Incendios en Los Ángeles; llamas que desvelan la desigualdad social
Han pasado casi cuatro semanas desde que los incendios forestales comenzaron a asediar los barrios de Eaton y Palisades en Los Ángeles, California. Al cierre de esta edición, las llamas se habían contenido en un 98 y 94 por ciento, respectivamente, en ambas zonas. Se trata de siniestros sin precedentes en la historia de esta región estadounidense, no sólo por presentarse en una temporada atípica —suelen ocurrir entre junio y octubre—, sino por su intensidad.
Sin embargo, no se puede ignorar que uno de los motivos por los que este fenómeno ha llamado la atención del mundo, más allá de su poder destructivo, es el hecho de que entre los afectados se encuentran decenas de estrellas de Hollywood que han perdido sus propiedades ante el incontrolable fuego. En la lista figuran Mel Gibson, Paris Hilton, Anthony Hopkins, Jeff Bridges, Bella Hadid y un largo etcétera.
Ninguna de estas celebridades, afortunadamente, se quedará sin hogar ni pasará hambre tras las afectaciones registradas. Pero la realidad es que, a pesar de que son quienes han recibido mayor atención mediática, el saldo de los incendios es de al menos 28 muertos, 31 desaparecidos y más de 17 mil hogares y estructuras destruidos. Las vidas humanas son pérdidas irreparables que no distinguen clase social, pero los daños materiales no se limitan a la élite que vive en Malibú; por el contrario, dejan de manifiesto el grave problema de desigualdad que se extiende por el mundo y que se exacerba en zonas como las impactadas por los incendios, donde millonarios, familias de clase media e indigentes viven apenas separados por unas cuantas cuadras o, incluso, una sola calle. Vale la pena reflexionar sobre los alcances e implicaciones de la devastación ocasionada por el fuego.
DISCAPACIDAD Y VULNERABILIDAD
La mayor parte de las víctimas mortales son personas de la tercera edad y/o con discapacidad. Según testimonios de sus allegados a medios como Los Angeles Times, Associated Press o CNN, en la mayoría de los casos no alcanzaron a evacuar sus hogares a tiempo debido a limitaciones motrices propias de la edad o de alguna otra condición de salud. Por ejemplo, Anthony Mitchell y su hijo Justin fallecieron porque su cuidador, Jordan Mitchell, fue hospitalizado ese día. El padre, de 67 años de edad, había sido amputado, mientras que Justin tenía parálisis cerebral. A pesar de que se comunicaron al 911 para solicitar ayuda para evacuar, los servicios de emergencias estaban saturados y no pudieron asistirlos.
Otro caso es el de Dalyce Curry, de 95 años, quien vivía sola porque anteriormente se había negado a dejar su hogar de décadas para vivir con familiares que pudieran apoyarla a su avanzada edad. Como ella, otros de los fallecidos en el siniestro habían echado raíces ahí, incluso a lo largo de generaciones.
De acuerdo al Pew Research Center, el siete por ciento de los estadounidenses —más de dos millones de personas— tiene discapacidades motrices. El seis por ciento, además, no puede llevar una vida independiente debido a limitaciones físicas, emocionales o cognitivas. Se trata de un sector cuya vulnerabilidad queda de manifiesto en momentos de crisis, como recesiones económicas o desastres naturales. Las desventajas que tienen respecto al resto de la población no sólo les traen dificultades en el día a día, sino que les pueden costar la vida misma.
VIVIENDA DIGNA INALCANZABLE
Hace algunas décadas, Eaton y Palisades eran zonas residenciales a las que podían aspirar las familias de clase media. Sin embargo, con el pasar del tiempo, la especulación en el mercado inmobiliario fue inflando los precios de las viviendas en estos barrios hasta hacerlos bastante inaccesibles. No obstante, muchos de los habitantes de antaño todavía ocupaban las casas que habían adquirido cuando el poder adquisitivo de la población era considerablemente menos precario. Ahora, con su patrimonio reducido a cenizas, será imposible para muchos de estos residentes rehacer su vida en este sitio que había sido su hogar durante años.
La situación también se complica para aquellos que recientemente perdieron su seguro de vivienda. En 2024, se informó a cientos de personas, tan sólo en el área de Palisades, que su póliza no sería renovada debido a que la aseguradora (State Farms) ya no incluiría en ella la protección en caso de incendios. Las opciones eran pagar cuatro veces más para mantener las mismas condiciones o quedarse sin seguro. Ante la falta de solvencia, más de mil 600 clientes se vieron orillados a optar por lo segundo. Perdieron el respaldo que tenían tan sólo unos meses antes de que sus hogares ardieran en llamas.
Es lógico que entre mayores sean los riesgos para un inmueble, más costosa será su aseguranza. En este sentido, el aumento en la frecuencia y la intensidad de desastres naturales, debido principalmente al calentamiento global, hará más inaccesible la vivienda digna en cada vez más regiones de Estados Unidos y otros países. Las posibilidades económicas de la clase media se seguirán reduciendo y las poblaciones más desfavorecidas, que son las que menos emisiones de gases invernadero generan —la huella de carbono del uno por ciento más rico del planeta emite más carbono que la mitad más pobre de la humanidad, según Oxfam—, serán las más afectadas.
PÉRDIDAS CULTURALES
Entre las múltiples pérdidas causadas por los incendios se encuentran también cientos de obras de arte que no podrán recuperarse jamás; algunas formaban parte de la historia y otras aún no habían visto la luz, pues permanecían en los estudios de los artistas que las habían creado para ganarse la vida.
El coleccionista Ron Rivlin confirmó a través de The New York Times que había perdido millones de dólares en obras que se encontraban en su casa de Palisades, ahora destrozada por el fuego, incluyendo alrededor de 30 piezas de Andy Warhol, el artista pop más reconocido del mundo.
Alrededor de 100 mil partituras del compositor modernista Arnold Schoenberg también se desvanecieron junto con las demás pertenencias de su hijo, el matemárico Larry Schoenberg, quien las guardaba en su residencia. La biblioteca personal de Gary Indiana, resguardada en casa del escritor Colm Tóibín y que incluía ejemplares firmados y ediciones especiales, sufrió el mismo destino.
Asimismo, más de una veintena de estudios de artistas fueron barridos por las llamas, según ha informado la autora Kathryn Andrews en sus redes sociales, donde ha hecho un llamado a la comunidad para apoyar a estos creadores a través de donativos.
CRISIS AMBIENTAL
El cambio climático no es sólo un peligro para las especies de los ecosistemas naturales, sino que también representa una amenaza para la humanidad que, además, acentúa las desigualdades e injusticias sociales, pues los más vulnerables son quienes sufren las peores consecuencias.
El fuego que se ha expandido al sur de California este enero es producto de la crisis ambiental por la que está pasando el planeta. Los patrones irregulares de lluvias torrenciales y sequías adelantaron la temporada de incendios forestales y, además, han afectado las corrientes de viento, que a su vez avivan las llamas. Las especies de plantas invasivas, como los eucaliptos, también intensifican los efectos de estos siniestros, pues son altamente inflamables, a diferencia de las especies nativas. Asimismo, la mancha urbana se extiende hacia zonas propensas a desastres naturales y las actividades humanas alteran cada vez más los ecosistemas.
Por siglos, el progreso de la humanidad se ha fundado sobre la idea de “dominar” a la naturaleza, pero esta visión ya no es viable. El crecimiento urbano e industrial debe planearse en armonía con el medio ambiente o, de otra manera, la devastación seguirá en aumento año con año.