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Hacer las pases con el dinero.

El hábito del ahorro como acto de amor propio

Hacer las pases con el dinero.

Hacer las pases con el dinero.

MIGUEL ÁNGEL RANGEL ADAME

Cada cierre de año despierta en nosotros un proceso de introspección que nos lleva a autoobservarnos, haciendo un balance entre los logros y retrocesos que hemos tenido. Quedamos en medio de un sinfín de reflexiones que desembocan en la generación de propósitos, mismas que suelen quedarse en el papel o en la idea, pasando a ser meras expectativas que se difuminan en el caminar del nuevo año.

En México, las cifras reflejan una realidad desalentadora: según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Historia (INEGI), el 87.2 por ciento de la población no tiene capacidad de ahorro, y ocho de cada diez mexicanos se encuentran atrapados en el uso excesivo de tarjetas de crédito. Esto no sólo dificulta la construcción de un capital personal, sino que perpetúa un ciclo de endeudamiento y consumo insostenible.

Desarrollar el hábito del ahorro no sólo es cuestión de voluntad, sino también de disciplina. Sin mencionar que hay una falta de cultura financiera y una pelea interna entre el materialismo y la espiritualidad. Ante este panorama pareciera lejana la posibilidad de lograr la tan anhelada independencia financiera. Sin embargo, es posible alcanzarla con dos sencillos pasos; el primero consiste en hacer un presupuesto mensual y el segundo en practicar el diezmo.

METODOLOGÍA

Empecemos con generar un presupuesto mensual. Seguro ha pasado que recibes tu dinero, pero se te va de las manos y no sabes en qué lo gastaste, o que te encuentras dinero en algún pantalón a la hora de lavarlo. Esto quiere decir que has perdido el control de tus ingresos. Dar el primer paso es saber dónde estás parado, cuánto ganas y en qué lo gastas. Esto te permitirá dimensionar los rubros en los que se va tu ingreso.

El ejercicio tiene como finalidad mantener tu calidad de vida, detectar los gastos hormiga y mejorar hábitos que sin duda impactarán en tu salud física, mental, financiera y espiritual. Será imperante cambiar la forma de pensar, ponerte un nuevo chip que te permita cambiar de frecuencia. Es decir, tratar de quitar esa sensación de carencia por una de prosperidad, enfocándote en que cada peso que salga de tu bolsa tiene que convertirse en inversión. El dinero es como el agua. Cuando fluye bien, nutre todo a su paso. Cuando se estanca, puede convertirse en una carga.

Iniciar un nuevo hábito requiere práctica y tiempo, pero sobre todo romper paradigmas. Para lograr el éxito en el ahorro tienes que conocer y practicar estos axiomas:

Primero págate a ti mismo. Antes de cubrir otros gastos, aparta una parte de tus ingresos para ahorrar.

Los pequeños cambios generan grandes resultados. Reducir gastos innecesarios puede tener un impacto significativo a largo plazo.

El dinero ahorrado hoy es libertad mañana. Ahorrar te acerca a la independencia financiera.

Toda inversión comienza con el ahorro. Antes de pensar en multiplicar tu dinero, necesitas acumularlo.

Gasta lo que queda después de ahorrar. Reorganiza tus prioridades para garantizar que el ahorro puede empezar con el uno por ciento de tus ingresos.

El control financiero es una forma de libertad espiritual. Este axioma conecta el ahorro con una mentalidad de paz interior y abundancia, alejándose de la sensación de carencia. Saber que tienes un fondo de emergencia te da tranquilidad emocional y espiritual.

En este último punto es donde se enfoca el hábito del diezmo. No se trata de que hagas obras de caridad o donaciones a instituciones religiosas, sino que tengas un proceso de autorreconocimiento a tu esfuerzo. Es una forma de honrarte. Guarda un diez por ciento de cada peso que recibas. Esta práctica tienes tres finalidades:

• Te permite hacerte consciente del dinero que has captado. Es decir que, si tienes diez mil pesos ahorrados, por lo tanto, han llegado a tu vida cien mil pesos, esto te automotivará y también te hará reorientar tus hábitos al preguntarte en dónde quedó el resto.

• Te genera paz mental, pues al tener guardado ese dinero frenas los pensamientos de carencia, y esto te hará más productivo en tu vida laboral.

• Te permite construir un capital para futuras inversiones. Estos axiomas no sólo guían el hábito del ahorro, sino que también fomentan una mentalidad de responsabilidad y crecimiento financiero.

MÁS ESTRATEGIAS

Si en tu presupuesto detectas que gran parte se va en actividades de esparcimiento como salidas al cine, restaurantes, bares, compra de cerveza o cigarros, esto en exceso se convierte en gasto. Podrías tratar de justificarte: “Oye, me mato toda la semana trabajando como para dejar de divertirme”. Y tendrías razón, ya que todo ser, para estar equilibrado, debe de trabajar, descansar y realizar actividades recreativas. No obstante, se recomienda reducir esas salidas y trasladar ese ahorro a un curso o diplomado que permita, en un futuro inmediato, tener una fuente adicional de ingresos o un aumento salarial. Inscríbete en algún gimnasio, que al final del día esto se verá reflejado en tu salud y rendimiento. Recuerda que la mejor inversión es uno mismo.

Este presupuesto también te ayudará a identificar gastos hormiga y mejorar el rendimiento de tus básicos de supervivencia. No se trata de comprar cosas más baratas, ni de dejar de comprar tu café por la mañana en alguna tienda de conveniencia. Se trata de direccionar cada peso hacia un objetivo, de ahorrar sin cambiar tu estilo de vida. Evita caer en supuestos de comprar un papel higiénico, jabón o cualquier otro producto barato y de menor calidad con la justificación del ahorro; hacerlo es sucumbir ante una frecuencia de carencia. Más bien considéralo de esta forma: se trata de comprar un mejor producto o de las mismas características a un mejor precio, sin que afecte tu calidad de vida o ponga en riesgo tu estatus.

Después de terminar la evaluación del manejo de tus finanzas con base en tu presupuesto mensual, llega la hora de trabajar en la construcción de las bases que desarrollarán hábitos de ahorro. No sólo es un hábito, sino un conjunto de procesos que involucran la reconciliación de lo material y lo espiritual, para fortalecer nuestra moral financiera y quitar de la mente esa sensación de carencia. Más que un acto práctico, es también un ejercicio de equilibrio personal. Muchos sueñan con la libertad de no depender de un empleo, pero son presa del consumo desmedido, lo que perpetúa la sensación de insatisfacción.

Reconciliar lo material con lo espiritual implica cambiar nuestra percepción del dinero. En lugar de verlo como un recurso limitado, debemos considerarlo una herramienta para construir bienestar. Este cambio de mentalidad, junto con acciones consistentes, nos ayuda a fortalecer nuestra “moral financiera”, es decir, la capacidad de tomar decisiones económicas que beneficien tanto a nuestra estabilidad como a nuestra paz interior.

La verdadera riqueza no se encuentra en el dinero que acumulamos, sino en la gratitud con la que abrazamos cada instante de la vida. Ahorrar es mucho más que guardar, es un acto de amor propio, un reconocimiento de nuestro esfuerzo y un puente hacia los sueños que nos inspiran.

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