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PEDIATRÍA

¿Qué dice tu bebé?

Prestar atención al comportamiento de los hijos para detectar señales de alarma

¿Qué dice tu bebé?

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FÁTIMA DE LA PAZ

Dice una frase popular que "un hogar se llena de alegría" con el nacimiento de un nuevo ser. Además, también desencadena un cúmulo de aprendizaje en los nuevos padres, acompañado por supuesto de innumerables dudas, las cuales serán resueltas por quienes se convierten en los mejores aliados para el cuidado anticipado y adecuado del bebé: los pediatras.

“Nuestra es importante, pues somos los encargados de detectar de manera oportuna, en la consulta, si el niño es sano o tiene posibles alteraciones en el desarrollo. Sin embargo, es fundamental capacitar a los papás para que ellos tengan mínimos conocimientos sobre el desarrollo infantil”, compartió Jorge Francisco Alvarado del Valle, médico cirujano con especialidad en pediatría médica.

Bebés sanos

Para diferenciar un comportamiento anormal, primero se debe analizar cuáles son las acciones comunes en las diferentes etapas del infante, de acuerdo al doctor Alvarado.

“Para poder entender cómo se comporta un niño sano es importante definir lo que es el desarrollo psicomotor, el cual es un proceso continúo, dinámico, mediante el cual se van a adquirir habilidades en cuatro grandes áreas: motora, lenguaje coordinación y socialización. Esto con la finalidad de lograr la independencia física y funcional mientras se produce la maduración del sistema nervioso; sin embargo, es importante hacerle saber a los papás que es una secuencia similar pero con un ritmo variable”.

Para ello, dio a conocer cómo se comporta un niño sano enfocado en el área motora, “el área de mayor visibilidad para los papás”, en la cual pueden detectar alteraciones de manera oportuna.

Primer mes: Por lo general, pasado el primer mes puede que el niño empiece a elevar la cabeza momentáneamente, cuando esté boca abajo y a fijar la mirada, sigue objetos a 90 grados y empieza a abrir sus manos.

De dos a tres meses: Va a sostener su cabeza, pero aún puede que esté de manera inestable; se mira las manos, se las lleva a la boca, sigue objetos a 180 grados.

A los cuatro meses: El pequeño debe de tener un buen control de su cabeza, puede estar boca abajo apoyándose en los codos, levanta el tórax, la cabeza, ya puede empezar a voltearse y extiende el brazo para coger objetos, empieza a tener una coordinación visual y motora.

A los seis meses: Ya puede lograr sentarse con apoyo, el 50 por ciento de ellos ya se logran voltear, se descubren los pies, se los toman y se los llevan a la boca. Empiezan a transferir un objeto de una mano a otra.

Nueve meses: Ya tiene que lograr una posición sentada sin apoyo, suele gatear o desplazarse de manera autónoma, lo que es el arrastre, puede que se mantenga de pie con apoyo y es capaz de explorar objetos mucho más pequeños.

12 meses: Ya se mantiene de pie sin apoyo, puede empezar a dar pasitos con ayuda de papá o mamá, ya libera voluntariamente objetos, pinza manual es más fina, empieza a señalar con el dedo.

15 meses: Ya tiene que haber caminado, se agacha, se pone de pie sin apoyo y puede construir torres de dos cubos y hacer garabatos.

18 meses: Sube escaleras de la mano de su papá, puede dar patadas a un balón, salta con los dos pies, puede construir torres de tres o cuatro cubos y ya hojear un libro.

Dos años: Sube y baja escaleras sin alternar los pies, corre, puede construir torres de cinco a seis cubos y desenrosca tapones.

Signos de alarma

Más allá de cubrir las necesidades básicas de un bebé, como alimentarlo, cambiarle el pañal, bañarlo y estimularlo se debe prestar atención a su comportamiento y actitudes, ya que ciertos cambios o deficiencias pueden indicar que algo anda mal. Jorge Alvarado refirió signos de alarma por etapas:

Dos meses: Presenta un llanto excesivo, irritabilidad persistente, no responde a los ruidos fuertes, no se calma con la voz de la mamá, no sonríe, presenta movimientos oculares anómalos, sin dirección y sin ritmo y no se lleva sus manos hacia la boca.

Cuatro meses: Duerme mucho, no sigue con la mirada las cosas que se mueven, no sonríe a las personas que tiene por delante, no mantiene firme su cabeza y no se lleva las cosas a la boca.

Seis meses: No demuestra afecto por quienes los cuidan, no se da la vuelta cuando lo llaman suavemente, no produce sonidos de vocales, tiene dificultad para llevarse cosas a la boca. O se ve rígido, tenso con los músculos, o se ve sin fuerza, flácido. No se sostiene en las piernas con apoyo, el especialista hizo hincapié en el hecho de que no se sienta solo. No presta atención a canciones, cuentos; no responde sonidos familiares, no vocaliza, no responde cuando le llaman por su nombre.

Un año: A pesar de que gatear es relativo, el doctor hizo referencia que una señal de alarma sería precisamente que el infante no lo haga, así como no permanecer de pie con ayuda, no dice palabras sencillas como “mamá, papá”. Además, otro foco de atención es si presenta un retroceso, como perder alguna habilidad que ya había adquirido. No aprende a usar gestos sencillos como saludar con la mano y decir que no con la cabeza.

18 meses: Hizo énfasis en que un dato de alarma fundamental es que el niño no camine solo, “se muestra más rígido, no copia lo que hacen las demás personas, falta de interés en el entorno y por las personas que lo cuidan; y pues no utiliza palabras aisladas para comunicarse” ejemplificó algunas como “agua, mamá, calle, perro”.

Dos años: No imita gestos, posee un vocabulario expresivo inferior a 10 palabras. No sigue instrucciones simples, no se aprecian combinaciones de al menos dos palabras. Presenta comportamientos repetitivos, pierde el equilibrio con frecuencia, presenta conductas autolesivas.

No sólo lo lleves cuando esté enfermo

Es una mala costumbre la de asistir al médico cuando la persona ya presenta síntomas de enfermedad o que prevalecen. Por ello, el pediatra invitó a los padres a ser conscientes de que su profesión no sólo atiende a infantes ya enfermos, sino también revisan el crecimiento y desarrollo, desde que nacen hasta que tienen 18 años.

Llevar al infante a revisiones periódicas es de suma importancia. El especialista recalcó que con estas citas se puede detectar de manera oportuna alguna alteración en su desarrollo.

¡Atención, papás primerizos!

“Disfruten cada etapa de su bebé”, ése fue el mensaje que el especialista dio a los nuevos padres. Considero que es común que “se agobien” al cuestionarse si están ejerciendo correctamente su papel. Lo que no deben hacer es comparar el desarrollo de su primogénito con el de los demás.

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