
Imagen: Unsplash/ Moritz Moser
Muchas personas sufren los celos de su pareja porque se basan en experiencias de relaciones anteriores, suposiciones o malas interpretaciones. Veamos el siguiente caso clínico:
Varón de 41 años, casado hace 16 años, inmigrante. Antes de iniciar el noviazgo con su ahora esposa, tuvo múltiples parejas a las que dejaba pretextando no ser compatibles. Los vínculos que mantenía eran sólo sexuales; aunque les ofrecía afecto, no se apegaba emocionalmente “para no sufrir”.
La conducta celopática inició después de un altercado donde su mujer le reclamó una infidelidad con una compañera de trabajo, situación que él negó. A partir de entonces, su relación se fue enfriando por el rechazo de su esposa a sostener encuentros sexuales, espaciándolos cada vez más entre sí bajo la justificación de “no ser tan apasionada como él”, aunque anteriormente la vida íntima era frecuente.
Una hermana del paciente le manifestó que tal vez su esposa se había encontrado con un exnovio y toda su seguridad se vino abajo. Comenzó a tener la idea delirante de ser engañado por ella, convirtiendo los días y las noches en un asedio de preguntas interminables sobre sus recorridos habituales, costumbres y horas de llegada, además de revisiones del celular. En fin, un espionaje completo.
INICIO DE LOS CELOS
Los celos manifiestan el temor de una persona a no ser suficiente para conservar el deseo o el amor del otro ante la presencia de un tercero. Los individuos suelen ser celosos de su ser amado, a quien llamaremos objeto de deseo. Experimentan hacia este apego, dependencia y vínculos sexuales que cada pareja construye.
Una pequeña ración de celos puede resultar encantadora para algunos. Les hace sentirse amados e importantes y se sienten gratificados. Pero es una delgada línea la que divide estas situaciones del comportamiento celotípico y este del trastorno delirante celotípico.
Puede existir una infidelidad por parte de la pareja y no desarrollar ante este hecho doloroso la reacción de la celotipia, que se caracteriza por una respuesta irracional, desproporcionada y que diezma a quien la sufre, porque ocupa su mente todo el día, haciéndolo perder la concentración en todo y no encontrar sosiego. Su conducta manifiesta es rechazar cualquier argumento en contra de los engaños que imagina. Se conduce con desconfianza, agresividad, verbalización acusatoria y, además, puede permanecer insomne por periodos prolongados.
La variedad de comportamientos observables lleva a una confrontación donde el celotípico(a) considera que tiene la batalla perdida de antemano. La sombra de la depresión le envuelve y la autocrítica lo carcome. Nada le saca de la mente la obsesión del engaño y una cascada de emociones le nubla el pensamiento.
Por ejemplo, una mujer de 35 años, profesional, experimenta recelo y desconfianza hacia su esposo, argumentando que ha dejado de interesarse en ella sexualmente. Por ello desea conocer al personal femenino donde trabaja su marido y no permite que acuda a reuniones sociales donde vayan mujeres, por considerarlas fáciles e interesadas en él.
Inicia con trastorno delirante celotípico al exigirle a él que cumpla con sus “deberes sexuales” y este pierde la erección. A partir de ese momento, ella elabora una historia de infidelidad que se obstina en mantener de manera inquebrantable.
CELOPATÍA Y VIDA EN PAREJA
El grado de conducta celotípica determinará el calvario que la pareja asuma para sobrevivir a ella. Si la persona señalada como engañadora no tiene motivo alguno para aceptar esta acusación, entonces su vida será un remar a contracorriente y, tarde o temprano, el hielo cubrirá a esa relación.
No existe un método único para navegar una situación así. Existen organizaciones, como Familiares de Celópatas Anónimos, que se distribuyen a lo largo del mundo. Ahí, los asistentes son personas que han aceptado convivir con un/una celópata y reconocen la necesidad de recibir ayuda para sobrellevarlos.
Otros, en cambio, no soportan la presión y se van por la puerta trasera huyendo o verdaderamente buscando una relación clandestina para desquitarse del maltrato injustificado.
Muchas veces la pretendida negociación con quien tiene trastorno delirante celotípico es imposible de lograr hasta que se recibe atención profesional médico-psiquiátrico-psicológica, en la que intervienen diversas especialidades como neurología, psicofarmacología o determinadas terapias.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
El diagnóstico del trastorno delirante celotípico incluye los siguientes criterios, de acuerdo al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) y a la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10):
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Presencia de uno o varios delirios con duración mayor a un mes.
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Haber descartado la esquizofrenia.
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El funcionamiento social y laboral no está limitado y la conducta no es extraña.
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Fuera de las actitudes o actos directamente relacionados con el delirio, el afecto, el lenguaje y la conducta son normales.
Toda persona que viva esta condición requiere recibir orientación y apoyo profesional sanitario. El tratamiento psicoterapéutico va orientado a restringir los accesos delirantes y la agresividad, por lo que se recomienda la terapia cognitivo-conductual. Asimismo, será necesario un tratamiento farmacológico a base de antipsicóticos.
El manejo de este trastorno es a largo plazo y debe hacerse bajo supervisión constante.
CUANDO NO ES CELOPATÍA
Sin embargo, cabe aclarar que no tiene por qué tacharse a alguien de celópata cuando realmente ha encontrado indicios de infidelidad por parte de su pareja, quien, para no responsabilizarse, podría recurrir a lo que se conoce como gaslighting. Esta es una práctica de manipulación que consiste en hacerle creer a quien recela de algo que en verdad está ocurriendo —en este caso, un engaño— que todo es una alteración de su mente.
En las discusiones, la parte infiel hace dudar a la otra de lo visto, escuchado o vivido, orillándola a considerar que se trata de un error de interpretación o, incluso, de una pérdida de la cordura.
El término gaslighting alude a un obra de teatro donde la iluminación era a base de gas. En ella, un hombre pretende apoderarse de los bienes de la esposa, para lo cual recurre a hacerla dudar de su memoria manipulando las lámparas, a fin de convencerla de una supuesta incapacidad mental.
En México existe un dicho: “Si te atrapan, aunque estés en la cama con la otra persona, niégalo siempre. No lo aceptes de ninguna forma”. Aunque esta expresión suene disparatada, realmente hay quienes llegan a confundirse porque desean creer que no fueron engañados y terminan aceptando la versión ofrecida por quien les ha sido infiel.