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Alquimistas del espacio, la mano femenina en las ciudades

Que la historia no haya registrado puntualmente la participación de mujeres en la construcción de espacios, no significa que no haya existido. Hoy son más las arquitectas que se han abierto paso para dejar su sello en la geografía urbana.

Museo La Tallera en Cuernavaca, Morelos, por Frida Escobedo. Imagen Rafael Gamo.

Museo La Tallera en Cuernavaca, Morelos, por Frida Escobedo. Imagen Rafael Gamo.

ARGELIA DÁVILA

La alquimia es una práctica antigua y una disciplina filosófica a la que pudiera denominarse como una forma de transdisciplina originaria —o en estado de gestación— por combinar la física, la medicina, la astrología, la química, la metalurgia, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo, la magia y el arte. Consistía en experimentar y especular acerca de la transformación de la materia y su objetivo final: crear el elixir de la vida eterna.

María de Alejandría, maestra del filósofo Demócrito —recordado por ser quien afirmó, según Vallejo, que el universo se compone solo por átomos y vacío— e hija de Platón, fue la primera mujer alquimista —primera científica de la historia—, a quien se conoce gracias a las citas de los herméticos. También conocida como María la Judía, fue quien le dio el nombre a lo que hoy conocemos como “baño María”. Se dice que sus enseñanzas hablaban sobre la trasmutación de lo humano a lo divino mediante el estudio. Sostenía que, al elevar la energía del aprendizaje, el individuo se conecta con la espiritualidad, forma parte del todo y adquiere el potencial creador.

Fechas precisas y detalles específicos sobre la vida de María de Alejandría son inciertos. Sin embargo, los expertos afirman que su existencia es indudable. En este sentido, son muchas las mujeres que a lo largo de la historia han sido piezas clave en la realización de descubrimientos, inventos, proyectos, teorías, reflexiones. En todas las disciplinas y áreas del conocimiento, desde las ciencias exactas hasta las humanidades, las mujeres han fungido como trabajadoras, líderes o parte fundamental de un equipo. 

Han sido también inspiración. Italo Calvino, en su libro Ciudades invisibles (1972), presenta una serie de relatos que pueden leerse como una novela, pero también como un ensayo y largo poema sobre la condición humana situada en territorios imaginarios, cuyos capítulos describen urbes fantásticas que nos permiten crear vínculos de referencia con las nuestras: “…mujeres como las propias ciudades, enseñan lo externo y permiten al espectador, en la medida que les apetece, hurgar en su interior.” El autor despliega como arquitecturas imposibles a cincuenta y cinco ciudades con nombre femenino. Así, las mujeres son protagonistas en lo concreto, pero también son fuente y punto de partida en la conceptualización de cualquier proyecto, independientemente de su naturaleza.

Centro para la Cultura y las Artes de la Ribera, en Ajijic, Jalisco, de Atelier Ars (una de sus socias es Andrea Soto). Imagen Cesar Bejar.
Centro para la Cultura y las Artes de la Ribera, en Ajijic, Jalisco, de Atelier Ars (una de sus socias es Andrea Soto). Imagen Cesar Bejar.

PIONERAS

En la arquitectura se desarrollan ideas y construcciones en donde se desenvuelven mujeres académicas, teóricas, servidoras públicas y privadas, gerentes de proyectos, jefes de departamento, dibujantes, gestoras o administradoras, arquitectas de casco y zapatos de seguridad, pero también de lápiz, papel y cualquier otra herramienta digital de la que puedan echar mano. Todas y cada una de ellas constituyen un eslabón en el proceso y elaboración de un proyecto arquitectónico desde su concepción hasta su edificación y utilización. 

En México, la primera mujer egresada de una carrera de arquitectura comenzó su formación en el año de 1933: María Luisa Dehesa Gómez Farías, quien nació en 1912 y formó parte de una generación en la Academia de San Carlos que constaba de 113 personas, de las cuales solamente cinco eran mujeres. En esa misma década, Concepción Mendizábal Mendoza se convirtió en la primera ingeniera de México y América Latina, titulada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Más tarde, en 1950, Ruth Rivera Marín, hija de Guadalupe Marín y Diego Rivera, fue la primera mujer en graduarse como arquitecta-ingeniera del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Las tres marcaron un hito en la historia al ser precursoras de la participación femenina en profesiones que solamente eran para hombres. ¿Se sabe mucho sobre ellas? No, pero al igual que María de Alejandría, es seguro que existieron.

