La austeridad cultural en México
Pese a que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo tomó posesión como líder del Ejecutivo el pasado primero de octubre, el “segundo piso” de la llamada Cuarta Transformación apenas arranca su primer año de mandato.
Los meses previos a este 2025 sirvieron, en primera instancia, para ir tanteando terreno. Cabe recordar que hubo una modificación para que, por primera vez, la entrega de la presidencia se diera con dos meses de anticipación, pasando del primero de diciembre al primero de octubre, a fin de permitirle al gobierno entrante encargarse de distribuir el gasto para su primer año de ejercicio, presupuesto que se entregó en el mes de noviembre para su aprobación.
Claudia, entonces, fue la primera presidenta capaz de controlar de manera tan efectiva su arranque de mando. De esta manera fue posible darle a la ciudadanía una primera impresión de su gobernanza, la cual parece no diferir mucho de la de su antecesor. Si bien las políticas de austeridad republicana y asistencialismo social —máximas del expresidente Andrés Manuel López Obrador— se mantienen, el Presupuesto de Egresos de la Federación que se planteó para este año dejó entrever que los recortes se aplicarán en diferentes áreas, como el Instituto Nacional Electoral (INE) —que este año se prepara para la primera elección popular al Poder Judicial, en donde se seleccionarán jueces, magistrados y ministros—, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) y el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT); estos dos últimos ya tienen cantada su desaparición.
No obstante, de entre todos los recortes, cambios, giros o “barrer de arriba hacia abajo”, sorprendió la caída del presupuesto destinado para la Secretaría de Cultura, que durante el sexenio obradorista mostró siempre un paulatino crecimiento en sus arcas financieras, a pesar de los megaproyectos que acaparaban los recursos económicos. Dicho lo anterior, preocupa el interés del actual gobierno en materia de cultura. ¿Por dónde va la línea? ¿Qué nos dejaron y qué se tiene que compensar? ¿Hay un retroceso o una reestructuración?
¿QUÉ REPRESENTA LA CULTURA PARA MÉXICO?
La cultura en México es un elemento esencial de su identidad nacional, diversidad y riqueza histórica. Desde Teotihuacán, Palenque o Chichén Itzá hasta festividades como el Día de Muertos, el Grito de Independencia y las fiestas decembrinas, la cultura mexicana representa un patrimonio tanto tangible como intangible que conecta generaciones, refuerza los valores comunitarios y potencia el desarrollo social y económico del país.
Tenemos rituales que nos conectan con el pasado, como el aerodinamismo de los voladores de Papantla, la ígnea ceremonia del Fuego Nuevo o la quimérica danza del venado. En nuestra gastronomía, el maíz es esencial como base de un sinfín de platillos que pueden ir del elote dulce a los chuales rarámuri, sin mencionar la tortilla en sus múltiples facetas. Tampoco podemos olvidar la cochinita pibil, el pozole, una carnita asada o el tradicional mole, armonía explosiva entre chiles y chocolate. La música abarca la tradición oral de los corridos, el huapango, la mexicanización de la polka a través del género norteño, el jarabe tapatío y hasta el alarido gutural de un canto cardenche. La riqueza cultural se extiende incluso al reino animal, con el jaguar, el lobo mexicano, la mariposa monarca y el ajolote como símbolos de nuestra biodiversidad.
Según el Sistema de Información Cultural, México cuenta con 103 mil 579 recursos culturales, entre los que destacan 22 mil 321 espacios como auditorios, bibliotecas, galerías, teatros y universidades. Además, el país alberga cuatro mil 781 patrimonios, que incluyen archivos históricos, zonas arqueológicas, monumentos artísticos y patrimonios de la humanidad. En cuanto al patrimonio inmaterial, registra 323 elementos que abarcan tradiciones, rituales y expresiones culturales únicas.
La fuerza creativa de la nación se refleja en los más de cuatro mil artistas y grupos artísticos registrados, así como en los más de dos mil festivales y ferias que promueven el intercambio cultural cada año. La educación y la investigación también tienen un lugar relevante con dos mil 653 espacios destinados a estas actividades, lo que refuerza la capacidad de innovación en este aspecto.
