¿Torpeza o dispraxia? El trastorno que se esconde tras la falta de coordinación
Si eres de esas personas a las que frecuentemente se le caen las cosas o choca con las paredes o muebles de su entorno, probablemente desde muy pequeño te recomendaron que tuvieras más cuidado o pusieras más atención.
A muchos incluso los calificaron como torpes, ¿pero sabías que la falta de coordinación pudiera ser un trastorno del neurodesarrollo?
¿Qué es la dispraxia?
El trastorno de desarrollo de la coordinación (TDC) o dispraxia es un trastorno que afecta la planificación y ejecución de los movimientos, y se manifiesta a través de lentitud y dificultad de realizar movimientos coordinados.
La dispraxia no se limita a la descoordinación de movimientos complejos como una coreografía de baile o andar en bicicleta, también se refleja en acciones cotidianas como chorrearse cada vez que se bebe agua, ensuciar la ropa a la hora de comer y hasta no saber peinarse o amarrarse las cintas de los zapatos.
TAMBIÉN LEE El virus que afecta al 70% de la población mundial
Es más común de lo que se cree.Pese a que la dispraxia es observable desde la infancia, al impedir la realización de movimientos que pueden interferir en la vida de un niño, esta no tiene relación con la inteligencia de una persona.
Este trastorno es más común en los hombres que en las mujeres. Se estima que el 2% de la población lo padece de manera severa, mientras que en su forma leve podría afectar hasta al 10%, según un artículo de la revista pediátrica Disease in Childhood publicado en 2007.
¿La dispraxia tiene cura?
Aunque se caracteriza por ser observable desde la infancia, no es exclusivo de ella, pues no tiene una cura. Es decir, los niños que la padecen continuarán en su etapa adulta con la dispraxia.
Es por ello que el tratamiento consiste en una terapia ocupacional que ayude a desarrollar habilidades motoras más sólidas a través de estrategias que permitan al paciente adaptarse a su entorno. Así como la fisioterapia o técnicas expresivas que fomenten la autoestima de la persona que padece dispraxia.
Recuerda que su diagnóstico requiere de una evaluación neuropsicológica completa y debe ser realizada por un profesional de la salud como un pediatra, psicólogo, especialista en aprendizaje o un neurólogo.