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El término anglosajón “job hopping” se traduce como “saltar de trabajo” —específicamente de un trabajo a otro— y podría considerarse como todo un arte, porque requiere de una gran agudeza para reconocer los cambios del mercado laboral, evaluar la situación de la empresa para la que se trabaja e identificar el momento exacto para tomar una decisión que cambie el rumbo de la trayectoria laboral propia. ¿Conviene mantener un empleo cuando el patrón ofrece un ligero aumento o irse cuando otra vacante supera esa oferta? Muchos eligen inmediatamente lo segundo; esa es la raíz del job hopping, que se refiere a la búsqueda constante de vacantes mejor pagadas que la que se tiene en el momento.
Dejando a un lado todas las discusiones sobre los esfuerzos y el entusiasmo que se deben entregar al trabajo, lo cierto es que a la hora de pagar la renta, los asuntos de salud y demás elementos necesarios para vivir dignamente, las cuentas no dan. Cada día el poder adquisitivo disminuye debido a la inflación. En este contexto, el objetivo del job hopping es simplemente mejorar la calidad de vida. Esperar años para subir de puesto en una empresa o mejorar el sueldo se convierte en un lujo en este mundo agitado y encarecido. La ansiedad de que el dinero no alcance debe, entonces, ser atendida de manera pragmática, con inteligencia, estudiando profundamente los pros y los contras de aplicar una estrategia como esta.
Para presentar con claridad el momento adecuado para practicar el job hopping, la tiktoker Addison Jarman, asesora de finanzas personales, plantea una escena perfectamente descriptiva en uno de sus videos. Un trabajador entrega su carta formal de renuncia a su jefe, quien, sorprendido, le recuerda que es el empleado más fiable y de mejor desempeño en el equipo, y le pregunta por qué se va después de haber recibido un aumento. El hombre explica que, aunque su sueldo incrementó en un 2.5 por ciento, la inflación está en un nueve por ciento. Además, a pesar de entregar mejores resultados y llevar cinco años en la empresa, el nuevo empleado, Mike, gana un 10 por ciento más que él. Cuando el jefe le pregunta qué necesita para quedarse, menciona que tiene una oferta que supera su actual salario en un 25 por ciento, a lo que el empleador responde que simplemente no puede mejorar esa propuesta.
CAMBIO GENERACIONAL
No es de extrañar que quienes ven Mi pobre angelito se pregunten cómo es posible que la familia del protagonista tuviera una casa tan maravillosa. La respuesta puede encontrarse en un análisis realizado por economistas del Banco de la Reserva Federal de Chicago y publicado por The New York Times. En él, Max Gillet, Cindy Hull y Thomas Walstrum determinaron que la vivienda de los McCallister, situada en uno de los vecindarios más caros de Estados Unidos, sólo era asequible para el uno por ciento de las familias de Chicago en 1990, es decir, aquellas con un ingreso de 305 mil dólares anuales —que equivaldría a 665 mil dólares en 2022, según el artículo—. De este modo, podían permitirse gastar un tercio de sus ingresos en la hipoteca, los impuestos y el seguro de la mansión.
Ahora, avancemos a 2024. La misma casa ha aumentado de valor debido a la inflación y la plusvalía. Ahora vale alrededor de 5.2 millones de dólares, según el sitio de bienes raíces Zillow. Para comprarla e invertir un tercio de los ingresos en la hipoteca, impuestos y seguro, se necesitaría una entrada anual de 994 mil dólares.
Para que una versión actual de Mi pobre angelito tuviera sentido, el personaje de Kevin McAllister tendría que ser el CEO de una compañía de primer nivel o alguien que sigue viviendo con sus padres, esperando que estos le hereden la casa sin tener que compartirla con sus hermanos. Imaginarse esto le quita la motivación a cualquiera.
Antes era natural y esperable que las nuevas generaciones tuvieran una mejor calidad de vida que los padres, pero eso dejó de ser una realidad, lo que ha generado discusiones sobre quién tiene la culpa de esta situación: las nuevas generaciones, acusadas de no querer trabajar lo suficientemente duro, o las anteriores, culpadas de haber arruinado el futuro. Sin embargo, los comportamientos de la economía son más complejos que eso y su control generalmente está fuera del alcance de las personas de a pie. Ante este contexto actual, el job hopping representa una de las pocas soluciones accesibles a las carencias financieras de hoy día.
CASO CONTRAPRODUCENTE
Siempre es válido que un profesionista considere irse a otra empresa cuando se le ofrecen mejores oportunidades, especialmente un mejor sueldo, pero la decisión debe tomarse tras analizar todas las posibles consecuencias.
Cuando el periodista deportivo David Faitelson decidió salir de ESPN para trabajar en Televisa, dejó atrás la credibilidad que había ganado como mano derecha de José Ramón Fernández, principal crítico del Club América (propiedad de Televisa). Faitelson mejoró su sueldo y logró un espacio más protagónico en las transmisiones de sus nuevos empleadores, pero en el proceso perdió el respeto de sus excompañeros de ESPN y de la afición. Incluso Cuauhtémoc Blanco, el ídolo del América, hizo un gesto de mal gusto hacia Faitelson durante la celebración de un gol en la final contra Monterrey, un momento vergonzoso para aquellos que consideran el periodismo deportivo una profesión digna de orgullo.
David Faitelson pasó de ser uno de los referentes con mayor credibilidad en su campo a convertirse en una caricatura de sí mismo. Pasó por alto que un nuevo trabajo no siempre cumple con las expectativas que se tienen al momento de firmar el contrato. El job hopping abarca muchos aspectos que deben ser analizados bajo lupa y el dinero no tiene por qué acaparar más atención que los demás.
CUESTIONES A EVALUAR
Según Harvard Business Review, estos son algunos puntos a tomar en cuenta para no errar al momento de practicar el job hopping:
- ¿Deberías estar siempre buscando un nuevo trabajo?
- ¿Deberías quedarte en tu empleo al menos dos años para que tu currículum no se vea mal?
- ¿Deberías dejar tu puesto sólo si tienes uno nuevo asegurado?
- ¿Deberías hacer un movimiento lateral (título y salario iguales, pero en otra empresa)?
- ¿Deberías esperar una contraoferta de tu empleador antes de dejar tu trabajo?
Aunque alguien pueda sentirse insatisfecho en su trabajo, debe reflexionar si se trata de un sentimiento pasajero. Es importante evaluar si puede adaptarse antes de buscar nuevas ofertas de empleo. Estar siempre pendiente de otras opciones puede impedir disfrutar del presente y aprovechar las oportunidades de crecimiento.
En cuanto al impacto del job hopping en el currículum, Harvard Business Review sostiene que esto ya no es tan perjudicial como solía ser. El mundo moderno ofrece un amplio panorama laboral y, por lo tanto, es más comprensible que un currículum no sea lineal. Muchas personas recurren en algún punto a realizar proyectos personales, actividades freelance o negocios familiares, lo que añade valor y diversidad a su experiencia.
Sobre los últimos tres puntos, Harvard Business Review indica lo siguiente: muchas veces, un mejor salario o una posición de mayor nivel no garantizan la satisfacción; si alguien realmente no se siente feliz con su trabajo actual, tal vez la solución no sea simplemente cambiarse a un puesto similar; aunque se reciba una contraoferta generosa del empleador actual, esto no cambiará el hecho de que había disposición para dejar esa empresa.
En conclusión, el job hopping puede representar un cambio interesante para cualquier profesionista, pero siempre se debe considerar que en el mundo laboral no existe algo como la satisfacción plena.