En términos de producción cultural, destacan las siete mil 750 publicaciones editoriales y de medios, además de los 57 mil 106 apoyos otorgados para fomentar la creación artística.
Sin embargo, según el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), múltiples factores amenazan este legado: el paso del tiempo, desastres naturales, incendios y descuidos erosionan no sólo los objetos físicos, sino también la memoria histórica que portan. De no preservarse estos elementos culturales, perderíamos nuestras raíces y saberes ancestrales; socialmente, se romperían los lazos que nos unen como comunidad; en lo educativo, las nuevas generaciones quedarían huérfanas de referentes históricos esenciales, y económicamente, el turismo y los empleos vinculados a este patrimonio sufrirían un impacto severo.
La cultura no sólo es un elemento identitario, sino también un motor económico. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), su representación en el Producto Interno Bruto (PIB) ha sido constante. En 2015, este sector aportó el 2.9 por ciento del PIB, equivalente a 490 mil 446 millones de pesos, y generó más de un millón de empleos, lo que representó el 2.4 por ciento de la ocupación nacional. Entre 2016 y 2019, la participación cultural se mantuvo en torno al 3.1 y 3.3 por ciento del PIB y, a pesar de la contracción económica durante la pandemia, se mantuvo relevante con el 2.8 y 2.9 por ciento entre 2020 y 2022, año en que alcanzó 815 mil 902 millones de pesos.
Ese mismo año, México obtuvo el quinto lugar en el Ranking Anual Heritage, elaborado por la agencia Brandasset Valuator (BAV), entre 85 naciones evaluadas por su aporte cultural. Con una puntuación de 84.28, nuestro país destacó especialmente en gastronomía —reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO—, obteniendo el segundo lugar mundial en esta categoría. Este valor se ve reflejado en el hecho de que, de 2010 a la fecha, casi se ha duplicado la cifra de turistas internacionales que arriban a México anualmente, pasando de los 22 millones a los 42 millones. Según destacó en 2023 la ONU Turismo, nuestro país estuvo en el sexto lugar de los más visitados por debajo de Francia, Italia o Estados Unidos.
Si bien México aún no se posiciones entre las mayores potencias de la llamada economía naranja —modelo productivo que se basa en la idea de que las industrias creativas y culturales pueden generar crecimiento económico—, es claro que cuenta con el potencial adecuado para ello, mismo que debe, o debería, ser velado por la Secretaría de Cultura.
¿QUÉ ES LA SECRETARÍA DE CULTURA?
La Secretaría de Cultura es la institución encargada de promover y difundir las expresiones artísticas y culturales del país, tanto dentro como fuera de este. Su labor incluye impulsar la educación y la investigación en este sector, dotar de infraestructura adecuada a los espacios culturales y fomentar el acceso universal a la cultura a través de la tecnología digital. También se dedica a preservar y promover el patrimonio y la diversidad cultural, además de apoyar la creación artística y las industrias creativas.
Su historia se remonta a 1921 con la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), entonces encabezada por José Vasconcelos. Más tarde se fundaron el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en 1939 y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) en 1946, como entidades descentralizadas de la SEP. En 1988, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, se creó el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), con el objetivo de coordinar las instituciones culturales del país. Finalmente, en diciembre de 2015, el presidente Enrique Peña Nieto transformó CONACULTA en la actual Secretaría de Cultura, consolidando un organismo autónomo para atender las cuestiones culturales de manera integral y fortalecer su promoción hasta hoy día.
2018-2024: ALEJANDRA FRAUSTO Y LA HERENCA OBRADORISTA
Alejandra Frausto Guerrero fue la secretaria de Cultura durante el sexenio de López Obrador (2018-2024). En dicho periodo desarrolló su gestión en un contexto de transformaciones sociales y políticas profundas en México.
Frausto Guerrero, licenciada en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuenta con una trayectoria destacada en gestión y promoción cultural desde 1998. Su labor incluye proyectos como la creación de la Orquesta y Coro Infantil Renacimiento en Guerrero y la dirección de Culturas Populares en el entonces CONACULTA.
