza increíble de Papalotl (1987) de piano y electrónica que nunca se toca (creo que será la tercera vez que se toca en México)”, indica Rodrigo Sigal, director del festival. 

Visiones Sonoras se realizará del 24 al 28 de septiembre en la sede del CMMAS, en Morelia, Michoacán. Imagen: CMMAS
Visiones Sonoras se realizará del 24 al 28 de septiembre en la sede del CMMAS, en Morelia, Michoacán. Imagen: CMMAS

El otro objetivo del encuentro incluye entablar diálogos sobre la obra de Álvarez, incluyendo una conferencia sobre la música que realizó para cine. 

“Además, en los conciertos, todos los días va a haber una pieza de un compositor o compositora cercano al CMMAS, vinculado con la escuela, pero que también conoció a Javier e hizo una obra homenaje, basada en su pieza de Mambo à la Braque (1990). Habrá un estreno también de Tobías Álvarez, hijo de Javier”. 

El programa del próximo Visiones Sonoras contempla la presencia de 32 artistas, provenientes de siete países, así como 27 actividades académicas y cinco conciertos. 

Entre los compositores asistentes y confirmados hasta el momento destacan los mexicanos Tobías Álvarez, Iván Manzanilla y Ana Lara; los chilenos Edgardo Canton Aguirre y Andrés Larrain; los británicos Jessica Mardoni, Leigh Landy y Rob Mackay; así como los argentinos Carolina Carrizo y Gabriel Dellarosa, entre muchos otros. 

“Veinte años de un festival lo que te da es justamente la oportunidad de cambiar y de ajustar, y de experimentar muchas perspectivas. Y también es entender cómo la música con tecnología, que siempre hemos hablado de ella como un proceso de innovación y evolución, hoy es otra; veinte años después es otra música, es otro el interés. Desde mi punto de vista, la gente está metida un poco menos en la acusmática y más en la electrónica en vivo, en el código en tiempo real, en la interacción con video, en la Inteligencia Artificial, en el jaqueo de dispositivos”.

UN HASTA LUEGO 

Javier Álvarez Fuentes nació en Ciudad de México, el 8 de mayo de 1956. Fue hijo de el arquitecto Augusto H. Álvarez, uno de los constructores de la Torre Latinoamericana. Cuando hablaba de su niñez, solía recordar el sonido de las tuberías que había en su hogar. El pequeño y curioso Javier abría las llaves del lavabo para escuchar el agua fluir. 

—Jugando con las llaves de repente fue una de las primeras experiencias donde yo me di cuenta qué maravillosa era la cuestión del sonido. Y en ese momento supe que a eso me iba yo a dedicar. 

En su artículo Javier Álvarez: el ajedrecista, Mario Lavista escribe que el proceso por el que Álvarez trasladaba sus ideas musicales al papel era un “ejercicio de la conciencia y de la inteligencia”, que su estilo y su voz propia era lo que lo distinguía de otros autores: “En ese sentido, Javier Álvarez, que duda cabe, es uno de los mejores y más imaginativos jugadores de ajedrez”. Es medianoche y observo los micrófonos entrecruzados de mi vieja grabadora Tascam. En pleno 2024, el son de El limoncito parece pender de una ramita hasta el final de la existencia.

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