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'Visitaciones' de Aurora Hernández

Su obra poética es como ella misma: un llamado silencioso y profundo para recuperar esos sencillos elementos que hemos perdido y que tanto faltan a la convulsionada humanidad.

'Visitaciones' de Aurora Hernández

'Visitaciones' de Aurora Hernández

ARCELIA AYUP

La sensibilidad de Aurora es evidente en su propia vida y en sus letras. Avanza a corazón abierto mientras escribe Visitaciones y nuevos poemas, mientras cocina o anda por la ciudad en su motocicleta negra. Aprende a disfrutar del silencio y a alejarse de él para resarcir heridas. Es dueña de sí y de esta manera logra bellas ideas como Visitaciones, su más reciente poemario.

En este libro, Aurora Hernández expone con un bello lenguaje sus grandes amores y pasiones: su hija, la verdad, la luz, las letras, el arte y la naturaleza. Nos enseña a observar más allá de lo que nuestros ojos pueden ver, traduce lo cotidiano desde la humanidad que ha forjado. Ella se aventura a decir lo que le dictan sus latidos, en ocasiones aletargados o adoloridos. Desempolva a su niña en intento de hacer volar viejas heridas, se redime para abrazar nuevas elegías. En Visitaciones observa con ecuanimidad su infancia, que la secuencia vivida fue como fue y abraza en ella misma la experiencia para transformarse en lo que Aurora realmente es. Hace mención de su refugio, a compartir con otros, así como a sus añorados silencios y soledades, pero también a áreas lejanas de su zona de confort. Deja en evidencia que cada día abraza y lleva de la mano con dignidad a su niña interior.

El título de la obra está relacionado con la gran imaginación de la poeta, de sus encuentros con otros seres de luz, figuras, niñas y personajes imaginarios que la rodean y le trazan el camino. Consta de ocho capítulos los cuales, estoy segura que atrapará a sus lectores con su cosmovisión. De la página 103, del poema “I” transcribo:

“Se bastaba a sí misma / encendía su corazón / por la ingenuidad de su ser / una y otra vez / volvía a empezar / en el devenir de cada golpe / pequeña Sísifo”.

En Visitaciones, habitan poemas breves, de versos concisos, como si se trataran de niños pequeños. También presenta algunos haikús, poemas cortos de origen japonés, que se caracterizan por referirse a la naturaleza y a la vida cotidiana es momentos específicos. La dificultad de estos poemas radica en la métrica, exactitud y estrechez. Copio el haiku dedicado al pintor mexicano y que lleva su nombre “Juan Soriano”, de la página 26: “los peces de Apolo / aman al rey sol / entre saltos y agua / al son de liras. / También comparto otro de nombre “Little John” / Señores yo no soy Juan / soy Yo señoras / ando en bicicleta / como Little John”.

Su obra poética es como ella misma: un llamado silencioso y profundo para recuperar esos sencillos elementos que hemos perdido y que tanto faltan a la convulsionada humanidad. Aurora Hernández expone su sensibilidad en este poemario lleno de imágenes simples, armoniosas y profundas.

Esta colección comprende setenta poemas con ejes etéreos, de arte, mitología, naturaleza, aromas, animales y por supuesto de amores. La poeta dialoga consigo para encontrarse y proyectar su cosmovisión desde la paz. Con su singular voz nos conduce a la intimidad del sentir de sus risas, angustias, ansias de libertad, de su anhelo por pisar un mundo más vivible. Sus emociones a veces quebradas se trastocan en silencios, deseos y evocaciones a sus mascotas. Transcribo el poema:

“Silencio / Los montes extienden paz. / Desde el río hasta el desierto, / contrapuestos al camino de la ciudad”.

Es sólo un ejemplo de la sabiduría que Aurora lleva a su poesía desde su infinita capacidad de asombro que vive en cada uno de sus días. Descifro que es su propio reflejo a través del silencio, los montes, el río y el camino. Ella es lo que le dictan los latidos de sus dedos, de sus pasos que se detienen a mirar pájaros carpinteros, moras, demonios, alas.