Durante su etapa como titular de la secretaría, impulsó diversas iniciativas para descentralizar y democratizar el acceso a la cultura. También promovió expresiones populares, como los sonideros y carnavales, como patrimonio cultural inmaterial, además de establecer programas comunitarios y actividades masivas, destacando el concierto de Rosalía en el Zócalo, evento polémico debido al gasto que pudo haber implicado para el erario público la presentación de la española por ser una artista de gran envergadura. No obstante, este concierto no es excepcional si lo comparamos con los de otras estrellas que también han actuado en el templete capitalino en otras administraciones, como Paul McCartney (2012) o Roger Waters (2016).
En materia de infraestructura, Frausto lideró proyectos como la remodelación del Bosque de Chapultepec, que incluyó la creación de la Cineteca Nacional Chapultepec, y otras mejoras en espacios culturales que preocupaban constantemente debido a un desproporcionado uso del presupuesto destinado para la secretaría.
La gestión de Frausto enfrentó cuestionamientos, principalmente relacionados con decisiones presupuestales y laborales, no descontando la controversia que generó la desaparición y reestructuración de 109 fideicomisos, incluyendo el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y el Fideicomiso para el Fomento y la Conservación del Patrimonio Cultural Antropológico, Arqueológico e Histórico de México (Fideinah), cuya extinción se planeó en 2020 tras el agotamiento de recursos comprometidos. Entre las eliminaciones hubo otros fideicomisos específicos, como el del Centro Nacional de las Artes y museos emblemáticos como el Diego Rivera y Frida Kahlo.
Estos cambios en los fideicomisos, como el Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (Foprocine) fusionado con el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (Fidecine), formaron parte de un plan para reasignar 68 mil millones de pesos del erario público. Aunque se garantizaron apoyos previamente comprometidos, la incertidumbre generada afectó la percepción de los artistas y gestores culturales, quienes percibieron un debilitamiento del sector, especialmente en la continuidad de proyectos culturales.
A dicha gestión se le reprochó, además, la precariedad laboral, haciendo que trabajadores del sector cultural denunciaran bajos salarios y condiciones de trabajo deficientes.
La queja de centralización también prevaleció, señalando una excesiva influencia presidencial en las decisiones de la secretaría, lo que limitó su autonomía y la mantuvo enfocada en proyectos como Chapultepec: Naturaleza y Cultura y en trabajos para el Tren Maya. Aunque significativas, estas acciones fueron criticadas por priorizar grandes inversiones sobre apoyos directos a creadores independientes.
CULTURA DESGRANADA
El crecimiento promedio del presupuesto para la Secretaría de Cultura desde 2017 hasta 2024 fue de 4.37 por ciento, aunque durante el periodo de López Obrador fue ligeramente mayor, alcanzando un promedio de 5.38 por ciento anual.
Durante la administración de López Obrador, el promedio de aumento en actividades culturales fue del 20.33 por ciento, reportando 391 mil 600 en el sexto informe de gobierno. No obstante, excluyendo el impacto directo de la pandemia en 2020, el promedio de crecimiento ajustado fue del 6.7 por ciento, lo cual muestra una alineación con el crecimiento promedio del presupuesto de 5.38 por ciento. Sin embargo, durante el sexenio hubo también semillas que no terminaron por emerger.
Mientras se destinaba presupuesto para los proyectos emblemas del sexenio, Frausto buscó compensar con su proyecto estelar, una red de colectivos culturales comunitarios que serían efectivos en cada uno de los dos mil 469 municipios del país. El Programa Cultura Comunitaria (PCC), lanzado en febrero de 2019, asignó un presupuesto inicial de 931 millones de pesos para la instalación de Semilleros Creativos, grupos de formación artística gratuita para niños, niñas y jóvenes que promueven su participación en la vida cultural de sus comunidades.
Se había proyectado que, para ese mismo año, se cubrirían 720 municipios, el 29.1 por ciento del territorio nacional. No obstante, cinco años después y según se destacó en el sexto informe de gobierno de López Obrador, sólo 443 grupos de dicho programa estuvieron presentes en 300 municipios del país, es decir, una cobertura del 12.10 por ciento del territorio.