Biblioteca y Parque Publico Fronterizos en Agua Prieta, Sonora, diseñado por Fernanda Canales. Imagen Estudio Fernanda Canales.
Biblioteca y Parque Publico Fronterizos en Agua Prieta, Sonora, diseñado por Fernanda Canales. Imagen Estudio Fernanda Canales.

PRESENTE Y FUTURO

En un evento realizado el 9 de marzo de 2020 en Ciudad de México, se invitó a 11 arquitectas a dialogar sobre el pasado, presente y futuro de las mujeres que se dedican a esta profesión y algunas de las interrogantes fueron las siguientes: “si a lo largo de la historia la arquitectura hubiera sido igualitaria y equilibrada, ¿serían los edificios y las ciudades como son ahora? ¿Sería la profesión como la conocemos? ¿Qué podemos hacer no sólo para nosotras, sino para las generaciones que vienen, para las arquitectas del futuro?.” En definitiva, solo si viviéramos en esa realidad alterna sabríamos contestar concretamente a esas preguntas. La historia se escribió de cierta manera, pero hoy —esperemos— se escribe diferente. 

En México existen grandes arquitectas, famosas por encontrarse en la esfera pública y no tan famosas porque su trabajo es teórico o lejos de los reflectores: Sara Topelson, Catherine Ettinger, Tatiana Bilbao, Fernanda Canales, Frida Escobedo, Rozana Montiel, Gabriela Carrillo, Gabriela Etchegaray Cerón, Ruth Rivera Marín, Andrea Soto Morfín, Mariana Ordoñez Grajales, Ilse Cárdenas, Regina de Hoyos. Todas ellas encabezan la lista de una búsqueda simple realizada en línea —más una que otra que se agregó y que están más dedicadas a la academia que al ejercicio propio de la profesión—. Todas ellas poseen perfiles distintos, intereses y estilos que varían, sin embargo, se preocupan por la cultura, la identidad y el patrimonio. Amalgaman el pasado, el presente y el futuro en esta mágica geografía denominada México. Alquimistas del espacio que conjugan la teoría arquitectónica, la historia de nuestro país, sus tradiciones y costumbres, el entorno, las características propias de cada sitio. Usan los materiales existentes, los que son propios del entorno. Disciernen, discuten, difieren, combinan saberes tradicionales y nuevas tecnologías. Toman en cuenta el clima, el camino que traza el sol y las sombras que dibuja sobre el territorio, la trayectoria de los vientos y la vegetación. Imaginan, crean. 

¿Cuántas dificultades tuvieron que atravesar? ¿Cuántos superiores las invisibilizaron, las menospreciaron o les dificultaron el camino solo por ser mujeres o por opinar diferente? ¿Cuántas veces se sintieron solas, sin apoyo? ¿Cuál era su situación familiar? No solo de las mencionadas, sino de todas y cada una de las mujeres que en esta industria, desde cualquier trinchera, somos parte del proceso de diseño y concreción de un proyecto o que buscamos alcanzar un objetivo, cualquiera que este sea.

Kant afirmaba que la filosofía sin la ciencia resulta vacía y la ciencia sin la filosofía resulta ciega. La arquitectura funciona de la misma manera, porque recurre a los conocimientos científicos por medio del entendimiento de la resistencia de los materiales, la física o las matemáticas. Por otro lado, al hacer acopio de la proporción y la estética a través del uso de volúmenes y formas, de nuestra historia y la conciencia cabal de nuestro presente, recurre al arte y a la filosofía. Porque como dice Mujica: “en la geografía de lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos”, que la mujer en la arquitectura tenga la libertad de decidir hacia donde dirigir sus esfuerzos y sus sueños, sin perder de vista que el ingrediente principal de esta alquimia del espacio y los edificios materializados en él es el usuario final, quien dará vida y le proporcionará el último toque al habitarlo y apropiarse de él.

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Escrito en: Obras mujeres arquitectas México Día de la Mujer

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