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Ganadoras del Premio de Poesía Joven Vaso Roto

Emilia Pequeño Roessler y Edurne Batanero son dos poetas que aportan nuevas perspectivas en la creación de las letras iberoamericanas. Sus versos abordan temáticas sobre el amor, la amistad y los paisajes.

La poeta española Edurne Batanero y el equipo de la editorial Vaso Roto, en la ceremonia del Premio de Poesía Joven Vaso Roto 2024 en la Feria Internacional del Libro Monterrey. Foto: FIL Monterrey

La poeta española Edurne Batanero y el equipo de la editorial Vaso Roto, en la ceremonia del Premio de Poesía Joven Vaso Roto 2024 en la Feria Internacional del Libro Monterrey. Foto: FIL Monterrey

SAÚL RODRÍGUEZ

Durante la antigua Grecia, Safo fue una mujer revolucionaria. Su música y poesía recorrieron las callejuelas de la ciudad de Mitilene, en la isla de Lesbos. En su libro If not, Winter. Fragments of Safo (2003), Anne Carson indica que la poeta griega vivió aproximadamente a partir del 630 antes de Cristo. Se desconoce cuándo murió. Sólo se tiene registro de su exilio en Sicilia entre el 604 y 595 antes de Cristo. ¿Por qué fue exiliada? También es una incógnita. Su música desapareció, pero su poesía sobrevivió en fragmentos; son poemas llenos de huecos, de versos ausentes, cuya lectura completa recae en la imaginación del lector. 

En la historia de la literatura, las mujeres han sufrido censura. Resuenan nombres de aquellas que tuvieron que adoptar un seudónimo masculino para que las editoriales aceptaran publicarles: Mary Ann Evans, las hermanas Charlotte, Emily y Anne Brontë, Mary Shelley, entre otras. Por fortuna, en los últimos años, la literatura escrita por mujeres ha recibido el reconocimiento que siempre ha merecido. 

En este andén de palabras, la poesía ha jugado un papel importante. Editoriales como Vaso Roto, fundada en 2003 por la poeta y traductora mexicana Jeannette L. Clariond, han abogado por la publicación de voces femeninas. Desde la candidata al Premio Nobel de Literatura Anne Carson, pasando por Alda Merini y nombres de gran legado como Elizabeth Bishop, hasta las mexicanas Elsa Cross, Gabriela Riveros, Gabriela Cantú Westendarp (recientemente ganadora del Concurso Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa 2024), Karen Villeda, María Baranda, entre otras. 

Hace dos años, en colaboración con la Feria Internacional del Libro Monterrey (FIL Monterrey) y el Gobierno de Nuevo León, la editorial convocó por vez primera al Premio de Poesía Joven Vaso Roto, con el objetivo de dar paso a la difusión de la poética realizada por plumas menores de 18 años. La primera edición fue ganada por la chilena Emilia Pequeño Roessler (Santiago, 1997), gracias a su poemario Notas para una cartografía imaginaria de los fiordos. La segunda se la adjudicó la española Edurne Batanero (Madrid, 1995), por Infancia es una fruta. Cabe destacar que ambas compitieron con otras autoras y autores varones. Y es que las mujeres siempre han estado allí, como Safo, escribiendo versos, creando imágenes con palabras.

Emilia Pequeño Roessler. Foto: Cortesía
Emilia Pequeño Roessler. Foto: Cortesía

POÉTICA DESDE LOS ANDES 

Emilia Pequeño Roessler está en el restaurante del Hotel Ancira de Monterrey. Es domingo y hojea la antología de Gabriela Mistral publicada por el Fondo de Cultura Económica (FCE). Su mirada se detiene en la página 129. Ha elegido “La fuga”, del libro Tala (1938). Entonces las palabras pueblan su voz: “Madre mía, en el sueño / ando por paisajes montañosos: / un monte negro que se contornea…”. 

Por la mañana participó en Santiago Lee 2024, encuentro literario que cada año se efectúa en Santiago, Nuevo León. Allí dio un taller y presentó Notas para una cartografía imaginaria de los fiordos (Vaso Roto, 2024). Se trata de una poeta cuya generación es conocida como “los nietos de la dictadura”, nacida en el momento en que Chile se cuestionaba su situación política tras siete años del retorno de la democracia. 

Existía entonces una sensación de promesa incumplida respecto a la alegría que habría de llegar a Chile tras el fin de la dictadura. El modelo neoliberal tomaba fuerza, con la nación abierta al libre mercado y la esperanza de un posible chorreo económico. No obstante, créditos como el de las universidades endeudaron a miles de chilenos. Surgió el descontento, la desigualdad. Si bien la poeta reconoce que en los últimos años se ha acortado la brecha, indica que a nivel microeconómico no lo percibe de la misma forma. 

