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El regreso de las citas rápidas; desamor digital y el reencuentro de los individuos

Cuatro de cada cinco usuarios de aplicaciones como Tinder, Bumble o Badoo terminan con fatiga emocional tras utilizarlas, por lo que muchos han optado por un formato presencial en búsqueda de encuentros más genuinos.

Evento de citas rápidas. Imagen: lovepayment.com

Evento de citas rápidas. Imagen: lovepayment.com

WALFRÉ VIRGIL CASTRO

Según Business of Apps, en el mundo hay aproximadamente 350 millones de personas que cuentan con una aplicación de citas en su teléfono, casi tres veces la población de nuestro país. A través de apps como Tinder, Bumble o Badoo, por mencionar a las más populares, simplificamos la forma en que nos relacionamos con otros, permitiendo que, con base en datos como oficio, aficiones, rasgos e incluso geolocalización, sea un algoritmo quien nos designe emparejarnos con nuestra posible “media naranja”, en una paupérrima expresión. 

Si bien la búsqueda del amor a través de internet se remonta a los noventa, antes no se generaba la carga de estímulos y exceso de información que nos asola hoy en día al estar frente a una pantalla por tanto tiempo. Por esto, en un acto nostálgico de soltar lo digital y volver a lo análogo, las personas cada vez están optando más por dejar la digitalización para regresar a una experiencia más tangible. 

PANTALLAS VEMOS, CARAS NO SABEMOS 

Las aplicaciones de citas han revolucionado la forma en que las personas buscan pareja; con un gesto de deslizar un perfil hacia la derecha se comunica el interés romántico. Sin embargo, tras años de popularidad, estas plataformas se enfrentan a críticas crecientes por fomentar un uso adictivo y, en muchas ocasiones, poco satisfactorio. El debate gira en torno a si las apps son intrínsecamente adictivas o si su impacto negativo proviene de un entorno digital que dificulta la creación de hábitos tecnológicos saludables. 

Según Helen Fisher, antropóloga del Instituto Kinsey, el cerebro humano está predispuesto a buscar el amor de manera compulsiva, y estas apps intensifican esa necesidad al ofrecer la posibilidad de encontrar a la pareja ideal. Elias Aboujaoude, profesor de psiquiatría en Stanford, sugiere que estas plataformas podrían activar vías cerebrales de recompensa, similares a las de la dopamina, que refuerzan el comportamiento adictivo. A pesar de estas afirmaciones, hay poca claridad sobre su impacto real, debido en parte a la opacidad de sus algoritmos, que son protegidos como propiedad intelectual. 

En la mayoría de los casos, el uso prolongado de apps de citas llega a causar tedio y frustración. Imagen: Unsplash/ Adrian Swancar
En la mayoría de los casos, el uso prolongado de apps de citas llega a causar tedio y frustración. Imagen: Unsplash/ Adrian Swancar

Sin embargo, algunos expertos, como Kathryn Coduto, de la Universidad de Boston, señalan que estas empresas utilizan tácticas como notificaciones push y recompensas aleatorias para mantener a los usuarios enganchados. Estas dinámicas, diseñadas para maximizar la interacción, hacen que el proceso de deslizar el dedo sea más parecido a un juego que a una búsqueda significativa de pareja. 

Pero actualmente las aplicaciones de citas enfrentan obstáculos adicionales en un mercado competitivo. Según el reporte de desinstalación de AppsFlyer, desde 2023 estas plataformas han liderado la lista de las apps más desinstaladas, superando incluso a las de juegos, entrenamiento y finanzas. ¿Por qué sucede esto? Aunque las citas en línea han ayudado a millones a encontrar el amor, no están exentas de desafíos. 

Según Singles Reports, por lo menos en Estados Unidos, casi cuatro de cada cinco personas entre 18 y 54 años experimentan algún grado de fatiga emocional al usarlas. Aunque el dicho “hay muchos peces en el mar” inspira esperanza, pescar no es tan sencillo. Hace más de dos décadas, la tecnología intentó facilitar la búsqueda de pareja para millones de solteros. Sin embargo, para muchos, las citas en línea han sido una fuente de frustración tanto como de éxito, llevando así a muchos a optar por otras dinámicas de relación. 

ENTRE LA EXPECTATIVA Y EL VÍNCULO 

En su obra La agonía del Eros, el filósofo ByungChul Han hace referencia a que en la actualidad “no es posible el amor”, debido a la existencia de numerosas opciones para encontrar pareja y, por lo tanto, la interminable búsqueda de lo óptimo. Esto se hace visible mientras navegamos por las apps de citas, donde tomamos decisiones con base en expectativas, sin dar espacio para la construcción de un vínculo y “desechando” a las personas no idóneas con un swipe

Aplicaciones como Tinder hacen pensar que se tienen opciones infinitas para elegir pareja, como si se tratara de un catálogo. Imagen: Dominic Preston Foundry
Aplicaciones como Tinder hacen pensar que se tienen opciones infinitas para elegir pareja, como si se tratara de un catálogo. Imagen: Dominic Preston Foundry

Asimismo, el surcoreano asegura que el exceso de oferta de “otros” no sólo conduce a la crisis del amor, sino que tiene que ver con la “erosión del otro” y se relaciona con un presunto, y excesivo, narcisismo. El proceso simplificado de escoger una potencial pareja se convierte entonces en el equivalente a visualizar un catálogo o un almanaque, acto impulsado por el constante deseo de consumo que tenemos como individuos, según explica el psicólogo social Erich Fromm en su libro El arte de amar: “Lo que para la mayoría de la gente de nuestra cultura equivale a digno de ser amado es, en esencia, una mezcla de popularidad y sex-appeal”. 

En la disputa entre el deseo de cumplir con la expectativa y el lidiar con la ausencia de una relación, la socióloga Eva Illouz, en su obra ¿Por qué duele el amor?, asegura que el verdadero “enfriamiento de la pasión” se debe a la racionalización del amor, así como a la ampliación de la tecnología —interprétese redes sociales— en la elección de este. 

SPEED DATING 

En respuesta a todo esto, el llamado speed dating, o citas rápidas, ha resurgido como una alternativa atractiva para quienes buscan conexiones más genuinas, o más bien más humanas, alejándose de la superficialidad de las aplicaciones de citas. 

Este formato permite a las personas interactuar cara a cara en encuentros breves, generalmente de entre cinco y siete minutos. La dinámica es sencilla: los participantes se reúnen en un lugar determinado y tienen una serie de citas cortas con diferentes individuos. Cada encuentro dura unos minutos, tras los cuales rotan para conocer a otro asistente. Al finalizar el evento, cada uno indica a los organizadores quiénes le interesaron y, si hay coincidencias, se facilita el contacto entre ellos para futuras citas. 

Si bien el formato no es nada nuevo, no se descarta que figure entre algunas generaciones ya sobredigitalizadas. Con él se retoma el desapego a esa ansiedad de encontrar todo tras una mirada a las pantallas, aunque para este primer paso se use un formato de citas similar a un carrusel donde buscar un contacto más “cercano” no deja de estar inscrito en una dinámica en que las relaciones se ven como un bien de consumo.

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