Otro de los grandes obstáculos que enfrentó el proyecto fue la falta de infraestructura adecuada, un problema que se agudizó por la pandemia de covid-19. La crisis sanitaria afectó gravemente la administración del PCC, ya que muchos semilleros funcionaron en condiciones precarias, sin materiales suficientes, con jornadas laborales extensas que llegaban hasta las 14 horas y sin garantías de servicios médicos o apoyo para los traslados, especialmente en las zonas rurales donde el acceso a la telefonía celular es limitado.
Estas deficiencias operativas generaron quejas entre los participantes, quienes también denunciaron la cancelación de contrataciones y la escasez de personal capacitado. Además de esto, la falta de transparencia en la gestión del presupuesto fue otra de las críticas recurrentes.
A pesar de la creación de la plataforma Telar, diseñada para registrar a los creadores y gestores culturales, la implementación de esta iniciativa fue fallida. De los aproximadamente 1.5 millones de personas empleadas en el sector cultural, sólo 26 mil 800 se registraron, lo que representa apenas el 1.8 por ciento del total.
La plataforma fue hackeada, lo que provocó desconfianza entre los participantes y exacerbó la falta de control sobre el uso de los recursos. A medida que avanzaba el sexenio, el PCC se fue reduciendo a un evento anual llamado “Yo tengo un sueño”, realizado en el Auditorio Nacional, donde niños y jóvenes participaban en una actividad mediática.
Finalmente, Cultura Comunitaria no cumplió con las metas que originalmente se había propuesto. Aunque la intención de utilizar la cultura para la reconstrucción social en las zonas más marginadas era noble, las fallas en la ejecución, la falta de recursos y transparencia, así como la reducción progresiva del presupuesto, fueron factores que impidieron que el programa lograra un impacto significativo en las comunidades que más lo necesitaban.
RETO DE UN SEXENIO: CLAUDIA CURIEL DE ICAZA
Claudia Curiel de Icaza, la actual secretaria de Cultura en el gobierno de Sheinbaum, posee una trayectoria de más de 15 años en gestión cultural y organización de eventos artísticos que han impulsado la escena cultural en México y el extranjero. Cuenta con una formación en Historia y Educación para las Artes. Fue fundadora del BESTIA Festival (2013-2017), un espacio que reunió a figuras destacadas de la música contemporánea como John Zorn y Mike Patton. También ha desempeñado roles clave en festivales como Ceremonia CDMX y el Festival Internacional de Cine de la UNAM (FICUNAM).
En el ámbito público, ha ocupado puestos estratégicos en la UNAM, como la Dirección General de Música, donde desarrolló una amplia programación nacional e internacional.
Además, su experiencia incluye proyectos editoriales y exposiciones que exploran la relación entre arte, cine y sociedad, así como iniciativas privadas vinculadas al desarrollo cultural y la promoción de talento emergente.
Para su gestión enfrenta retos significativos que marcarán el rumbo de la política cultural en el país. Una de las primeras dificultades a resolver es la crisis laboral y presupuestaria que afecta a instituciones clave como el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL). Problemas como la falta de regularización de contratos, retrasos en pagos y tensiones sindicales requieren soluciones inmediatas para garantizar su operatividad y el cumplimiento de sus funciones.
Otro punto crítico será fortalecer la cultura comunitaria. Esto incluye promover proyectos que prioricen a las poblaciones marginadas, como las declaratorias de patrimonio cultural inmaterial para tradiciones locales. Sin embargo, será esencial que estas iniciativas trasciendan lo simbólico y generen beneficios tangibles en el tejido social de las comunidades.
Asimismo, Curiel de Icaza deberá enfocar esfuerzos en descentralizar las políticas culturales y garantizar su inclusión en regiones fuera de los grandes centros urbanos. Esto implica mejorar infraestructuras culturales y facilitar el acceso equitativo a las actividades artísticas en todo el territorio nacional.
Por último, su gestión también requerirá evaluar y reestructurar proyectos emblema del sexenio anterior, como Chapultepec: Naturaleza y Cultura y el componente cultural del Tren Maya. Aunque importantes, estas iniciativas han sido objeto de críticas por su impacto ambiental y social.
