Al acortar las horas dedicadas al descanso, durante el día tienen sueño y esto genera serios problemas en su desempeño y calidad de vida.
¿Te desvelas estudiando, chateando, navegando por internet o por andar de antros? No eres el único o la única. La verdad es que la noche ofrece infinidad de tentaciones.
Lo malo es que el sueño se afecta y, en un caso extremo, el ciclo llega a alterarse tanto, que se siente necesidad de dormir de día y vivir de noche. Ah, y las bebidas energéticas que se utilizan para mantener los ojos bien abiertos pueden acarrear trastornos cardíacos, ¡cuidado!
Todo esto nos lo dijo, en buen plan, el doctor Reyes Haro Valencia, director de la Clínica de Trastornos del Sueño de la UNAM.
Él comenta que los hábitos del sueño entre los jóvenes de hoy han cambiado mucho y eso los lleva a padecer el síndrome de fase retrasada del sueño (pues se van a la cama después del tiempo en que solían hacerlo tiempo atrás).
Al acortar las horas dedicadas al descanso, durante el día tienen sueño y esto genera serios problemas en su desempeño y calidad de vida.
El desarrollo de la tecnología y la exposición nocturna es uno de los motivos principales que propician y aumentan los trastornos del sueño, explica el especialista.
Necesidad juvenil
A lo largo de la vida, las necesidades individuales y los patrones del sueño varían. Con fases diferenciadas, generalmente un sueño nocturno normal tiene cinco o seis ciclos.
Empieza con la fase uno, en la que la persona se despierta con facilidad, y avanza hasta la fase cuatro en la que duerme profundamente y no logra despertar de inmediato.
Es en esta fase precisamente cuando la presión arterial y la frecuencia cardiaca y respiratoria, así como el tono muscular, están disminuidos al máximo.
Desde que nacemos, requerimos de una cantidad diaria de horas de sueño para recobrar energías y desarrollarnos bien.
Los recién nacidos necesitan de 13 a 17 horas y de los 16 a los 65 años, entre seis a nueve horas.
Y aunque el especialista dice que “el sueño es igual para todos”, destaca la importancia que tiene para los adolescentes y adultos jóvenes .
Sus necesidades aumentan por estar en la última etapa del crecimiento. La adolescencia tardía, que comprende entre los 14 y 18 años, y la primera juventud, de 19 hasta los 30 años, es una etapa que demanda de 10 horas para dormir.
Riesgos
Algunos chicos tratan de compensar en el día las horas que no durmieron de noche. Pero sentimos decirles que el sueño diurno no cumple las funciones restauradoras del nocturno.
Nuestro ciclo de sueño está determinado por la oscuridad, cuando se activan los inductores del sueño. En cambio, con la luz del día se desencadenan los mecanismos fisiológicos del despertar.
Y en una de esas, si no se duerme a las horas que Dios manda, el ciclo se puede invertir: se pasa despierto la noche y se siente la necesidad de dormir de día.
Los riesgos
Cuando no se duerme bien, se acarrean diversas enfermedades y malestares, nos alerta el doctor Haro Valencia: se agudiza la diabetes y la hipertensión arterial, hay serios problemas en el desempeño diario y la persona se vuelve lenta.
Para contrarrestar los malos hábitos del sueño (“uno de los problemas más difíciles de controlar”, sólo hace falta disciplina.
Una de las opciones para volver a adquirir un estilo de vida saludable para el descanso, es comenzar a retrasar media hora diaria, el momento de ir a la cama y recuperar el ritmo normal de sueño, que sería de ocho horas mínimo.
Hay que dormir cuando la naturaleza lo ordena, porque de ello depende una serie de procesos que benefician al cuerpo.
Por ejemplo, la producción de melatonina, que forma parte del sistema de señales que regulan el ciclo circadiano (esto es, las expresiones fisiológicas del organismo que ocurren en un lapso de unas 24 horas), es estimulada por la oscuridad e inhibida por la luz.
La melatonina, que es un resincronizador de los ritmos cicardianos (o, si se quiere, del reloj biológico), también contribuye al mayor realismo y frecuencia en los sueños.