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Foto: Freepik
Las experiencias tempranas con los cuidadores configuran la estructura psíquica del individuo y sus relaciones interpersonales futuras. Su impacto es clave no solamente en la psicoterapia, sino en el desarrollo general y emocional del sujeto. El psicoanálisis conceptualiza este fenómeno como la teoría de las relaciones objetales, propuesta por Melanie Klein en 1948.
Esta teoría se centra en las primeras experiencias del niño con sus cuidadores —denominados “objetos”—, y cómo estas influyen en el desarrollo de su personalidad. En ella se enfatiza la importancia del vínculo emocional entre el menor y sus figuras de apego, así como la manera en la que internaliza dichas relaciones. Cuando estas son disfuncionales, existirán repercusiones en la vida adulta, las cuales pueden convertirse en patologías como:
Simbiosis. En psicología, este concepto se refiere a vínculos interdependientes entre sí, en los que no existe una diferenciación de la identidad (“yo” versus “no-yo”). Cuando se pierde esa individualidad, las personas pueden experimentar las emociones del otro como propias, además de tener dificultades para tomar decisiones independientes y establecer límites sanos. También pasa que sufren sin la presencia o aprobación de su objeto de apego.
Ambivalencia. Se trata de una dualidad de afectos en las relaciones, como cuando uno de los padres besa y abraza a su hijo, pero a la par aplica castigos físicos, lo que genera sentimientos confusos.
Organización límite de la personalidad. Se hace presente en la adolescencia tardía o en la adultez temprana, una vez que la personalidad se ha consolidado. Sucede cuando el sujeto genera representaciones fragmentadas y contradictorias de sus “objetos”. Se caracteriza por un miedo excesivo al abandono que deriva en relaciones inestables, cambios marcados en el estado de ánimo y conductas impulsivas o autodestructivas.
Todas las condiciones anteriormente mencionadas pueden desembocar en un concepto que la cultura pop define como “mommy” o “daddy issues”, términos que han ganado popularidad para describir patrones emocionales cuyos orígenes se remontan a las relaciones disfuncionales con uno o ambos padres o cuidadores primarios. Si bien estas denominaciones no son diagnósticos clínicos, reflejan dinámicas que llegan a afectar las relaciones personales del individuo tanto en la adolescencia como en la adultez.
Básicamente, equivalen a decir que una persona ha estado demasiado unida a su padre o madre, de forma insana. Esto ocurre cuando, en el caso de las mommy issues, el hombre tiene la idea de que sus futuras parejas heterosexuales deben maternarlos, brindándoles atención ilimitada y servicios domésticos. Lo mismo ocurre con las daddy issues, en que la mujer posee la expectativa de ser paternada con mimos y que todas sus necesidades y deseos materiales sean cubiertos incondicionalmente.
IMPACTO EN LA VIDA ADULTA
Estas problemáticas tienen su origen en la teoría del apego de John Bowlby, que destaca la importancia de los primeros vínculos en el desarrollo de la seguridad emocional. Así, las daddy issues se relacionan con la ausencia, negligencia o relación conflictiva con la figura paterna. Puede manifestarse como problemas con la autoridad, dependencia emocional o dificultades para establecer límites en las relaciones de pareja.
Las mommy issues, por su parte, surgen de una relación disfuncional con la madre, ya sea por sobreprotección, frialdad emocional o abandono. Esto comúnmente genera inseguridad, una baja autoestima y desconfianza en los demás.
Las personas con estos problemas pueden desarrollar patrones de apego ansioso o evitativo en sus relaciones románticas. Por ejemplo, buscan parejas que reemplacen la figura parental ausente, experimentan miedo al abandono o dependencia extrema y evaden la intimidad emocional por temor a ser heridos.
Un apego inseguro con los padres, como ya se mencionó, deriva en una baja autoestima. Varias investigaciones sugieren que la validación parental es clave para la autoaceptación en la adultez. Cuando esta es deficiente, no sólo afecta a las relaciones personales, sino que también impacta la autoconfianza y la capacidad de liderazgo en el trabajo. Estudios indican que la inseguridad en la infancia se traduce en dificultades para manejar el estrés y la autoridad en el entorno laboral.
ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO
Es importante desarrollar una conciencia del malestar que una persona carga cuando refiere que sus vínculos sexoafectivos no son satisfactorios, es decir, que “no tiene suerte en el amor”.
La elección de pareja es una de las principales formas en que los patrones emocionales mencionados se ejemplifican, pues el sujeto con estas características puede elegir entablar relaciones afectivas con individuos que no están emocionalmente disponibles, incluso permanecer en situaciones de abuso.
Otra vertiente de estas disfunciones es cuando la persona ejerce violencia hacia su pareja, como en el caso de las celotipias, la envidia o el control, llegando también a las agresiones físicas. Diferentes abordajes sugieren un trabajo de introspección guiado por un psicoterapeuta. A continuación se enlistan los ejes principales:
Terapia psicológica. La terapia cognitivo-conductual y la terapia de aceptación y compromiso ayudan a identificar y modificar patrones de comportamiento disfuncionales.
Trabajo en la autoestima. Estrategias como la autoafirmación y la regulación emocional pueden mejorar la percepción de uno mismo.
Construcción de relaciones saludables. Practicar la comunicación asertiva y establecer límites claros facilita vínculos más sanos.
Hay que recordar que si bien las respuestas emocionales y las formas de apego se establecen desde la infancia, el ser humano tiene la capacidad de adaptarse, por lo que no está condenado a repetir los mismos patrones infructuosos a lo largo de toda su vida. Con el apoyo adecuado, puede desarrollar conductas mucho más benéficas.