¿Y la independencia?
¿Cuándo declarará su independencia la presidenta Claudia Sheinbaum? ¿Lo hará alguna vez? La Cuarta Transformación está tratando de rescatar muchos de los esquemas que caracterizaron al partido hegemónico del siglo XX. La entrega del poder de un presidente a un sucesor seleccionado personalmente por el predecesor ya ha tenido lugar; pero a casi todo lo largo de ese anterior período de concentración del poder, el sucesor se deslindaba pronto del predecesor, cosa que no ha ocurrido hasta ahora con Sheinbaum.
El presidente Andrés Manuel López Obrador le dejó a Sheinbaum una agenda cargada desde el 5 de febrero de 2024, cuando lanzó una veintena de reformas constitucionales, el llamado Plan C, que modificaba de manera profunda el régimen constitucional de contrapesos al poder en el que hemos vivido en las últimas décadas. Muchas de estas reformas, en particular la del poder judicial, representan un deterioro de las reglas democráticas del país y además son muy difíciles de aplicar. Sabemos ya que la elección de jueces, magistrados y ministros será carísima y complicada, pero poco ha importado. La reforma judicial es una manzana envenenada que López Obrador le ha heredado a Sheinbaum, quien antes había mandado mensajes de que era una demócrata convencida.
La ratificación de Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, uno de los pocos organismos autónomos que el régimen está permitiendo sobrevivir, ha generado dudas acerca de la independencia de Sheinbaum. El Senado hizo un trabajo bastante profesional para escoger a candidatos, entre ellos a Nashieli Ramírez, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, cercana a la presidenta de la República. En el grupo de 15 finalistas aparecía también Piedra Ibarra, pero fue la peor calificada tras las presentaciones ante las comisiones unidas de derechos humanos y justicia del Senado. En cambio, Nashieli fue la mejor evaluada. A pesar de eso, en una operación encabezada por el exsecretario de gobernación Adán Augusto López, muy cercano a AMLO, se ordenó a la mayoría oficialista en el Senado votar a favor de Piedra.
La propia Sheinbaum, que ha mantenido muchas de las prácticas de su predecesor, ha enfatizado su agradecimiento a quien la seleccionó para llegar a la Presidencia. En las mañaneras se ha referido con frecuencia al “presidente López Obrador”, así tal cual, sin un “ex” que sugiera que ya dejó el poder, mientras que ha mencionado al exmandatario Felipe Calderón simplemente como “Calderón”. No son palabras al azar; buscan mandar un mensaje político.
Mucha gente se ha preguntado: ¿cuánto tiempo tardará la presidenta en romper el cordón umbilical de López Obrador? Hay quien dice que nunca, que toda la maquinaria política que construyó el tabasqueño sigue estando bajo su control; que, si bien Sheinbaum ha logrado colocar a algunos de sus seguidores en puestos clave de su propio gobierno, la mayor parte de quienes hoy ocupan los cargos de poder siguen siendo leales sólo a AMLO. La propia presidenta ha señalado que no piensa deslindarse de su predecesor.
El caso de la ratificación de la presidenta de la CNDH es indicativo del poder que sigue ejerciendo López Obrador. A la maquinaria política de la 4T en el Senado no le molestó dejar en claro que puede descartar a una persona bien preparada y evaluada, además de cercana a la presidenta Sheinbaum, para elegir a la peor de las candidatas. Adán Augusto López señaló que esto se debió a “una razón de Estado”. Al parecer en México el Estado sigue siendo López Obrador.