El término fue acuñado por el psiquiatra sudafricano, teórico y líder y fundador del movimiento de la antipsiquiatría, David Cooper.
Mayo de 1968 fue sin duda un momento crucial para la disrupción, en un clima crítico en que las ideologías dominantes y la ciencia se tambaleaban ante las crecientes dudas de la postguerra. Desde los escombros debía erigir un nuevo mundo, y había que discutir qué nuevas decisiones se tomarían, y, por supuesto, evitar que una visión arbitraria reclamara un lugar.
El resultado fue un hervidero de ideólogos y propuestas en ámbitos de la vida social e individual de las personas. Al ambiente energizado por la protesta de las huelgas, rebeliones y los movimientos estudiantiles, se sumaron críticas hacia los sistemas por los que estaba regida la vida incluso psicológica, y los mecanismos que mantenían la normalidad y la norma.
EN CONTRA DE LA PSIQUIATRÍA
La antipsiquiatría surgió como una alternativa que, desde la incredulidad hacia la psiquiatría, el concepto de enfermedad mental manejado por la sociedad de su tiempo y el papel que tiene el poder en ese ámbito. El término fue acuñado por el psiquiatra sudafricano, teórico y líder y fundador del movimiento de la antipsiquiatría, David Cooper, para quien las ideas marxistas y la psiquiatría democrática fueron clave para su formación.
Usado por primera vez en 1967 en el libro Psiquiatría y antipsiquiatría escrito por Cooper, el concepto se refirió en primera instancia, a la oposición de índole completamente contracultural y relacionada con el clima rebelde de la época, y al uso de métodos opuestos a la psiquiatría ortodoxa de la época. Sin embargo, se utiliza más extensamente para describir la visión de los partidarios del movimiento respecto a la psiquiatría ortodoxa.
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