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No perder el respeto

ay olvidos involuntarios como los provocados por males neurodegenerativos. No incurramos en los que sólo se deben a falta de educación. No nos olvidemos de que las personas merecen respeto. Cuidemos lo que decimos.

No perder el respeto

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ANTONIO ÁLVAREZ MESTA

Cultivar buenos siempre será conveniente. Ese es el camino a la felicidad según Aristóteles. No obstante, hay que estar conscientes de que los buenos hábitos jamás constituyen una garantía contra golpes de la adversidad. A final de cuentas, siempre seremos vulnerables y hay miles de factores que nos pueden quitar la salud y acabar con nuestras vidas. Asimismo, hay que eliminar malos hábitos. Uno de estos es atreverse a dar diagnósticos que no nos han pedido y emitir juicios tajantes.

Así si una persona sufre un atentado que termina con su vida, no faltará el insensato que espete la cruel frase: “De seguro andaba en malos pasos”. Y si alguien padece alzheimer, los necios de inmediato señalarán como causa el escaso esfuerzo mental que, según ellos, el enfermo realizó. Decir tal cosa constituye una simplificación grotesca y una falta de respeto.

Bien sabemos que jugar ajedrez, leer libros complejos, escuchar música de grandes compositores, encarar problemas de razonamiento y sostener conversaciones con gente inteligente son actividades que fortalecen la mente y enriquecen nuestros días. No obstante, afirmar que quienes cotidianamente ejercitan así sus cerebros están exentos de sufrir el mal de Alzheimer es una patraña.

A ciencia cierta todavía no se conoce la causa del mal de alzheimer ni tampoco su cura. Lo que sí consta es que infinidad de personas que durante años trabajaron con su intelecto han contraído esa enfermedad. ¿Nombres? He aquí unos cuantos: Iris Murdoch, filósofa y literata irlandesa, autora de más de cuarenta libros, entre los que se encuentra Bajo la red, una de las novelas más influyentes del siglo XX. El científico Charles Kuen Kao, ganador del Premio Nobel de Física por sus investigaciones que aportaron la fibra óptica. Adolfo Suárez, presidente del Gobierno Español, que logró la difícil conciliación de las fuerzas políticas en su polarizado país para construir un régimen democrático tras la asfixiante dictadura franquista. Aaron Copland, considerado el decano de los compositores estadounidenses que además de espléndidas obras para salas de concierto, aportó música notable para el cine. Por cierto, entre sus discípulos se encuentra José Pablo Moncayo, el autor del Huapango que es considerado como el segundo himno nacional mexicano. Carmen Conde, profesora, poeta y narradora, primera mujer admitida como miembro de número de la Real Academia Española y que fundó la Universidad Popular de Cartagena. El profesor George Lenchner, apasionado de los problemas de razonamiento, que se convertiría en el principal promotor de las olimpiadas de matemáticas, concurso de enorme prestigio a nivel mundial. Harold Wilson, dos veces primer ministro del Reino Unido, quien tras graduarse con honores en Oxford fue de sus catedráticos más aclamados y miembro destacado de la Real Sociedad Británica. William Somerset Maugham, novelista y dramaturgo inglés, con un centenar de obras notables, especialmente Servidumbre humana y El filo de la navaja. El erudito Robert Graves autor de Yo Claudio y de más de un centenar de obras en que demostró su prodigioso conocimiento de la Roma antigua. Rudolf Bing que trabajó en el para nada fácil puesto de gerente general de la Compañía Metropolitana de Ópera de Nueva York a lo largo de tres décadas, lidiando con cantantes y músicos de trato difícil, públicos exigentes y críticos sumamente severos. El esmero en el trabajo de Bing acabaría imponiéndose a gente con complejo de diva y buena cuenta nos da de eso en libros como 5000 Noches en la Ópera y Un Caballero en la Ópera.

Sabiendo que no hay garantías para evitar el alzhéimer, nos conviene incorporar las cinco prácticas que el prestigiado neurólogo Daniel Gibbs recomienda:

Hacer ejercicio (un mínimo de 10 000 pasos diarios y entrenamientos de fuerza tres veces por semana). Dormir 8 horas diarias. Seguir la dieta MIND (variación de una dieta de estilo mediterráneo que disminuye pérdidas de la función cerebral). Leer todo lo que se pueda. Y llevar una vida social activa e intelectualmente estimulante.

El doctor Gibbs sabe de lo que habla. Como que le va la vida en ello: hace una década le diagnosticaron alzheimer.

Hay olvidos involuntarios como los provocados por males neurodegenerativos. No incurramos en los que sólo se deben a falta de educación. No nos olvidemos de que las personas merecen respeto. Cuidemos lo que decimos.

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