EL FIN DE CHAPULTEPEC
A finales de noviembre, la presidenta de la República anunció la conclusión de Chapultepec: Naturaleza y Cultura, una ambiciosa obra de infraestructura cultural y ecológica que abarcó más de 800 hectáreas en la Ciudad de México. Incluyó caminos, senderos, puentes y un cablebús que conecta el Complejo Cultural Los Pinos con el pueblo de Santa Fe, consolidándose como una de las propuestas más importantes en materia cultural del sexenio de Andrés Manuel López Obrador.
Presentado en abril de 2019, el proyecto tuvo un costo total de 10 mil 500 millones de pesos, con un impacto significativo en el presupuesto cultural. En 2020, el 12.3 por ciento del presupuesto del Ramo 48 se destinó al arranque de esta obra, representando mil 668 millones de pesos. Esta cifra creció en 2021 a tres mil 508 millones de pesos, lo que significó una cuarta parte del presupuesto total del ramo ese año, porcentaje que se mantuvo en 2022 y 2023. Pero en 2024, en su fase final, el presupuesto general de cultura se incrementó a 16 mil 755 millones de pesos, de los cuales sólo mil millones se destinaron a Chapultepec.
Paralelamente, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) recibió un aumento significativo en su presupuesto, pasando de cuatro mil 739 millones en 2023 a ocho mil 005 millones en 2024. Este incremento del 68 por ciento se destinó principalmente a proyectos arqueológicos relacionados con el Tren Maya, representando el 20 por ciento del total del Ramo 48.
Si bien la construcción del tren busca mejorar la conectividad en el sureste de México y potenciar el turismo y el desarrollo económico, ha generado polémica por el impacto ambiental y social que ha provocado a lo largo de sus más de mil 500 kilómetros de ruta. Su huella es evidente: árboles caídos y follaje desplazado, una imagen que refleja la dualidad entre progreso y daño ambiental.
Desde el inicio, organizaciones como Greenpeace alertaron sobre las consecuencias del proyecto. Han denunciado la tala de más de 10 millones de árboles, el riesgo de colapso del suelo kárstico y la contaminación de sistemas de agua dulce, particularmente en Quintana Roo. También advirtieron sobre la fragmentación de la selva y sus efectos negativos en especies como el jaguar.
El Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) ha señalado omisiones legales, como la falta de consultas con los pueblos indígenas y permisos adecuados para el cambio de uso de suelo. Por su parte, movimientos como Sélvame del Tren han documentado daños en cuevas y acuíferos, exigiendo la suspensión del proyecto. Además, Investigadores del INAH denunciaron afectaciones en zonas arqueológicas de la Reserva de la Biósfera y en Calakmul
A pesar de múltiples amparos para detener las obras, la declaratoria de seguridad nacional permitió avanzar con la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) como encargada principal de la infraestructura obradorista. Esto resultó en la deforestación de un estimado de más de cinco mil hectáreas de selva y daños a más de 100 cavernas subacuáticas en el Tramo 5 Sur, entre Playa del Carmen y Tulum.
Comunidades campesinas mayas de Bacalar, Calakmul y otros municipios también se han visto afectadas con desplazamientos y alteraciones en sus dinámicas de vida, especialmente en el Tramo 6, que conecta Tulum y Chetumal.
EJES DE ACCIÓN PARA LA NUEVA SECRETARÍA
En recientes declaraciones, Curiel de Icaza ha asegurado que su gestión busca fortalecer el patrimonio cultural, tanto material como vivo, impulsando la creación artística, la formación educativa y las políticas en favor de los pueblos originarios y afromexicanos, una prioridad compartida con la presidenta.
Aseguró que uno de los ejes principales de su administración sería la educación artística, por lo que anunció la reasignación de tres mil millones de pesos para fortalecer las escuelas del INBAL y el INAH. Este presupuesto permitirá eliminar las cuotas de inscripción en estas instituciones, asegurando el acceso gratuito como un derecho cultural. Además, se contempla una intervención en infraestructura, equipamiento y actualización de programas de estudio, con el objetivo de modernizar la educación artística pública.