La poesía se le presentó en Ñuñoa, su barrio en Santiago de Chile. Leyó desde muy pequeña. Cambió de colegio cuando tenía alrededor de 11 años de edad y en la nueva aula aprendió poemas de memoria. La marcó “Muerte de Antoñito el Camborio”, de Federico García Lorca. Cuando la sonoridad del lenguaje apareció frente a sus ojos, empezó a escribir junto a una de sus mejores amigas. 

“Nos sentábamos juntas en clase y teníamos unos cuadernitos en los que escribíamos poesía”. 

Emilia estudió literatura, una maestría en Teoría del Arte y está interesada por armar capas de complejidad en sus libros. Notas para una cartografía imaginaria de los fiordos es su segunda publicación, luego de La chacra de las fresias (Libros del Pez Espiral, 2022). Un fiordo es un accidente geográfico, un golfo estrecho y profundo entre montañas de abruptas laderas, formado por glaciares. 

“La figura del fiordo fue productiva para escribir el libro por varias razones. Una era porque estaba esta palabra que vivía en mi cabeza de forma gratuita: fiordo, fiordo, fiordo. No sabía realmente lo que era, tenía el concepto, la imagen, que están en partes muy al norte o muy al sur, y que tenían que ver con el hielo. Ahí me puse a investigarlo, me resultó bonita la imagen y me puse a escribir esos poemas que están al principio del libro […] También es una manera de pensar el amor, esta extrañeza, este misterio”. 

Edurne Batanero. Foto: Saúl Rodríguez
Edurne Batanero. Foto: Saúl Rodríguez

Para la chilena, la figura del fiordo es la materialización de algo muy ajeno, algo extraño que sólo ha visto en fotos y que nunca ha podido experimentar en términos de tacto. Cuando se le pregunta si considera que un fiordo puede asimilarse a la poesía debido a su estrechez y profundidad, Emilia propone otra figura. 

“La poesía es como un iceberg, más que como un fiordo, en el sentido de que uno ve una punta, una palabra, unos versos, y pueden ser tres versos como los haikús, pero que engloban un mundo entero”. 

VERSOS DE PROSPERIDAD 

Edurne Batanero visita la FIL Monterrey 2024 para recibir el II Premio de Poesía Joven Vaso Roto. Es su primera vez en México. Dentro de sus actividades tiene programada una lectura de poesía junto a las poetas Nadia Toledo y Carolina Olguín. En el estand de la editorial al interior de Cintermex, rodeada de libros y del ir y venir de la gente, cobijada por el caluroso otoño norteño, sonríe mientras habla sobre la infancia a la grabadora del teléfono. 

“Creo que la infancia es un periodo donde todos los ritmos del mundo son completamente diferentes a los tuyos, pero también es un periodo muy crítico en el que hay cosas que si no se aprenden en la infancia, no se aprenden, como el lenguaje. Y creo que tiene un ritmo similar al de la poesía”. 

Edurne es originaria del barrio madrileño de Prosperidad, el cual está poblado en su mayoría por gente mayor, aunque eso es algo que está cambiando. Conoce de memoria sus míticas librerías, su mercado, sus parques, sus calles y sus viviendas. Estuvo en un colegio católico, pero no profesa esa religión. Se graduó como trabajadora social y además es artista plástica. Su creación poética está influenciada por ese lugar y el amor a sus amigas. Infancia es una fruta, su primer poemario, es ejemplo de ello. 

Otro tema abordado por la autora española es la maternidad. Sus versos generan interrogantes alrededor de que si esta es impuesta o deseada. La propone para reflexionar la propia relación con las madres. También escribe sobre la amistad entre mujeres. Una dedicatoria en la primera página del libro señala: “A mis amigas, sin ellas no tendría voz”; si ha sabido expresarse, asegura, es gracias a todas las conversaciones que ha sostenido con mujeres. 

“Gran parte de lo que quiero hacer ahora con el libro es poder sentarme y, antes de hablar con mis amigas, hablar con todas las mexicanas que pueda. He puesto mucho de mí, de mi día a día en este libro y, aunque no creo que me esté exponiendo mucho — porque es una poesía, no es mi diario, no es una radiografía mía—, me gustaría establecer conversaciones y diálogos; no soltar el poema”.

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Escrito en: Saúl Rodríguez Vaso Roto Jeannette L Clariond Premio de Poesía Joven Emilia Pequeño Roessler Edurne Batanero Infancia es una fruta Notas para una cartografía imaginaria de los fiordos poesía contemporánea

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