REFERENCIAS CULTURALES

En Visitaciones es innegable el bagaje cultural de la autora, en especial en el apartado V, referente a la obra de grandes pintores como Vicent Van Gogh, Francisco Goya y Rembrandt Van Rijn. Comparto un ejemplo, de la página 72, con “Alas según Rembrandt (de la pintura de Vincent Van Gogh)”:

“inesperado aleteo / siente en las entrañas / suplica la niña elévame / un soplo / humo / desencarnado / al cielo / reposa el ángel sus alas / luz atisba por las ranuras / la cabellera de la / niña / constelación musical.

Algunos nombres de las secciones tales como la III Kali, la diosa hindú de la vida, de la muerte y del corazón o la VI Valmiki, el héroe protector del dharma. Aurora sabe de su labor poética para expresar emociones, esperanzas, claroscuros como símbolo de realidad que trasciende. En el proceso creador de Visitaciones es claro que se fusiona con una realidad suprema en la que habita.

Aurora Hernández en este poemario da un giro de tuerca a Colémbolos, su ópera prima al compartir su gran amor hacia seres sintientes, en especial a plantas y animales como insectos, aves y gatos, puesto que con estos dos últimos ha compartido su vida en armonía. A la vez en el poema “Polvo”, hace referencia a la figura mitológica de Narciso con belleza y economía del lenguaje. La poeta lagunera desciende del abismo con la certeza de ejercer su voz, de merodear remolinos. La intensidad de su obra está plagada de naufragios, agonías y soledades. Pero también aborda la pasión de su hija hacia el arte. En la página 81 regala el poema “La violinista ocupada”, que copio a continuación:

“La violinista tras determinar hormigas / de enormes patas / a través del microscopio murmura agitada: Dorymymex / feliz se quita la bata azul con letras verdes / sale del laboratorio entonando el concierto de Bach para dos violines / se detiene / recrea el momento / va dentro de sí / toma el violín / aprieta y afloja las clavijas / pone brea en el arco / se hace tarde / las hormigas ya están montadas en sus cajas / vuelve la noche / y la luna / ilumina el camino a casa de la joven / as lunas observan / no pueden decir nada / ni siquiera las cabezas gigantes de los himenópteros / pero el violín en su mente / no calla”.

Es claro que la autora conoce las reglas tanto gramaticales como sintácticas, pero en interesantes experimentos hace énfasis en palabras, acude a las minúsculas y a términos en inglés o en francés. Con los poemas “La violinista ocupada” y “Música”, plasma el amor diáfano e infinito a la encantadora María, su unigénita quien pasa del laboratorio al arco del violín. María le corresponde con un gran regalo: las láminas y portada de esta delicia intelectual. La portada sorprende con una aparente ingenua joven que camina. A primera vista se dirige hacia adelante pero los observadores minuciosos descubrirán lo contrario gracias a algunos guiños de los pinceles de María. En los apartados II y IV aparecen respectivamente un caracol y unas manos entre notas musicales. Mientras que en el VI María se refleja con dos de sus grandes pasiones: los insectos y el violín.

Para el apartado V dibujó un ave tierna, cuyo ojo revela el gran enlace madre-hija. María muestra su arte, su luz y su talento en cada trazo del puñado de dibujos trazados para esta obra. La mancuerna Aurora-María da vida a sus creaciones y sin duda contagiará a sus lectores con la belleza de Visitaciones. Aurora poeta. Aurora Eos. Aurora mujer medicina. Aurora ser de luz. Aurora mamá. Todas se confabulan para crear estas Visitaciones para sus afortunados lectores. Después de leer este poemario sé muy probable poder suspirar o reír, pero no podremos permanecer indiferentes.

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Escrito en: Arcelia Ayup Visitaciones Aurora Hernández Poesía poesía contemporánea

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