Por otra parte, abordó temas como la continuidad de Diego Prieto al frente del INAH, quien ocupa la titularidad desde hace ocho años y ha sido criticado por inoperancia administrativa, falta de diálogo con los trabajadores, insuficiencia presupuestal, escasez de plazas y abandono de instalaciones.
En cuanto a la reconstrucción del patrimonio dañado por los sismos de 2017, la nueva secretaria de Cultura asegura que más de dos mil 900 inmuebles han sido restaurados gracias a un presupuesto de 10 mil millones de pesos. En caso de futuros desastres, enfatiza que existen planes de respaldo para la preservación del patrimonio cultural.
Sobre proyectos como el Tren Maya, reconoce las preocupaciones ambientales y defiende las estrategias de mitigación, como el programa Sembrando Vida y la reforestación de grandes extensiones. Surge así otro cuestionamiento: ¿con cuánto capital se asegurará a esta institución?
AUSTERIDAD REPUBLICANA
“Generar mejores condiciones para los artistas pasa por revisar tanto las contrataciones institucionales, como los estímulos fiscales y apoyos a la creación, hasta las herramientas que tienen los artistas para hacer exigibles sus derechos”, apunta el plan 100 pasos para la Transformación de Claudia Sheinbaum.
El Presupuesto de Egresos de la Federación para 2025 destina 9.3 billones de pesos al gasto público, de los cuales sólo 12 mil 081 millones de pesos corresponden al sector cultural, representando apenas el 0.12 por ciento del total. Para hacer una comparación, este monto es menor al que fue solicitado, en una primera instancia, por el INE para las elecciones al Poder Judicial de jueces, magistrados y ministros de este año, que ascendía a 13 mil 205 millones de pesos.
Este recorte al sector cultural es histórico, pues su presupuesto para 2025 será el más bajo desde la creación de esta secretaría. Con López Obrador, el presupuesto alcanzó, en el cenit del sexenio, los 16 mil 754 millones de pesos, para luego sufrir una caída del 28 por ciento este año. Este descenso en los recursos asignados refleja la continuidad de la austeridad republicana que caracterizó al gobierno obradorista y que parece acentuarse bajo el mandato de Sheinbaum, en una administración morenista que desde 2018 ha apostado más por la infraestructura y el asistencialismo social.
Asimismo, se estima que la reducción de la cifra se debe a que en este año no se destinaron recursos para el Proyecto Chapultepec Naturaleza y Cultura ni a la compra de terrenos arqueológicos aledaños al Tren Maya. Con este panorama, el futuro de la cultura en México se enfrenta a una encrucijada: ¿será la gestión de Claudia Sheinbaum un retroceso o una oportunidad para reestructurar las prioridades culturales del país?
AUTOFAGIA: ALIMENTAR EL RECORTE DE OTROS RECORTES
Para el corte de esta edición, la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados aprobó reintegrar tres mil millones de pesos al presupuesto de la Secretaría de Cultura para 2025, elevándolo a 15 mil 081 millones de pesos. Aunque este aumento representa un compromiso inicial con el sector, todavía refleja un recorte del 13.7 por ciento en términos reales respecto al 2024. La asignación continúa lejos de los estándares internacionales, que sugieren destinar al menos el uno por ciento del gasto público total a la cultura. En el caso de México, esto equivaldría a aproximadamente 93 mil millones de pesos, un objetivo reconocido en diversos mecanismos internacionales, pero que aún es lejano.
A pesar de este contexto, Curiel de Icaza asegura que no habrá reducciones en el apoyo a la creación; incluso anunció un incremento de 50 millones para 2025 en este rubro. ¿Cómo se daría esto? Con la reasignación de presupuesto, así como se hizo en diciembre pasado al generarse recortes por 38 mil millones de pesos a organismos como el INE, el Poder Judicialo el INAI, cuyos recursos se redujeron entre 30 y 50 por ciento.
No obstante, el verdadero desafío para el sector cultural será garantizar que los recursos asignados no sólo mantengan los avances logrados, sino que contribuyan a una expansión equitativa y sostenida del acceso a la cultura. Esto requerirá diálogo y colaboración entre el gobierno, las organizaciones civiles y los movimientos artísticos para maximizar el impacto del presupuesto y enfrentar las necesidades históricas del sector.