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Sobrepatologización de conductas humanas

En esta época de exceso de información mal fundamentada, es común que las personas terminen confundiendo comportamientos aislados con condiciones psicológicas o psiquiátricas, como el narcisismo, la bipolaridad o el autismo.

Una persona puede ser voluble sin sufrir de ningún trastorno mental. Foto: Unsplash/ Claudia Wolf

Una persona puede ser voluble sin sufrir de ningún trastorno mental. Foto: Unsplash/ Claudia Wolf

PRISCILA CASTAÑEDA

En la era de las redes sociales y la información de dudosa procedencia, es cada vez más común ver cómo ciertos rasgos de personalidad o conductas aisladas son etiquetados apresuradamente con términos clínicos. Palabras como “narcisista”, “autista”, “bipolar”, “psicópata” o “disociación” se utilizan indiscriminadamente para describir a personas con comportamientos que podrían ser esperables dentro del amplio espectro de la personalidad humana o que, incluso, son habituales para sí mismos aunque no lo sean para sujetos fuera de su entorno cercano. Este fenómeno, conocido como sobrepatologización, puede generar malentendidos, estigmatización y desinformación sobre la salud mental, además de graves consecuencias en la salud integral de los individuos y las comunidades. 

La sobrepatologización se refiere a la tendencia de atribuir trastornos psicológicos o psiquiátricos a conductas que no necesariamente cumplen con los criterios para ser consideradas de esta manera. Por lo regular ocurre por desconocimiento, por influencia de los medios de comunicación o por la necesidad de encontrar explicaciones rápidas y simplificadas a comportamientos complejos. Incluso se ha vuelto popular el autodiagnosticarse con alguna de estas patologías, generalmente para justificar las acciones que suelen producir molestias para las personas alrededor. De este modo, cualquier confrontamiento o posible compromiso de cambiar ciertos hábitos queda zanjado con un “pues yo así soy”.

Esta “moda” se ha visto impulsada por el acceso a información médica o terapéutica sin la debida preparación profesional, lo que deriva en que términos clínicos sean usados de manera coloquial y sin el contexto adecuado. Por ejemplo, llamar “bipolar” a alguien que experimenta cambios de humor normales, “narcisista” a una persona egoísta o con alta autoestima, o “estar disociando” a quien divaga. Esto puede llevarnos a trivializar los trastornos mentales y hacer que aquellos que realmente los padecen enfrenten mayores dificultades para recibir comprensión y el tratamiento que necesitan, además de limitar los recursos para los pacientes que en verdad se verían beneficiados con ellos. 

No toda dificultad para socializar está asociada con el espectro autista. Foto: Freepik
No toda dificultad para socializar está asociada con el espectro autista. Foto: Freepik

ERRORES COMUNES 

Algunos ejemplos de esta sobrepatologización, con sus respectivas explicaciones, podrían ser: 

El narcisismo como etiqueta fácil. Muchas veces se califica a alguien de esta forma sólo por mostrar seguridad en sí mismo o por ser egocéntrico en ciertas situaciones. Sin embargo, el trastorno de personalidad narcisista es una condición que implica una falta de empatía persistente, un sentido de grandiosidad exagerado y una necesidad constante de admiración. Su impacto alcanza a quienes lo rodean, pues el narcisista tiende a explotar a los demás para lograr sus propios objetivos. En el caso de los más cercanos a él, como la pareja, suele recurrir a la manipulación emocional y a la violencia psicológica. 

El mal uso del término bipolar. Es común que se use esta palabra para describir a quien tiene cambios de humor bruscos. Pero el trastorno bipolar es una condición médica seria, caracterizada por episodios de manía —energía e irritabilidad o euforia— y de depresión que transcurren en periodos determinados de tiempo y que van mucho más allá de simples fluctuaciones emocionales. Este mal llega a afectar varios aspectos de la vida de quien lo padece, como su desempeño laboral o sus relaciones interpersonales; incluso puede llevarlo a ideaciones suicidas. 

El espectro autista y la exageración diagnóstica. Mucha gente considera que cualquier déficit en la interacción social o la presencia de intereses específicos e intensos son indicativos de autismo. Si bien el trastorno del espectro autista tiene una gran variabilidad en sus manifestaciones, no todas las dificultades sociales corresponden a su diagnóstico. Además, hay que tomar en cuenta que las complicaciones al relacionarse con los demás no son la única característica de esta condición, sino que también incluye diferencias sensoriales y conductas repetitivas. 

Confundir psicopatía con simple frialdad emocional. Es común etiquetar como “psicópata” a alguien que parece carente de emociones o que actúa de manera calculadora. No obstante, el trastorno de personalidad antisocial implica patrones profundos y constantes de manipulación, ausencia de remordimientos y, en muchos casos, comportamientos delictivos. 

La vanidad o la soberbia son rasgos de personalidad que no necesariamente indican la presencia de narcisismo. Foto: Freepik
La vanidad o la soberbia son rasgos de personalidad que no necesariamente indican la presencia de narcisismo. Foto: Freepik

CONSECUENCIAS DE LA SOBREPATOLOGIZACIÓN 

Cuando términos clínicos, como los antes mencionados, se usan de forma indiscriminada, se refuerzan estereotipos y se dificulta la comprensión real de los trastornos psicológicos, provocando la estigmatización de quienes padecen enfermedades mentales. 

Por otra parte, muchas personas, al leer información en internet, se autodiagnostican equivocadamente y evitan acudir a un profesional, lo que puede impedir la detección y el tratamiento adecuados de sus verdaderos problemas de salud mental. 

Al banalizar estos términos, se resta importancia a aquellos individuos que sufren estas condiciones, dificultando su acceso a un tratamiento adecuado y promoviendo la idea de que los trastornos son simplemente rasgos de personalidad exagerados. 

IMPORTANCIA DEL DIAGNÓSTICO PROFESIONAL 

Los trastornos psicológicos deben ser evaluados por profesionales de la salud mental con base en criterios clínicos rigurosos. No es suficiente con identificar un solo rasgo en un individuo para determinar un padecimiento de este calibre. La personalidad humana es diversa y compleja, y no todo comportamiento inusual es indicativo de una patología. 

Es fundamental fomentar una educación más precisa sobre estos temas. En lugar de etiquetar rápidamente a las personas, debemos desarrollar una mayor comprensión y empatía hacia el gran abanico que es la experiencia humana. 

En última instancia, la mejor manera de abordar la salud mental es con información basada en evidencia y con la guía de profesionales capacitados, en lugar de depender de interpretaciones simplificadas y erróneas que pueden hacer más daño que bien.

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Escrito en: Priscila Castañeda sobrepatologización autismo bipolaridad narcisismo trastornos mentales personalidad

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