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La no monogamia ética y su escasa representación en el cine
En el marco del mes del amor es común ver en espacios físicos y mediáticos la promoción del romance con todas las implicaciones que este modelo afectivo acarrea; entre otras cuestiones, la unión entre dos personas que se comprometen a estar juntas y ser exclusivas sexual y emocionalmente para toda la vida. Pero, ¿es esta la única forma de amor posible? En un mundo que reconoce cada vez más la diversidad, resulta crucial visibilizar también las posturas no hegemónicas sobre el amor, como la no monogamia ética.
La no monogamia ética engloba relaciones donde el consentimiento informado y el acuerdo mutuo son fundamentales. Este concepto incluye modelos como las relaciones abiertas y el poliamor, en los que todos los participantes acuerdan mantener vínculos afectivos o sexuales con más de una persona. Sin embargo, aunque estas prácticas han ganado visibilidad en el discurso social contemporáneo, su representación en el cine, uno de los medios con mayor impacto en el mundo, parece seguir siendo limitada, estigmatizada o tratada con superficialidad.
El cine, como espejo y a la vez espacio significativo para las construcciones sociales y culturales, ha jugado un papel esencial en la propagación de los mitos del amor romántico. Estos mitos, que asocian el amor con la exclusividad, la fidelidad eterna y la subordinación de las necesidades individuales al proyecto de pareja, han sido representados una y otra vez en historias que consolidan la monogamia como norma, como la única forma de relacionarse. Esto deriva en la idea de un amor único y exclusivo que, pese a las adversidades —incluyendo la muerte— es capaz de vencerlo todo. Mientras tanto, historias que exploran formas alternativas de afecto suelen ser relegadas a subtramas o mostradas como algo exótico, conflictivo o moralmente cuestionable.
NARRATIVAS PROBLEMÁTICAS
Aunque algunas producciones han intentado abordar la no monogamia ética, estas representaciones a menudo son insuficientes o conflictivas. Por ejemplo, en Vicky Cristina Barcelona (2008), de Woody Allen, se muestra un triángulo amoroso entre los personajes interpretados por Scarlett Johansson, Javier Bardem y Penélope Cruz. Si bien la película explora la posibilidad de relacionarse fuera de la monogamia convencional, ese tipo de lazo se presenta más como un caos emocional que como una alternativa viable y consensuada.
Por otro lado, Professor Marston and the Wonder Women (2017) narra la historia real del creador de la Mujer Maravilla, William Moulton Marston, quien mantuvo una relación poliamorosa con su esposa y su asistente. La cinta da un tratamiento más positivo y empático a la dinámica de este trío, mostrando los retos a los que se enfrentan dentro de una sociedad profundamente monógama. Sin embargo, este tipo de relatos siguen siendo una excepción muy escasa en la industria cinematográfica.
La escasez de narrativas sobre la no monogamia ética se debe, en parte, a los estigmas que la rodean. En el imaginario colectivo, estas relaciones suelen asociarse con promiscuidad, infidelidad o incapacidad para comprometerse, estereotipos que se replican en muchas producciones cinematográficas. Esta representación sesgada, además de invisibilizar la diversidad de significados, prácticas y acuerdos dentro de la no monogamia, también perpetúa prejuicios que dificultan su aceptación social, que no dan espacio a que las personas tengan la posibilidad de acercarse a otras formas de amar.
Muchas relaciones monógamas no lo son por convicción, sino porque las personas no consideran otra opción viable debido a la fuerte influencia cultural de este modelo afectivo como norma. En estos casos, las parejas tienden a ocultar deseos o necesidades, lo que lleva a engaños que hieren a quienes se supone que aman. Por ejemplo, en Closer (2004) de Mike Nichols, esto se refleja en la incapacidad de los personajes para ser honestos consigo mismos y con los demás, generando un ciclo de traiciones que podrían haberse evitado con acuerdos claros y comunicación abierta, como los propuestos en la no monogamia ética.
POTENCIAL CINEMATOGRÁFICO
El cine tiene el poder de desafiar las narrativas sociales dominantes y dar paso a nuevas formas de pensar y vivir el amor. En un mundo donde cada vez más personas cuestionan las estructuras tradicionales de las relaciones, se abre espacio para que el séptimo arte explore y represente de manera honesta y compleja las dinámicas no monógamas, liberándolas de prejuicios.
Historias que visibilicen la no monogamia ética podrían abordar los desafíos reales que enfrentan quienes optan por estas prácticas, como la gestión de los celos, la comunicación abierta y la construcción de confianza. A la vez, también podrían mostrar los beneficios de estas relaciones, como la autonomía, la diversidad afectiva y la posibilidad de romper con moldes opresivos.
Resulta necesario destacar que la no monogamia ética no pretende invalidar la monogamia, sino ofrecer alternativas que reflejen la pluralidad de experiencias humanas. De esta forma, un cine más diverso y comprometido con la inclusión podría representar a más personas y realidades, así como contribuir a desmantelar prejuicios y abrir diálogos necesarios en una sociedad en constante transformación.
En resumen, la industria cinematográfica tiene la oportunidad de convertirse en un espacio cultural que construya narrativas donde todas las formas de amar tengan cabida. Pero para que esto ocurra, necesitamos más historias que desafíen los mitos y las normas, que cuestionen las estructuras y nos inviten a imaginar un mundo donde el amor, en todas sus formas, sea visto con dignidad y respeto.