
Foto: Facebook/ Espacio Gris
Luis Barragán (1902-1988) ideó este proyecto a finales de la década de los sesenta, para construirlo en el fraccionamiento Los Clubes del municipio de Atizapán de Zaragoza, Estado de México. Desde el exterior se puede apreciar el estilo del arquitecto jalisciense, con su fachada sencilla de textura rugosa, cerrada e introspectiva, marcada por la búsqueda de un mundo privado, un universo, una realidad alterna a la cotidianidad.
Fue entre 1966 y 1968 cuando la Cuadra San Cristóbal se diseñó y construyó bajo la comisión del señor Folke S. Egerström (1921-2002), según se indica en la página oficial del recinto. Egerström fue socio del cercano Club Hípico Francés y, al igual que Barragán, un gran amante de los caballos pura san - gre; por eso pidió al ganador del Premio Pritzker de 1980 una residencia familiar con caballerizas.
“Para Barragán, fue la oportunidad de desarrollar a gran escala su personal afición ecuestre, que mantenía desde la infancia. La obra arquitectónica resultante es considerada como única en su tipo a nivel mundial”, se indica en el sitio web.
La obra se expande en una superficie de 2.7 hectáreas. La Casa Egerström, diseñada en colaboración con Andrés Casillas de Alba, es el inmueble que da la bienvenida al visitante. En un recorrido publicado en su canal de YouTube, el arquitecto Abraham Cota Paredes indica que la propuesta de Barragán hace recordar a la estética del alemán Mies van der Rohe, en el sentido de jugar con los planos longitudinales y transversales.
Existe también la presencia de una arquitectura estereotómica, pensante, que va en busca de la luz, pero que al mismo tiempo tiene como protagonista al muro, a lo sólido.
Tras pasar la Casa Egerstöm y adentrarse en la Cuadra San Cristóbal, la escala del lugar cambia y se vuelve inmensa. Este es un sitio diseñado para caballos, de ahí sus dimensiones. La experiencia visual resulta envolvente. Al fondo un muro rosa divide el universo de Barragán de la ciudad mundana. Un plano más adelante, un majestuoso bebedero aparece en forma de fuente. El agua cae desde un imponente rectángulo marrón sobre un espejo que refleja el cielo. Así se rompe el silencio; la arquitectura también debe escucharse.
Hay quien señala que esta fuente podría remontar a los paisajes de Jalisco, la tierra natal de Barragán, donde acueductos se encargaban de llevar agua a los pueblos desde los valles. Sin duda existe un eco de infancia, un ejercicio de memoria en los planos del arquitecto.
“El diseño monumentalmente elemental, pero con matices precisos, de Cuadra San Cristóbal se basa en los principios funcionales y estéticos del modernismo. Al mismo tiempo, evoca los paisajes, ranchos y haciendas del México rural, filtrados a través de los recuerdos personales y la interpretación creativa de Barragán”, se lee en la página oficial de Barragan Foundation.
Las caballerizas son otra zona esencial, quizá el espíritu más latente de este complejo diseñado en torno al movimiento de los equinos. Están al costado izquierdo del bebedero, como si se tratara de un extenso cobertizo. Enfrente, otro muro rosa con dos grandes portales, cuya altura es la misma que la de un hombre al montar un caballo. Es como si el mismo aire perforara la pared, formando un par de ventanales o encuadres cinematográficos capaces de capturar en la eternidad a quienes se coloquen bajo sus dimensiones.
Otro elemento importante de la obra de Barragán es la flora. Los pastizales de la Cuadra San Cristóbal son acentuados por árboles. Asimismo, se ven algunas cactáceas y yucas. La tierra del suelo tiene toques ligeros de ocres y amarillos, los cuales dialogan con el rosa de los muros.
Si el lector es curioso, es posible apreciar la majestuosidad de este espacio desde las alturas, a través de la aplicación Google Maps y su vista satelital.
Según información de la Barragan Foundation, el proyecto fue construido en dos etapas. Empezó por los establos en el curso de 1967 y continuó con la residencia, la cual fue completada en 1968.
APERTURA COMO CENTRO CULTURAL
La Cuadra San Cristóbal abrirá sus puertas al público en octubre de 2025 como un nuevo centro cultural, según anunció la Fundación Fernando Romero (la cual no tiene fines de lucro y fue creada por el arquitecto y curador de diseño Fernando Romero, quien adquirió el inmueble en 2017).
“Dado que nos guía el compromiso y el gran privilegio de proteger y dar a conocer el legado arquitectónico de Luis Barragán, y con la vocación de difundir el arte contemporáneo mexicano, La Cuadra se ha propuesto abrir su sede al público para celebrar la relación entre las artes y la arquitectura. Cada año, a partir de ahora, durante la Semana del Arte en México, el patio de la Cuadra se destinará a exponer la obra de artistas nacionales e internacionales. De la misma manera, La Cuadra otorgará premios anuales a lo mejor del diseño, la arquitectura y el cine cada mes de octubre”, aseguró Fernando Romero en un comunicado publicado al momento del anuncio.
Un recinto de tal relevancia reclamaba protección y ventanas para mostrar su peso como plataforma cultural y de exhibición. Por tal motivo, el proyecto del nuevo centro cultural abarcará una exposición permanente sobre Barragán, residencias artísticas, galerías, instalaciones temporales, biblioteca y cafetería, entre otras áreas.
Se sabe que la exhibición permanente será curada por el arquitecto Jorge Covarrubias, quien restauró la Casa Prieto López y la Fuente del Bebedero de Barragán. La muestra tendrá ocho obras como ejes: Casa Prieto López, Casa Gálvez, Casa Gilardi, Casa Estudio Barragán, Convento de las Capuchinas, Cuadra San Cristóbal, Torres de Satélite y Fuente del Bebedero.
Además, el pasado sábado 8 de febrero, dentro de la Semana del Arte 2025, la Cuadra San Cristóbal recibió la visita de la artista serbia Marina Abramovic, quien realizó un performance titulado Art is Oxygen en el patio del recinto frente a un grupo selecto de invitados, donde destacaban 150 estudiantes universitarios. Fue un evento muy esperado, pues la creadora no visitaba el país desde la última década del siglo pasado.
Según relatan crónicas publicadas en periódicos como El País, El Universal, La Jornada, o The New York Times, aquella tarde aparecieron tres caballos marrones que salieron de los establos. Iban montados por jinetes vestidos de negro, quienes portaban banderas blancas con la frase "Art is Oxygen". Detrás de ellos apareció Abramovic, también vestida de negro y acompañada por Pablo León de la Barra, curador general de arte latinoamericano del Museo Guggenheim, quien la cubría del sol con una sombrilla roja.
Abramovic llegó hasta una silla colocada en una pequeña plataforma frente al icónico muro rosa de Barragán. Allí tomó asiento y leyó su manifiesto: “Un artista debe tener enemigos. Los enemigos son muy importantes […] Un artista debe morir conscientemente, sin miedo […] No olviden que tenemos arte, y el arte es oxígeno”. Al mismo tiempo, los caballos trotaban alrededor de la artista y del curador.
Entonces, en esta nueva etapa, ¿será la Cuadra San Cristóbal el lugar donde don Quijote monte de nuevo a su Rocinante o Alejandro Magno a su Bucéfalo y, cual novela de Cormac McCarthy, puedan galopar todos los hermosos caballos?